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El arzobispo de La Plata solicita a Macri que derogue la Ley de Identidad de Género

Hector Aguer, Arzobispo de La Plata, reclama al gobierno de Macri que derogue la Ley de Identidad de Género. “Atenta contra el orden natural y la ley divina” sostuvo en un artículo. Un nuevo ataque transfóbico de la Iglesia Católica.

“El Decreto 903/2015 coincide con los ejemplos clásicos de leyes injustas y discriminatorias; es deber del presidente de la Nación derogarla” sostuvo el Arzobispo de La Plata, Héctor Aguer, en un artículo publica en El Día. El cura, que pretende regir el mundo a partir de leyes divinas, meses atrás criticó la “cultura fornicaria” y sostuvo que lamasturbación es una conducta “animaloide”. El objetivo que eligió ahora es la comunidad trans, atentando contra una de las conquistas históricas del movimiento LGTTBI.

El artículo que no escatima en oscurantista, transfobico y cínico. Además de pretender etiquetar como “ilegal” a las personas transgénero, travestis y transexuales por encontrarse fuera del “orden divino y natural”, Aguer llega a culpabilizar al artículo 11 de la Ley de Identidad de Género, aquel que garantiza la cobertura de las operaciones de reasignación de sexo, por ser el causante del colapso del sistema de salud en Argentina. Responsabilidad también de las personas trans extranjeras que residen en Argentina “atraídas por tan generosa oferta”, pura xenofobia.

“Vaginectomía, Metoidioplastía, Escrotoplastía y Faloplastía con prótesis peneana. ¡Qué nombre difíciles! Podría traducir la mayoría de ellos al lenguaje popular, pero no lo hago, porque se me podría considerar irrespetuoso o discriminatorio”, sostiene burlonamente Aguer. Ninguna traducción es necesaria, puro odio y estigma contra transexuales, transgéneros y travestis.

Lo más irónico del caso es que Aguer se queja de que el Estado tenga que sostener este derecho mientras la Iglesia recibe millones de pesos en concepto de sueldos, propiedades y subsidios a sus escuelas religiosas. “A usted amigo lector, le meterá la mano en el bolsillo para pagar las mencionadas operaciones, tan necesarias, al parecer, para asegurar la identidad de género de una ínfima minoría de la población”, señala el dedo inquisitorio del cura.

Aguer, uno de los representantes del ala más ortodoxa de la curia y todo un militante de los valores más retrógrados y oscurantistas de la Iglesia, siempre eligió como blanco a los derechos de las mujeres y de los LGTTBI para sus arremetidas. Sus editoriales del diario El Día de La Plata son su tribuna favorita.

El derecho al acceso a la salud pública es presentado como una de las tantas “inequidades que soporta diariamente el pueblo argentino”. Al mismo nivel para el Arzobispo que la venta de paco, que la “violencia incontrolable” y los que asesinan por un celular.

Discursos como estos legitiman la violencia cotidiana en la que se ve expuesta la población trans. Desde la negación de los derechos más elementales por parte del Estado como es el derecho a la educación, la salud y el trabajo hasta la violencia transfóbica.

Las ilusiones de un giro “tolerante” de la Iglesia hacia la comunidad LGTTBI, alimentada por algunos gestos del Papa Francisco de los que pronto se arrepintió, vuelven al punto del cual nunca se fueron, que no son ni más ni menos que los que expresa Aguer. Pero con más o con menos discursos los elementos constitutivos de esta institución milenaria, que sigue sosteniendo y legitimando la opresión hacia mujeres y LGTTBI, siguen intactos.

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