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El ático de Rouco Varela

Me parece escandaloso que el Sr. Rouco Varela, expresidente de la Conferencia Episcopal se vaya a vivir a un ático de 370 m2, con 6 habitaciones y 4 cuartos de baño en el centro de Madrid, valorado en 1.200.000 euros y cuya reforma ha costado más de 400.000 euros a la diócesis madrileña. Y ya le ha costado tiempo -6 meses- dejar la casa arzobispal…

Es escandaloso porque contrasta con el mensaje del evangelio y del papa Francisco: «Una iglesia pobre para los pobres». Contrasta también porque el nuevo arzobispo de Madrid vive muy sencillamente en la residencia de las hermanitas de los pobres (al menos de momento), dando un mejor ejemplo de austeridad de vida.

Es un escándalo, porque en los tiempos de crisis tan prolongada que ya llevamos, con tantos miles y miles de personas que no tienen nada, recurriendo a los servicios sociales o a Caritas y otras ONGS, que se ven deshauciados, con tantísima gente en el paro sin ayuda alguna, un obispo no puede, no debe, vivir así, exhibiendo esa forma de vivir y de gastar tantísimo dinero en su propia vivienda, colaborando a un mayor endeudamiento de la diócesis y sirviendo de escándalo para muchísimas personas, especialmente los más necesitados.

No me convence la reacción de los obispos que lo ven normal y lo justifican. Indica que tampoco ellos transmiten en este caso la nueva orientación del papa Francisco de vivir sencillamente, dando ejemplo como él mismo está haciendo con hechos y con palabras.

Creo que Rouco no ha leído bien el mensaje del Evangelio, ni las palabras de Jesús: «No llevéis ni oro ni plata, ni alforja, ni dos túnicas…»; ni ha entendido tampoco la actitud de este papa Francisco quien, precisamente en su discurso a los nuevos cardenales, les decía con toda claridad y dureza: «Buscad la santidad, no el poder o el prestigio».

Gestos como los de Rouco solo sirven para agrandar aún más la brecha que separa a los hombres de la Iglesia. Porque, con la que está cayendo, con tantísima gente sin piso, sin trabajo, sin nada, no se puede entender ese gasto tan exagerado en quien debería dar el mayor ejemplo de comportamiento cristiano.

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