«Como bilbaíno de Deusto, el mayor honor que me había brindado la vida hasta ahora era haber sido elegido alcalde de Bilbao. Como vizcaíno bautizado hace 59 años en la Basílica de Begoña, donde tuve también la dicha de celebrar mis 25 años de casado con Arantza, acompañados de Iñigo e Itziar, esta distinción de romero de honor de nuestra Amatxu es, sin lugar a dudas, uno de los acontecimientos más emocionantes e irrepetibles de toda mi vida, que guardaré con fervor y cariño en el rincón más brillante y luminoso de mi memoria». Con estas palabras emocionadas y un marcado quiebro en la voz ha recibido Juan Mari Aburto este sábado la distinción de romero de honor en la basílica de Begoña.
En la cofradía de la Amatxu no lo han dudado. Javier Diago es su vicepresidente. «Los requisitos para ser romero son que se trate de una persona popular y que se haya destacado en la colaboración con la cofradía. Nosotros tenemos el apoyo del Ayuntamiento, no sólo en la Semana Santa, sino también en las celebraciones anuales y en el museo de pasos. Pero Juan Mari Aburto tiene un requisito más: confesarse una persona creyente».
A juicio de Diago, «en este año terrible para tanta gente, en que la pandemia ha minado la salud y devastado la economía, es él la persona adecuada para ser romero de honor. La cofradía ha entendido que, desde su posición institucional, le corresponde el privilegio de enviar a todo el pueblo de Bizkaia, bajo los pies de la Amatxu de Begoña, las palabras de aliento que necesitamos». Aburto se une así a una tradición que se va asentando entre los regidores bilbaínos. Fueron romeros de honor Ortuondo, Azkuna y Areso, este último en sus años de concejal. Pero el político de Deusto es el primero que subió al atril, según recordó Diago.
Después de tener un recuerdo para las víctimas de la crisis sanitaria, el regidor recordó que «con la pandemia casi nadie se ha acordado de que el pasado jueves se cumplieron 120 años de la coronación de la Virgen de Begoña, un momento memorable en la historia de nuestra villa inmortalizado para siempre por el gran pintor guipuzcoano José Echenagusia». «Yo sí creo que la fe mueve montañas, y también el amor y la solidaridad y la bondad. Son difíciles de medir, pero todos sentimos su presencia o ausencia. Ser devoto de la Virgen de Begoña no es algo neutro, tiene consecuencias», apuntó. Antes de acabar, recordó la última encíclica papal y su mandato de «servir y ayudar a los demás».
Un templo lleno, pero seguro
A Aburto le acompañaron en Begoña su madre Mariví y su esposa Arantza, y excompañeros de la Corporación local como Gotzone Sagardui, ahora consejera de Salud. También acudieron predecesores en este cargo honorífico o el de hermano mayor, como el presidente de Unicef, Isidro Elezgarai, el juntero popular Jesús Isasi o Juan Antonio de Arbaiza.
Ofició la misa de la mañana el Obispo de Bilbao, Mario Iceta, que recordó el sufrimiento «de tantos hermanos y el empobrecimiento de tantas familias» por la pandemia. Se cumplían este sábado diez años de su nombramiento y en diciembre será Arzobispo de Burgos. Iceta ha señalado a su auxiliar, Joseba Segura, como el relevo idóneo. Fue el propio Segura quien ofició la celebración de la tarde en una basílica repleta, pero con todas las medidas de seguridad. Segura recordó «la dignidad de la función pública» y encomendó a la Virgen a todos nuestros responsables políticos».