La tradicional Puja de Maniguetas y una gran salve de cohetes, cerraron, a las puertas de la ermita de Consolación, y pasada la medianoche, la intensa jornada con la que Cartaya celebró este domingo el Día Grande de la Virgen de Consolación.
Fue el broche de oro a la Procesión de Subida, muy emotiva y que contó con la asistencia de numerosos cartayeros, que arroparon a la Virgen desde su salida de la Parroquia del Apóstol San Pedro, pasadas las nueve de la noche, hasta su entrada en la ermita. No faltaron los vítores y petaladas, ni las fachadas engalanadas con las banderolas y otras insignias de la advocación consolacionista, a las que un año más se unieron las ramas de palmeras tan características de la ermita, que dieron aún más solemnidad y colorida a la salida procesional, sobre todo en su discurrir por la calle Santa María de Consolación.
La Virgen, rodeada de nardos, estuvo acompañada en todo momento por numerosos vecinos de la localidad, además de por la Banda de Música de Santa María de las Nieves, de Olivares, las hermandades de Cartaya, hermandades vinculadas de otros municipios y las autoridades locales, con el alcalde, Manuel Barroso, y su Equipo de Gobierno al completo a la cabeza. También formaron parte del cortejo numerosas hermanas de mantilla y los niños y niñas vestidos de monaguillos.
La colorista procesión culminó con la tradicional Puja de Maniguetas. Se puso punto y final así a una jornada que comenzó a las once de la mañana, con el Pasacalles de la Banda del Ateneo Musical de Cartaya, y prosiguió con la Solemne Función Principal que la hermandad y el pueblo de Cartaya dedican a la Virgen. Ya por la tarde, la misa y la procesión cerraron los actos de este año.