Con la regulación devuelta a los estados, la atención se vuelve a cinco referendos
El control del Congreso en Washington abrirá una pelea por la legislación federal
El terremoto que provocó el Tribunal Supremo de Estados Unidos este verano al derogar la protección constitucional del derecho al aborto y devolviendo la regulación a los estados sigue dando sacudidas. Ese movimiento sísmico está jugando un papel trascendental en las elecciones legislativas del 8 de noviembre, aunque menos determinante de lo que esperaban inicialmente los demócratas. Y el futuro del aborto en el país depende de lo que suceda el martes, especialmente en los cinco estados con referendos sobre el aborto pero también en las elecciones que renuevan toda la Cámara Baja y un tercio del Senado en Washington.
Desde la sentencia del Supremo 14 estados han hecho prácticamente inaccesible el aborto y en Georgia ha quedado reducido al mínimo, dejando sin acceso a una de cada tres mujeres de entre 15 y 44 años en esos estados. En los 100 primeros días tras la decisión, 66 clínicas de todo el país se han visto obligadas a dejar de practicar las intervenciones, incluyendo 26 que han tenido que cerrar definitivamente sus puertas. Y se suceden historias que muestran el impacto real: del acoso al médico que practicó en Ohio un aborto a una niña de 10 años que había sido violada a médicos que dudan a acabar con embarazos ectópicos por miedo a sufrir consecuencias legales u hospitales que suman a sus filas abogados para que determinen si está legalmente justificado realizar intervenciones en casos en que la vida de la madre corre peligro.
El espejismo de ‘roeviembre’
El rechazo mayoritario de la población a esos vetos dio en verano un considerable impulso al Partido Demócrata en las carreras de las ‘midterms’. Hasta septiembre se esperaba lo que se había bautizado como “roeviembre”, un juego de palabras con la sentencia de Roe v. Wade que tumbó el Supremo y el mes de las legislativas. Con la formación volcada en hacer central el tema del aborto en las campañas de sus candidatos, y dedicándole una inversión 20 veces mayor de la que se empleó en las legislativas de 2018, hubo esperanzas de mantener el control de las dos cámaras del Congreso. Pero la estrategia, que algunas voces dentro del propio partido avisaban que era equivocada, empezó a pinchar en octubre.
En las últimas semanas, los demócratas han tenido que cambiar el paso para hacer frente a otros temas que se han probado más importantes para muchos votantes y que están explotando con acierto los republicanos, como la inflación, el crimen o la inmigración. Pero pese a ese retroceso, el aborto sigue siendo central. Los datos de nuevos votantes demuestran que desde junio se han registrado más demócratas, más mujeres y más jóvenes. Y las encuestas ratifican también que la defensa del derecho al aborto es uno de los temas que más mueven a los independientes, un factor clave cuando los indecisos son cada vez más una especie en extinción en el polarizado panorama electoral estadounidense.
La actitud de los republicanos al abordar el aborto en la campaña también muestra la conciencia entre los conservadores del impacto negativo que sus posturas, pese a contar con un inquebrantable respaldo entre sus bases, pueden tener en las carreras más disputadas. Tras primarias donde para imponerse defendieron las posturas más extremas respecto al aborto, muchos han estado editando o eliminando esas referencias de sus páginas webs o moderando su mensaje. Un memorando enviado por el Comité Nacional Republicano animaba a dejar prácticamente de lado el aborto y concentrarse en la subida de los precios y el crimen violento.
No obstante, no todo se da por perdido. Los estrategas del partido distribuyeron un documento con directrices urgiendo a los republicanos a tratar de cambiar el guion y definir a los demócratas de “extremistas”. Y hasta Herschel Walker, el aspirante republicano al Senado en la determinante elección en Georgia, ha conseguido no hundirse y mantener al filo su disputada carrera pese a verse salpicado por el escándalo tras ser acusado por dos mujeres de haberles pagado abortos.
Washington y los estados
El control del Congreso en Washington, que las encuestas ponen en manos republicanas, tendrá un impacto decisivo en el futuro del aborto. El presidente Joe Biden prometió que su primera iniciativa legislativa tras las midterms sería proponer regular la protección federal del derecho al aborto. El planteamiento siempre sonó a entelequia, especialmente por la vigencia del filibusterismo que obliga a tener 60 votos en el Senado, pero se aleja aún más ante el avance de los republicanos.
Una encuesta este mismo jueves da a los conservadores el control de la Cámara Alta además del ya ampliamente proyectado de la Cámara Baja. Y si llega ese esperado control los republicanos podrían revivir la propuesta de ley que presentó en septiembre el senador Lindsey Graham para prohibir a nivel federal la interrupción del embarazo después de las 15 semanas de gestación, que inicialmente fue recibida con frialdad incluso entre algunos de sus correligionarios.
De momento, en cualquier caso, la regulación está en manos de los estados y por eso este martes la atención se vuelve especialmente a los cinco que celebran referendos sobre el aborto: Michigan, California, Vermont, Kentucky y Montana.
El de Michigan es el que se considera mas trascendental. En el disputado estado bisagra se vota la Propuesta 3, que regularía el acceso al aborto hasta que el feto sea viable e impediría que se implantara en el estado un veto de 1931 que no hace excepciones ni en casos de violación ni incesto ni riesgo para la salud de la madre (la única es si está demostrado que corre peligro la vida de la mujer). Y no solo se espera que sea aprobada, sino que está impulsando las carreras de la congresista Elissa Slotkin y de la gobernadora Gretchen Whitmer ante sus rivales republicanos.
Se espera que sean aprobadas también las medidas de California, que incluiría las protecciones al aborto en la constitución estatal y además cubriría el derecho a anticonceptivos, y Vermont, un estado también progresista donde incluso el gobernador republicano apoya añadir una frase a la constitución local.
Aunque los republicanos sufrieron un duro revés este verano, cuando en Kansas los ciudadanos del mayoritariamente conservador estado rechazaron contundentemente en una votación 59-41% un cambio en la constitución estatal que había explicitado que no asegura o protege el derecho al aborto, ahora esperan poder conseguir imponerse en Kentucky, que vota en referendo ese mismo cambio. Mientras, en Montana, su apuesta es una medida de complicado lenguaje que criminalizaría e impondría multas de hasta 50.000 dólares a médicos que practique abortos de “niños nacidos vivos”.