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El objetivo final es fundar la teocracia
El bolsonarismo no es una corriente política, es una secta religiosa que se ha infiltrado en la política. La prueba es que uno de sus líderes, quizás el más importante después de Bolsonaro, es un supuesto pastor evangélico.
El bolsonarismo viola la constitución porque viola el principio del estado laico y predica un revés en la política de 200 años. Es una extraña amalgama entre el integralismo de Plínio Salgado y el fanatismo de Antonio Conselheiro.
Como los fanáticos de Canudos, los bolsonaristas son anti-republicanos, por lo que siempre se enfrentan a los poderes republicano y democrático.
Obedecen la Biblia, no la constitución brasileña.
Su objetivo final no es sólo ganar las elecciones para gobernar dentro de los parámetros de una democracia, ni implantar una dictadura militar similar a la de 64. Es algo peor. El objetivo final es destruir la república y la democracia e implementar la teocracia, como Irán, pero más bien comandada por los ayatolás, comandada por Silas Malafaia y otros «religioso».
Sólo una teocracia puede mantener a la población sumisa durante décadas y décadas, lo que la dictadura militar no ha logrado.
Debido a que es inconstitucional y anti-republicano, porque ya ha dado pruebas suficientes de que no sabe y no quiere vivir en un ambiente democrático, el bossonarismo debe ser extirpado de la política, ya sea en el que se infiltra el partido.
Y el partido que lo alberga debe estar cerrado.
Traducción automática de Google Translate.
