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Imagen de archivo del edificio de la Radiodifusión de la República Islámica de Irán (IRIB), dañado por un ataque israelí.Iranian Presidency

EEUU planea cambiar la fachada del capitalismo islámico de Irán · por Nazanin Armanian

​Descargo de responsabilidad

Esta publicación expresa la posición de su autor o del medio del que la recolectamos, sin que suponga que el Observatorio del Laicismo o Europa Laica compartan lo expresado en la misma. Europa Laica expresa sus posiciones a través de sus:

El Observatorio recoge toda la documentación que detecta relacionada con el laicismo, independientemente de la posición o puntos de vista que refleje. Es parte de nuestra labor observar todos los debates y lo que se defiende por las diferentes partes que intervengan en los mismos.

46 años después de la Operación Guadalupe e implantar la Teocracia Chiíta (TCHI) en Teherán, abortando la revolución democrática iraní del 1978, mediante una Santa Alianza anticomunista de la Guerra Fría con Ruholá Jomeini, EEUU ha decidido poner fin al invento al ver la insistencia de los ayatolás en dotarse de armas nucleares para atacar a nadie menos que a su Estado número 51, Israel, preparando un nuevo ataque. 

EEUU e Israel esperaban que, al matar a los dirigentes del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) durante los bombardeos del junio pasado, los iraníes se levantarían para terminar el trabajo y enterrar a la ya muerta TCHI. Al no cumplirse estas expectativas, ahora pasan al plan B: asesinar al caudillo Ali Jamenei para provocar la desintegración del sistema desde arriba. 

Las razones de los iraníes 

Los iraníes, privados de toda clase de libertades políticas y, por ende, de su vanguardia progresista son consumidores de los canales televisivos persoparlantes por satélite, que prometieron a bombo y platillo la «liberación de Irán» a mano de nadie menos que los genocidas de palestinos Benjamín Netanyahu y Donald Trump. Que celebrasen la caída del régimen corrupto y monstruoso islámico, —que ahorca un promedio de cinco iraníes al día, y acaba de cortar los dedos de tres jóvenes robagallinas—, no significa que apoyaran la agresión militar a su país. 

La extrema derecha iraní, que suministró análisis a Washington y Tel Aviv, no tuvo en cuenta los siguientes factores:

– El amor, la pasión y el orgullo que sienten los iraníes por su milenaria civilización y patria. Perspectiva que les permite ver al régimen islámico (al que también consideran «invasor y extranjero», por imponer tradiciones de la península arábiga a Irán vía su reislamización), como un suspiro pasajero. El Corán considera de ignorancia a todas las civilizaciones anteriores al islam (sumeria, persa, mesopotámica, egipcia, griega, etc.), a pesar de que casi la totalidad de sus mitos y preceptos son tomados directamente de ellas.

Según Ali Larijani, mano derecha de Jamenei, «Los iraníes antes del islam eran un pueblo ignorante y analfabeto». La ignorancia, igual que el ciego fanatismo religioso, es atrevida: lo dice porque no sabe leer el cuneiforme o el arameo que han convertido las altas montañas de Irán en libros de historia, ni habrá oído del mazdaismo, mitraísmo y zoroastrismo, que regalaron a las religiones judeo-islámicas conceptos como Dios único, el antidios, los ángeles, el paraíso, limbo, infierno, la resurrección, el Juicio Final, etc.

– Ser conscientes de las catastróficas consecuencias de una agresión militar: aún recuerdan cómo las tropas de Alejandro, Mahoma, Gengis Kan, Nicolás I y de Sadam Husein arrasaron la vida de millones de iraníes. 

– Temor a otra devastadora guerra que destruyera lo que ha sobrevivido de cuatro décadas de la devastación provocada por un régimen incompetente y antiiraní.

– Agotamiento por la crisis económica, los conflictos diarios con los agentes lumpen del régimen (creados a la imagen de los camiscie nere de Mussolini) y no solo por el velo. Hay una sensación general de desesperación e impotencia.

– El temor a represalias, si volvía a fracasar otro intento de cambio. 

– La falta de una alternativa progresista, al asesinar el régimen a miles de dirigentes, cuadros y militantes de dichas fuerzas. Irán no quiere volver a cometer el error de 1978: deseaba una república democrática tras 2500 años de monarquías, pero pasó de una dictadura semilaica moderna a un totalitarismo religioso medieval. 

