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El arzobispo de Granada pide por la unidad de España, que ve “un bien a proteger y defender”

Comentarios del Observatorio

  • Una vez más, el clericalismo que caracteriza a la jerarquía católica nos deja unas bochornosas declaraciones en las que un jerarca se extralimita claramente del negociado de cualquier confesión religiosa para cometer una injerencia en el ámbito de lo público.
  • Este alegato formulado por un arzobispo católico en favor de la unidad de España es una muestra de alineación con un determinado nacionalismo español que nos retrotrae a los tiempos en que ambas opciones de conciencia iban ligadas tal que así: nacional-catolicismo.
  • Se pretende así ejercer una excesiva influencia desde el púlpito que merece todo el rechazo desde las posiciones democráticas del laicismo.
  • El laicismo está en contra de todas las formas de clericalismo, que no del clero en sí mismo.

Contenido muy político en las palabras de Javier Martínez

En la homilía del 12 de octubre, Javier Martínez ha vuelto a reivindicar la figura de Isabel la Católica, animando incluso a dar cuenta de posibles milagros, ha hablado de la realeza, “una creación cristiana”, y ha pedido por los gobernantes, “para que no destruyan al ser humano y a la familia”.

El arzobispo de Granada, Javier Martínez, ha pedido en la homilía de la eucaristía celebrada en la Catedral este 12 de octubre por la unidad de España, en unas palabras con marcado acento político en las que ha reivindicado el cristianismo y muy especialmente, como ya ha hecho en anteriores ocasiones, la figura de Isabel la Católica, que está en proceso de beatificación. Precisamente ha animado a los fieles a que se encomienden a ella, pidiéndole “gracias y milagros” y que den cuenta, si se produjeran, de estos últimos para ayudar en ese proceso.

Ha sido en una homilía en la que también ha pedido por los Reyes de España, la familia real y los gobernantes. Y tras mencionar a estos últimos, ha añadido: “Para que no destruyan al ser humano, a la familia. Para que no midan todo por los votos y no hagan una política miope”. 

En sus palabras a los fieles, antes de que los actos del 12 de octubre prosiguieran en la Capilla Real con la tremolación del estandarte ante la tumba de los Reyes Católicos, Martínez, que se jubila en diciembre, ha puesto el acento en el hecho de ser cristianos. En torno a esa idea ha girado su homilía. Comenzando por pedir, no ya sentirse orgullosos de ello, “porque el orgullo es pecado”, pero sí “profundamente agradecidos” por ser cristianos.

Ha recordado que en la antigua Elvira se celebró el primer Concilio, que reunió a 80 obispos, antes incluso de que el Imperio Romano -ha dicho- se aproximase a la fe cristiana. Un dato que a su juicio evidencia “lo arraigada que estaba la fe en lo que hoy llamamos España”. 

A juicio de Martínez, tenemos que “dar las gracias” por haber nacido y aprendido lo que significa vivir en un pueblo cristiano. “No nos damos cuenta aún del bien que eso significa”. 

“A medida que la sociedad global por razones muy evidentes se aleja de la tradición cristiana, se pierde el sentido de la vida humana”

“A medida que la sociedad global por razones muy evidentes se aleja de la tradición cristiana, se pierde el sentido de la vida humana. Se pierde el sentido de todo aquella que trasciende de la animal” y eso nos conduce a que no seamos “más valiosos que los insectos o las ranas. Nos guiamos por instintos y luchas de poder, y un mundo reducido a eso no merece la pena”. 

Que nos alejamos de esa tradición se pone de manifiesto, según el arzobispo de Granada, en que cada vez hay “más crisis matrimoniales, las bodas nulas que se celebran o la carencia de hijos”. “Lo que -según ha recordado- San Pablo II llamaba cultura de la muerte y que entendimos como un eslogan pastoral y no lo era, es una realidad”. 

En este punto ha llegado a mencionar la España Vaciada, por la falta de nacimientos, y ha vuelto a insistir en la necesidad de dar gracias por la fe cristiana, lo que según Martínez no se puede hacer “sin dar las gracias por todas las circunstancias que han hecho que la fe llegara hasta nosotros y que sea una realidad viva”.  

“Damos gracias por ser cristianos, por ser españoles. Estamos ante la tumba de Isabel la Católica y aprovecho la ocasión para que le pidáis gracias y milagros”, ha dicho a los fieles recordando que está en marcha el proceso de beatificación y que no hay nada que impida suplicar. “Y si hubiera la experiencia de un verdadero milagro, comunicadlo”, les ha espetado. 

Isabel la Católica, una figura “muy singular” que comenzó “la segunda evangelización”

Elogia de Isabel la Católica “el trato a los reyes derrotados” y que hubiera “poca sangre” en aquella guerra: “Hubo capitulaciones”

No es la primera vez que Martínez expresa su admiración por la figura de Isabel La Católica. Y en esta homilía ha vuelto a hacerlo, asegurando que es “una figura muy singular”. Ha mencionado “cómo educaba a sus hijos”, el hecho de que se durmiera “orando” en el campamento de Santa Fe -lo que provocó, y así lo ha asegurado, que el campamento saliera ardiendo-, o pensando “cómo trató a los reyes derrotados”. “Qué poca sangre hubo en aquella guerra, hubo capitulaciones”, ha afirmado para volver a insistir en el “trato a los vencidos”, a los que “mantuvo sentados a su mesa”. “Tan diferente a las guerras modernas”, ha dicho para dar entonces gracias a Dios “porque fuera la reina católica la que recomenzó en nuestras tierras, mediante una segunda evangelización, la gran aventura cristiana, que no ha terminado, que no terminará hasta que el mundo sea mundo. Porque el señor lo ha prometido. Gracias por nuestra fe y por la historia de nuestra fe”. 

