La muy cercana reforma del Estatuto de Autonomía de Asturias no puede limitarse a la cooficialidad del asturiano. Son muy variadas y necesarias las reformas que necesita el Estatuto de Autonomía para adecuar las instituciones del autogobierno de Asturias a una democracia eficiente y plena del siglo XXI.
La apertura del proceso de reforma parece iniciarse debido al problema del idioma asturiano que no termina de encontrar el encaje jurídico institucional que le corresponde, manifestándose la disparidad entre la demanda social y el reconocimiento estatutario. Sin embargo, no es este el único problema que debería abordarse en una reforma del Estatuto.
El 25 de mayo acude anualmente a recordarnos los sucesos ocurridos hace más de 200 años en Asturias a los que no solo emocionalmente seguimos ligados desde el presente. El Alzamiento y revolución en Asturias contra la ocupación napoleónica iniciados el 9 de mayo y culminados de forma victoriosa el 25 pone anualmente sobre la mesa que los héroes de aquellos sucesos proclamaron el 25 de mayo una Junta Suprema, que reconocía la plena soberanía popular.
Esto es ni más ni menos que reconocer que todo el poder procede del pueblo. Y este es y será un tema de actualidad, año tras año, mientras en España no tengamos un régimen político de soberanía plena, es decir una auténtica democracia. Los republicanos nos consideramos los herederos de aquellos que proclamaron el principio de la soberanía popular. Y Aunque el régimen político actual de España reconoce al pueblo español como soberano. Sin embargo, la realidad es muy distinta. El régimen del 78, como todas las monarquías, es una soberanía limitada en tanto en cuanto el pueblo no puede elegir al jefe del Estado. Y mientras esto ocurra seguirá vigente la exigencia del 25 de mayo.
Por otro lado, uno de los derechos fundamentales de toda democracia es la Libertad de Conciencia. Proclamada en la Declaración Universal de los DD.HH. Es indispensable para su reconocimiento que en el Estatuto de Autonomía de Asturias figure de forma explícita que tanto el gobierno de Asturias como en todas las instituciones de la Administración Pública asturiana no se reconoce religión oficial alguna, perteneciendo dichas creencias al ámbito privado.
De todo esto se derivaría de forma consecuente que la festividad de Asturias no puede seguir siendo el 8 de Setiembre. Una festividad de contenido plenamente religioso montada sobre mitos y creencias no contrastadas históricamente y que, en todo caso es la festividad, no de la totalidad del pueblo asturiano sino del sector social que comparte esos mitos y creencias.
Por otra parte, cada vez más sectores de la sociedad asturiana no comprendemos la asistencia a los rituales católicos en la basílica el 8 de septiembre de unas autoridades que asisten impasibles a las soflamas de un maleducado arzobispo que año tras año y cada vez con un tono más levantisco se permite improperios hacia las autoridades que faltándoles a ellas al respeto nos lo falta a toda la ciudadanía.
El 25 de mayo, tiene una mayor consistencia política para ser defendida como la fiesta oficial de Asturias en cuanto que fue la primera vez que en Asturias y en España se proclamó la soberanía popular, que admiten como fundamento y principio todos aquellos que se consideran defensores de la democracia.
Por todo lo expuesto, desde el republicanismo y el laicismo, un año más nos reiteramos en la defensa y actualidad de los valores que supuso y supone el 25 de mayo. Este año especialmente hacemos un llamamiento a las fuerzas democráticas para que abran el debate sobre estas cuestiones en la reforma del estatuto de Autonomía.