No hay duda de que dichos ataques han acelerado la desintegración del capitalismo neoliberal disfuncional regentado por un caudillo de 86 años y chavalitos como el secretario del Consejo de Guardianes, el ayatolá Jannati de 99 años. Su compañero, el clérigo Kazemi, de 74 años, que dirigía el «chiringuito» de las oraciones de viernes de Teherán, ha sido cesado por haberse pasado en el robo de terrenos públicos.

Colapso integral de la teocracia 

Hay una TCHI antes de la guerra con Israel y otra después: 

La imposibilidad de la reconstrucción de la estructura de poder, al ser decapitada la cúpula del CGRI, los verdaderos gobernantes (también económicos y políticos) del país, y por ende, la paralización de la restauración psicológica de la sociedad, imprescindible para «pasar página». Estamos ante unos «momentos disyuntivos», en los que las reglas del juego han perdido su validez y sin que se geste un nuevo orden.

– La ineficiencia institucional: la TCHI no se da cuenta de que los continuos cortes de agua y electricidad en las últimas semanas, en temperaturas de 50 grados, no son igual de soportables para los ciudadanos como lo es negarles la igualdad, la vivienda, una sanidad pública, empleo, libertades, respeto, música y baile, y otros derechos básicos. «¿Algún mandatario está sufriendo cortes de agua y luz?», pregunta un oportunista Ahmadineyad que se prepara para el banquete del regreso de los repudiados, haciendo de oposición. La crisis hídrica y los apagones han tenido un peor impacto que las bombas israelíes sobre la nación: han generado el cierre total o parcial del 40% de las fábricas y empresas, causando la pérdida de cientos de millones de euros a la economía y llevando a sus trabajadores (sin derecho a sindicarse) al desempleo y desesperación. Esta situación sí que podrá poner fin al régimen, definitivamente.

– Crisis de legitimidad: que el Caudillo y el jefe de las fuerzas armadas, Ali Jahmenei, se escondiera junto con su familia en un búnker, desde el primer día de la guerra hasta semanas después, dejando en manos de su dios a 85 millones de iraníes, sin refugio ni siquiera alarma de avisos de ataques, arrastró su imagen por el suelo, incluso entre su propia base social. El humor iraní le localizó en el núcleo exterior de la Tierra. 

Las redes sociales iraníes buscaban al Comandante de las Fuerzas Armadas, el Ayatolá Jamenei, durante los bombardeos de Israel sobre Irán. 

– La desaparición del «Estado», cuyas principales funciones son prestar servicios públicos, mantener la seguridad y regular la economía: la TCHI y la pseudoizquierda que la defiende en Occidente presumían de que, si bien los ayatolás no han proporcionado a los iraníes libertad, bienestar e igualdad, al menos han garantizado su seguridad, tachando de «revolución naranja» cualquier protesta de los oprimidos iraníes. ¡Ni eso pudieron hacer! ¡El emperador desnudo! El califato islamista no era un Estado, porque el islam es una religión, además nacida hace 1400 años, en una sociedad tribal en Arabia, y sin que haya sido adaptada a los tiempos.   

– Colapso en el discurso de la élite: de negar la existencia de la «nación iraní», sacrificada ante la inexistente «comunidad musulmana» (en el Líbano, Siria, Irak, etc.), la TCHI pasó, en los días de la guerra, a la apología del nacionalismo persa, identificando la teocracia con Irán. Justo un día después del alto el fuego, volvió a atacar a los iraníes, arrestando a unos 2000 para luego seguir con las ejecuciones de un promedio de cinco iraníes por día, que refleja los dos choques de civilizaciones entre la sociedad iraní y los representantes de Alá. 

– Crisis económica, quese agravará con las nuevas sanciones de EEUU. Hoy, un millón de riales equivale a un euro y la inflación oficial roza el 43%. Los altos cargos de la TCHI rentista no están dispuestos a compartir su fortuna ni con su propia base, los camiscie nere, y estos han empezado también a manifestarse, atomizando el totalitarismo religioso. En 1977, un año antes de la caída del Sha, en un Irán reserva mundial de petróleo, la crisis hizo desaparecer la cebolla —imprescindible en la gastronomía persa— y me acuerdo de que los chicos que conducían Mercedes Benz, para conquistar a las chicas amadas, les regalaban, no un diamante, sino cestos de cebollas.

– Crisis de la élite: el debate de antes de la guerra sobre la sucesión de Jamenei ha sido aparcado. Él y los hombres que iban a sucederle ya son cadáveres políticos, y EEUU le busca un recambio, que podrá ser un militar con puño de hierro para evitar el caso, que es lo que preocupa a Trump. Esta figura también era la favorita de Barack Obama: protegió al general Qasem Soleimani de un «asesinato selectivo» del Mossad. Con él, el Pentágono compartía el poder en Irak y Siria, donde Washington y Teherán cohabitaban bajo el pretexto de la «lucha común contra Daesh». 

El «general Al Sisi» iraní podrá salir de las filas del Artesh, el ejército clásico iraní. Dos datos fortalecen esta idea: 1) Que Jamenei (rodeado de asesores camuflados del Mossad) designara al general Abdolrahim Musavi del Artesh, que no de los CGRI, como jefe de todas las fuerzas armadas, y 2) que Israel solo eliminase a los Guardianes Islámicos y a ninguno del Artesh. 

Indicios del ataque final 

En la agresión militar de octubre de 2024, unos 100 aviones israelíes destruyeron cerca de 30 bases militares; en junio del 2025, todas las instalaciones nucleares fueron bombardeadas, y una veintena de mandos militares asesinados: algunos con precisos ataques de drones a sus dormitorios, y otros en atentados en las reuniones trampa (a las que habían sido convocados por los agentes infiltrados del Mossad). El caso del general Ali Shadmani parece sacado de una película de ficción: su hija Mahdiyeh desmiente al comunicado oficial, que vincula su asesinato a un bombardeo, y afirma que Israel había identificado a su padre pirateando los datos del laboratorio donde se había hecho una prueba de ADN. Luego, localiza su lugar oculto y, una vez que ve que se escapa, le persigue por las calles de Teherán, pirateando las cámaras de tráfico del ayuntamiento, para atacarle con un dron. «Se parecía a un erizo», dijo su hijo Ehsan al ver el cuerpo de su padre con metralletas incrustadas. ¿Significa que el suelo de Irán, al igual que su cielo, está bajo el control de Israel

– La noticia, verdad o mentira, de que los ayatolás salvaron los 400 gramos de uranio enriquecido de los bombardeos, es el principal pretexto para el siguiente ataque. Además,   

– No hubo un «alto el fuego» oficial, sino una pausa temporal del conflicto, y en parte debido a que Trump impidió que Netanyahu asesinara a Jamenei. 

– La insistencia de Jamenei en su «derecho» de enriquecer el uranio (cuyo coste de miles de millones de dólares ha empobrecido al 85% de la población, engordando a la mafia e industria «nuclear-militar» nacional e internacional). ¿Querrá calentar su casa quemando sus vigas de madera? ¿Y qué pasa con el derecho de un pueblo de tener seguridad, libertad, bienestar y paz? Trump la calificó como «estúpida», prometiendo detenerlo de inmediato. «¿Por qué este hombre está dispuesto a destruir su país, sepultar a miles de sus ciudadanos bajo nuestras bombas e incluso perder su propia vida por la obsesión de separar los isótopos del uranio?», se preguntaría el presidente.

– En su visita a la Casa Blanca, el ministro israelí de Asuntos Estratégicos de Israel, Ron Dermer, reveló que Trump apoyaría una nueva acción militar contra Irán, sujeta a ciertas condiciones; carece de importancia cuáles son. 

– El rearme acelerado de Israel. Está aumentando su producción de misiles Arrow, mientras recibe más armas y equipo militar de EEUU. Irán está recurriendo a China para renovar su arsenal, aun sin éxito. 

– EEUU no permitirá que ningún país amenace a Israel, ni mucho menos con misiles o armas nucleares. Si Washington aceptó las bombas de la República Islámica de Pakistán, era porque apuntan a la India, un país no alineado y entonces aliado de la URSS. 

El próximo ataque de EEUU-Israel tiene dos objetivos principales: 

1) Acabar con los ayatolás, que, por su aspiración a ser autónomos de EEUU, se han convertido en un factor desestabilizador para el transporte del petróleo y gas del Golfo Pérsico y Eurasia al Mediterráneo. Su propósito final es reducir el peso de Rusia en el mundo y controlar el suministro de energía a China. 

2) Desintegrar Irán. Un país grande, rico y una sociedad avanzada que, bajo cualquier régimen, siempre será un rival o una amenaza para sus intereses. 

Para ello, EEUU va despidiendo al útil yihadismo, para sustituirlo por el ejército israelí, que está haciendo «el trabajo sucio» por «todos nosotros» en Irán, en palabras del canciller alemán Friedrich Merz. 

Jamenei y Netanyahu desaparecerán tras cumplir su misión: haciendo el trabajo sucio para el imperialismo estadounidense. 

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