Y es en este momento cuando ha dado otro salto para aludir a la realeza, diferenciándola de monarquía. “Gracias también por la realeza. La realeza, dejadme decirlo, y me meto en un terreno que roza cosas que no estamos acostumbrados a escuchar pero que son íntimas al pensamiento cristiano, la realeza no es solo la monarquía, es más”, ha apuntado para precisar que “la monarquía significa que el gobierno está confiado a uno”. Ha introducido una reflexión personal para indicar. “Yo diría que Estados Unidos, aunque sea una república, es una monarquía, porque el presidente de EEUU tiene más poder que han tenido los reyes nunca. O Putin y muchos otros gobernantes de hoy… Son verdaderamente monarquías y monarquías más despóticas, porque son el gobierno de uno y de la voluntad de uno que se impone a un pueblo, y aunque los métodos sean una democracia sin ningún sustento religioso y moral, se convierte en una dictadura descaradamente o encubierta. La realeza tiene algo de religioso, y no es fundamental las virtudes o las cualidades que puedan tener los reyes, son un símbolo de la vocación a la unidad de un pueblo”. 

“La realeza es una realidad cristiana”, defiende Martínez

“Junto a la fe católica, son los únicos signos que ahora mismo tendríamos con sentido. Y por eso la realeza es una realidad cristiana. Las monarquías han exisitdo siempre, pero la realeza es una creación cristiana, y en la Edad Media todavía mas. Isabel la Católica no era absolutista, lo era su marido, pero ella no”, ha proseguido para referirse entonces a “la participación de todo el pueblo en el gobierno”, en “los Reinos de España”. 

Por la Unidad de España

La reflexión le ha llevado entonces a la unidad, una cualidad que ha reivindicado como cristiana. 

“Pidamos al señor por nuestros gobernantes y nuestros reyes, que sepan mantener nuesetra cohesión y nuestra unidad. La misión de la iglesia es favorecer la unidad. Creemos en Cristo, trabajamos por la unidad. Si no, a lo mejor no lo somos y vivimos en una conciencia más secular”, ha advertido para señalar que “los juegos de la política cambian, son variables. Pero no podemos prescindir de nuestra vocación a la unidad si estamos bautizados”. 

Y ha continuado con la petición por la unidad de España. “Te pido por la unidad de España, que es un bien que hay que a proteger, que hay que cuidar, que hay que defender, que hay que sostener”.

“Señor, que no destruyan, es muy fácil destruir, muy difícil construir, pero que no destruyan al ser humano, que no destruyan a la familia, que no midan todo por los votos, que no hagan una política miope. Los tiranos siempre se han apoyado en la pasividad del pueblo, siempre. Los dictadores no crecen más que cuando el pueblo es dócil y se deja arrastrar por discursos, mentiras y propaganda”

“Te pido por nuestros Reyes y por la familia real y te pido por nuestros gobernantes”. Es entonces cuando ha añadido: “Señor, que no destruyan, es muy fácil destruir, muy difícil construir, pero que no destruyan al ser humano, que no destruyan a la familia, que no midan todo por los votos, que no hagan una política miope. Los tiranos siempre se han apoyado en la pasividad del pueblo, siempre. Los dictadores no crecen más que cuando el pueblo es dócil y se deja arrastrar por discrusos, mentiras y propaganda”.

Por ello, ha animado a pedir “ser pueblo cristiano que sabe lo que quiere, que no es manipulable. No somos manipulables no estamos en venta. Nuestra dignidad de hijos de Dios no nos la da el Estado, nos la da Jesucristo, y nadie tiene derecho a arrancárnosla. Ni puede, aunque quiera”. 

“Pedir por el pueblo cristiano, por la Iglesia -ha precisado-, no es pedir por los curas. Es pedir que tomemos las riendas de la responsabildiad de nuestra historia”.

Igualmente ha incluido entre sus peticiones a “América Latina. Por los pueblos cristianos de América Latina y Granada, que tienen un vínculo especial, es obvio. Oremos por ellos. Ayudemos a sostener a los que migran, que los acojamos como verdaderos hermanos”, ha pedido a los fieles que seguían la misa, retransmitida también por Virgen de las Angustias Televisión, el canal por Internet del Arzobispado. 

Ha dicho, al hablar de América, que recientemente le preguntaron si la gente reza ante la tumba de la reina Isabel la Católica. “No era baladí, tiene que ver con su posible beatificación”. Y asegura que respondió: “Rezan los latinoamericanos, los españoles rezamos muy poco. Tenemos que rezar y pedir con confianza”, ha concluido.

Javier Martínez se jubila en diciembre y, por decisión del Papa Francisco, le acompañará hasta que llegue ese momento, como coadjutor, José María Gil Tamayo, que ya ejerce como tal. 

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