La prohibición desata carcajadas y también las primeras sanciones entre el profesorado.
La ambigüedad de la orden ministerial es el gran problema con el que se están encontrando la mayoría de los centros escolares a la hora de controlar al alumnado. ¿Cual es la línea que separa una sonrisa de una risa?, ¿Consideramos baile al balanceo natural de una alumna subiendo por una escalera? ¿Hay que evitar las series de estornudos demasiado prolongadas? ¿Que hacemos con las risas por Whatsapp?, ¿Atacamos al chiste o a su efecto? se preguntaban ayer en la Asamblea Nacional extraordinaria de Profesores Estupefactos. La imprecisión en cuanto a intensidad, sonoridad y gestualidad preocupa a los docentes y desconcierta a los escolares. ¿Y si ríen hacia dentro?, apuntaron los profesores de Ética.
Los maestros se preguntaban también si debían censurar la efusión de un alumno que celebre el gol en propia puerta del equipo contrario, teniendo en cuenta que aunque no ría o baile, sí está mostrando una actitud alegre y poco cercana al recogimiento y a la pesadumbre. Al parecer, el concepto “alegría” no se menciona ni se regula en la orden del ministerio, “a pesar de que tanto la risa como el baile llevan implícito el gozo y el júbilo”, apuntan en la Asamblea.
El propio ministro de Educación, José Ignacio Wert, ha convocado una rueda de prensa extraordinaria para intentar aclarar las numerosas dudas del colectivo. “Lo único que estoy diciendo es que no quiero ver alumnos descojonándose o moviendo las caderas mientras crucifican a un señor, aunque sepamos que luego va a resucitar y salir disparado hacia la estratosfera”, ha declarado el ministro. “Joder”, han dicho los profesores mediante una nota de prensa. “Hostia, por favor”, han añadido las Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos.