La historia demuestra que el apoyo de los evangélicos a Trump no era una mera transacción, sino que responde a un ideal combativo que pone a la masculinidad blanca en cabeza. Su influencia no se limita a EE UU
Solo unas semanas antes de las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016, los expertos políticos y los líderes religiosos se sentían confusos: ¿cómo era posible que los cristianos evangélicos traicionaran sus valores para apoyar a un hombre como Donald Trump? ¿Cómo era posible que la autoproclamada “mayoría moral” votara a un hombre divorciado dos veces que presumía de sus agresiones a mujeres, se burlaba de sus rivales, mentía con frenesí, disfrutaba siendo vulgar y se jactaba de su “virilidad” en la televisión nacional?