Ante la presencia de Su Majestad, Felipe VI, rey de España, el arzobispo de Santiago, Julián Barrio ofició la Santa Misa en honor a Santiago Apóstol, patrón de España.
Junto a Julián Barrio, también concelebraron Bernardito Auza, nuncio apostólico en España; el cardenal arzobispo emérito de Madrid, Rouco Varela y los obispos de las diócesis gallegas Luis Quinteiro Fiuza, obispo de Tui-Vigo; el obispo de Lugo, Alfonso Carrasco; el titular de la Diócesis de Ourense, José Leonardo Lemos Montanet; el obispo de Mondoñedo-Ferrol, Fernando García Cadiñanos.
Durante su homilía, Julián Barrio subrayó que «volver a Dios descubre que la verdad nos hace libres, y “la vida feliz es el gozo de la verdad”. Olvidar la dimensión trascendente dificulta salir de las indefiniciones y asumir las “consecuencias decisivas para el desarrollo de la persona humana y para la configuración de la sociedad en la verdad, el bien y la plenitud de felicidad y vida, más acá y más allá de la muerte”.
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Así mismo, remarcó que «el respeto por la dignidad de la persona desde su concepción hasta la muerte natural ha de ser la norma inspiradora del auténtico progreso social, económico, cultural y científico».
«Los cristianos hemos de afrontar los retos de la historia con la plenitud del amor, la fecundidad de la cruz y el espíritu de las Bienaventuranzas, viviendo la fe sin complejos ni disfraces, en escucha y en diálogo, en la normalidad de la vida orientada a Dios, superando tanta indiferencia», agregó el arzobispo de Santiago.
Julián Barrió destacó que «la cultura cristiana es una contracultura en esta sociedad compleja, mareante y contradictoria. Es necesario crear puntos luminosos de humanidad nueva con aquella forma originaria de vida que Jesús nos trajo».
Felipe VI pide al apóstol que España «dé los pasos correctos»
El rey de España acudió a la celebración en la catedral de Santiago acompañado de la reina Leticia y de las infantas.
En el interior del templo pronunció un discurso con escasas referencias espirituales y a la festividad que se celebra, que no era otra que la fiesta del apóstol Santiago.
Tal y como apuntó el rey, la presencia de la Casa Real en esta festividad se remonta a 1643, en tiempos de Felipe IV. «De ahí, nuestro compromiso con esta ofrenda en el día que celebramos el Santo Patrón de Galicia y de España», señaló Felipe VI.
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«Hoy volvemos a Santiago, donde convergen todos los caminos. Es un final. Significa el cumplimiento de una promesa, de un objetivo, un anhelo personal o familiar, una meta. Pero es también un comienzo. De nuevas actitudes, propósitos, compromisos, de una nueva vida», señaló el hijo de Juan Carlos I.
Felipe VI hizo hincapié en que «el valor de un camino trasciende, pues, el plano puramente material para adentrarse por completo en el simbólico. Un camino conecta lugares, bien sean cercanos o lejanos, y supera distancias. Y hace lo propio con las personas. Las vincula, las relaciona, las hermana. Y en esta Catedral donde nos encontramos se pone de manifiesto el enorme valor material y simbólico del Camino».
El rey apuntó que «en esta etapa en la que nos encontramos ahora, cuando el horror de la guerra reaparece en el Viejo Continente, debemos reivindicar unidos -y en este especial Año Santo Xacobeo- los valores, cívicos, culturales y espirituales del Camino de Santiago, trazados por los pasos de los innumerables peregrinos que lo recorrieron a lo largo de los siglos hasta la actualidad».