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El belén es un hecho religioso

La mejor manera de demostrar que montar un belén en los edificios públicos rompe cualquier protocolo aconfesional y que no debe figurar en dichos establecimientos del Estado, es recordar el contenido de “las recomendaciones de la Iglesia para vivir la Navidad”. Tales recomendaciones proceden del “Directorio sobre la Piedad y la Liturgia” elaborado por la “Congregación para el Culto y Divino y la Disciplina de los Sacramentos”, made in Vaticano.

El Directorio pudo establecer diez recomendaciones, como los mandamientos de la ley de Moisés, pero no. Inexplicablemente, se quedaron en nueve. Todas ellas derivan de la consideración de Navidad como hecho religioso fundamental en la fe del cristiano y, en especial, de su representación más simbólica, el llamado Belén o Pesebre navideño.

El texto da la sensación de que el cristiano sin Navidad parece que le falta el referente más importante de su fe. Veamos.

1. Dice el Directorio que “el Belén representa el amor infinito que Dios Padre tiene a la Humanidad, pues lo entregó a la muerte para salvarnos”.

Solo quienes gozan del don de la fe podrá creer en esta fantástica revelación.Se trata de una representación solo al alcance de los elegidos, capaces de ver en unas figuras de barro el amor de Dios Padre a quien nadie ha visto nunca.Estamos, sin duda, ante una verdad inverificable por lo que difícilmente podrán participar de su maravilloso contenido quienes no creen o creen en otro tipo de fantasías. Una supuesta verdad que, difícilmente, podrá crear consenso entre la población tan diversa y tan plural, a pesar de que la gente, a la hora de tragarse una superstición, es fácil de convencer.

2. Según estos expertos de Roma,“la navidad es expresión del valor sagrado de la vida y el acontecimiento maravilloso en el parto de toda mujer”

Se necesita una tesis doctoral para comprender que la Navidad en sí expresa “el valor sagrado de la vida”. ¿Sagrado? El diccionario de la RAE advertirá de lo sagrado que es “signo de veneración por su carácter divino o por estar relacionado con la divinidad. 2. adj. Que es objeto de culto por su relación con fuerzas sobrenaturales. 3. adj. Perteneciente o relativo al culto divino. 4. adj. Digno de veneración y respeto”.

La vida es un valor a secas. ¿Por ser sagrado? No parece que sea el adjetivo que mejor le cuadre. Menos aún para quienes en esta vida lo sagrado no existe.En cuanto a la segunda parte del aserto,aceptemos que, en efecto, el caso de la Virgen María, que se quedó embarazada gracias al estornudo seminal del Espíritu Santo, pertenece al más maravilloso de los relatos existentes y que, incluso, ni siquiera muchos que son creyentes lo aceptan, excepto con una sonrisa de conejo. Que una virgen se quede en cinta por mediación de un dios ex machina es un mito que hasta en los cuentos de tradición oral africanos se contempla dicho evento. Unos cuentos muy anteriores a la fantasmagoría católica. Iluminar una estancia atravesando el espejo sin romperlo, es licencia poética cultivada anterior a versos de los místicos del siglo de Oro español.

3. La Iglesia pide celebrar los días de Navidad como solo lo pueden hacer los católicos, porque su mensaje no permite que el resto de la sociedad lo haga en esos términos. La Navidad, tal y como la diseña el Vaticano, es exclusiva y excluyente, propia de quienes asisten al mismo templo. Podemos entender y aceptar que “se nos pida vivir la Navidad en un clima de sencillez y de pobreza, de humildad”, pero no “de confianza en Dios”. Menos aún, claro, en el Banco Central Europeo  y el Fondo Monetario Internacional, aunque, en el fondo, sean lo mismo.

4. Quienes consideren que cantar villancicos es una actividad inocua e insípida, ideológicamente hablando, como si estuvieran cantando una ranchera, pues aciertan, pero para nada comparten lo que dice el Directorio del Vaticano.

Según éste, “los villancicos son instrumentos muy poderosos para transmitir el mensaje de alegría y paz de la Navidad”.Una alegría y una paz que no pueden ser posibles sin la creencia en Dios. Lo que no significa que no puedan cantarlos cualquiera que lo desee. Pero,si lo hacen, no podrán olvidar que está transmitiendo a su alrededor alegría y paz navideños, los cuales, desde hace mucho tiempo, pertenecen en exclusiva a la sucursal católica.

5. El Directorio aconseja “leer en familia el relato del nacimiento de Jesús, según el evangelio de san Lucas”. ¿Y por qué no el de san Mateo aunque solo sea para contrastar la misma versión de los hechos? En cualquier caso, si se trata de leer, estupendo. Al fin y al cabo, la Biblia, sea del Antiguo o Nuevo Testamento, es eso, un libro de lecturas maravillosas. Libro que nadie debería dejar de leer antes de abandonar este valle de Josafat. Comprendería mucho mejor por qué la Iglesia es una institución que ha falsificado la verdad del evangelio convirtiendo la religión en un negocio.

6. Mucho más complicado lo tiene, a no ser que uno sea creyente, “rezar ante el árbol de Navidad. Hoy es un signo evocador tanto el árbol de la vida plantado en el Edén, como el árbol de la cruz. Cristo es el verdadero árbol de la vida, árbol siempre verde, fecundo en frutos”. Una razón más para advertir de cómo una institución pública no puede instalar en sus cámaras un árbol de esa naturaleza, porque rezuma confesionalismo exclusivo y excluyente por todas las hojas de sus ramas. En cuanto al árbol plantado en el Edén estaría bien, que se aclarase qué tipo de árbol era. Desde luego, no era un manzano.

7. La siguiente recomendación hace referencia a que los regalos,colocados bajo el árbol de Navidad,“no deben faltar los destinados para los pobres”.¡Son tan bonitos!

8. En cuanto a que la misma cena de Navidad se convierta en hecho que refuerce la firmeza y la alegría de los vínculos familiares, pues lo mismo.

9. Finalmente, y como colofón, se recomienda “asistir a misa del Gallo, porque tiene un gran sentido litúrgico y goza del aprecio popular”. Tampoco añadiremos ni una coma, toda vez que dicha asistencia a misa se realizará en una iglesia.

Belén del Ayuntamiento de Madrid 2019. Rodeado integramente por la bandera de España.

Todas estas recomendaciones -exceptuando las tres últimas-, tienen un contenido específicamente católico. Cualquiera puede ver su intrínseca incompatibilidad con las prácticas institucionales que deberían adornar a un Estado aconfesional. Se dan de bruces. Por ello, dado que la Navidad y toda la parafernalia litúrgica que la envuelve es un hecho religioso cristiano y católico no tiene cabida en las instituciones que no lo son y, por no serlo, deben respetar las creencias de la ciudadanía, incluidos los que no profesan ningún tipo de creencia religiosa.

Cuando el Estado no defiende la naturaleza aconfesional de sus instituciones públicas y mete de matute en ellas belenes y demás adornos navideños,refuerza la presencia y permanencia de una determinada religión, la católica y quienes esto lo permiten y lo aplauden ni son respetuosos con quienes profesan otra religión; ni, tampoco, constitucionalistas a pesar de comer todos los días Constitución a la meniere.

En definitiva, el discurso de la Iglesia sobre el Belén no parece muy distinto al billete ideológico que conduce al tren del nacionalcatolicismo. Tiene el mismo recorrido y el mismo destino: salvaguardar y reforzar sus intereses como empresa capitalista.

Víctor Moreno

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