Los pueblos conmemoran los 20 años de su hermanamiento por la devoción común a la Virgen de Gudalupe
Los pueblos de Requejo y Rianxo conmemoraron ayer el 20 aniversario de su hermanamiento. Tras dos años de pandemia aplazando la espera, en torno a la Virgen de Guadalupe, terminó la espera para unirse y reunirse. Con la estrofa del Aleluya de Leonard Cohen, “Un soldado a casa regresó y un niño se curó” enmudeciendo al templo se ponía punto final a la espera.
El alcalde de Requejo, Santiago Cerviño, y el alcalde del concello pontevedrés de Rianxo, Adolfo Muiños, retoman los actos de hermanamiento. El alcalde requejano agradeció la presencia de la diputada nacional, Elvira Velasco; del vicepresidente segundo de la Diputación, Jesús María Prada; del diputado comarcal, Ramiro Silva, y de los alcaldes de la comarca.
Santiago Cerviño, alcalde de Requejo, da la bienvenida. A. S.
Cerviño señalaba que “es un día importante para los vecinos de Rianxo y de Requejo porque retomamos la normalidad de estos encuentros, después de casi tres años de pandemia”. Y “por encima de cualquier adversidad está nuestra devoción mariana a nuestra virgen de Guadalupe”.
Con el relevo al frente de la asociación rianxeira “A Moreniña” “nos gustaría que las dos asociaciones sigamos trabajando y potenciando nuestra cultura y nuestras tradiciones” que se han mantenido durante más de 20 años. Con un recuerdo especial a todas las personas que contribuyeron a este hermanamiento y que permitió a los mayores ver el mar y conocer la ría de Arousa. La fiesta de Guadalupe recuperaba además el lucimiento del templo y los puntos clave del recorrido procesional con el trabajo de voluntarios y voluntarias.
Procesión de la Virgen de Guadalupe en Requejo. A. S.
Como peregrinos en el camino inverso, un grupo de vecinos de Rianxo se sumaron a los actos festivos. El párroco, Fernando García, señalaba en el sermón que “el amor es el impulso y el motor especial de los cristianos” y reconoció “el gozo especial” ante la imagen que “no es solo una advocación querida”. La procesión recorrió el itinerario urbano hasta la plaza de la Virgen de Guadalupe donde se rezó a la Virgen, antes de entrar a la ermita.
En esa peregrinación el párroco evocó que el primer peregrino que entró tras la reapertura era un devoto de la Virgen. El templo que tiene “sus puertas para que los peregrinos del Camino de Santiago puedan coger fuerzas bajo la sombra y el frescor de la Virgen”. Con la presencia de los visitantes de Rianxo “muchos creen en la coincidencia y yo creo en la voluntariedad del Señor. Los amigos nos volvemos a reunir”.
Como si fueran de la familia por su presencia desde hace más de dos décadas, los componentes de la charanga Támega dejaron mudo al templo con la interpretación del Aleluya y Una madre no se cansa de esperar, muy emotivas y sentidas ambas. Y después invitaron a bailar unos pasodobles al pie del Ayuntamiento para compensar y reponer la alegría.