¡Ya está bien de tanta falacia!. EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA, es la asignatura que el gobierno socialista de Rodríguez Zapatero implantó en la educación de nuestros hijos y nietos tal y como se ha hecho en toda Europa, ni más, ni menos; y en ella se pretendía enseñar los Derechos Fundamentales, pero ha recibido un duro ataque de la Iglesia Católica y de determinados dirigentes del Partido Popular (como no podía ser de otra manera), propugnando la objeción de conciencia de los padres, hasta llegar a decir, por boca de un Obispo, que esa asignatura en concreto, representa “el mal”.
Y nos gustaría preguntarle a ese Sr. Obispo: ¿Dónde está el mal?. La asignatura se dividió en tres ciclos: El de Enseñanza Primaria, el de los tres primeros cursos de la ESO y el cuarto de la ESO.
EL PRIMERO CICLO, tenía por contenido:
Ø La libertad y la responsabilidad en la toma de decisiones, los derechos del niño.
Ø El reconocimiento y el aprecio de las diferencias de género.
Ø La expresión y el control de las emociones.
Ø La identificación de los rasgos de la diversidad cultural y religiosa.
Ø Principios de convivencia establecidos por la Constitución y los hábitos cívicos.
EL SEGUNDOy TERCER CICLO:
Ø Sobre la base común de preparación para debates, exposición de opiniones.
Ø Evaluación crítica, participación en la escuela y búsqueda de información sobre los Derechos Fundamentales de las personas, basado en la Constitución y la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Ø Respeto a las opciones laicas y religiosasde los ciudadanos.
Ø Funcionamientos de los regímenes democráticos.
Ø Dimensión humana de la sexualidad.
Ø La valoración crítica de la división social y sexual del trabajo y de los prejuicios sexistas.
Ø Crítica de los estereotipos que supongan discriminación entre hombres y mujeres.
Ø Causas del racismo y violencia de género.
Ø Respeto y cuidado del medio ambiente.
Ø La circulación vial.
Ø El consumo racional y los conflictos del mundo actual.
¿A dónde vamos ahora con el invento de la LOMCE?. ¿Dónde está el mal de la Educación para la Ciudadanía?.
Está claro. Todas las religiones monoteístas: Judaísmo, Cristianismo e Islamismo, están en contra de la “modernidad”, que es su enemigo más directo, pero a decir verdadel hombre moderno, aunque no queramos reconocerlo es hijo de la Revolución Francesa con su lema: LIBERTAD, FRATERNIDAD y LEGALIDAD.
Contra este lema luchó el régimen absolutista y muy destacadamente la Iglesia, cualquiera que sea (es decir, la religión positiva). Las sociedades modernas han constituido un Estado social de derecho, donde la soberanía reside en el pueblo, los gobernantes se eligen libremente por todos los ciudadanos; el Estado no puede ser confesional sino laico y lo dice hasta el Papa Francisco I (o no), se debe tolerancia con todas las creencias y se debe regir la sociedad por el pluralismo político y moral, cosa que ha vuelto a repetir recientemente nuestro Papa Francisco I en su viaje a Brasil.
En el antiguo régimen, el poder venía de Dios y a través de él, el Rey, y como intermediario entre Dios y el hombre, el “sacerdote hombre”, que es lo que la iglesia actualmente pretende; menos mal que ya llegó quien tenía que llegar a la Iglesia, que no es otro que el sacerdote bueno (Papa Francisco I) que pretende realizar su labor pastoral según le encargaron hace ya más de veinte siglos y hasta nuestro paisano, el reciente Secretario y portavoz de los obispos D. José María Gil Tamayo; a quien felicito personalmente y le deseo todo lo mejor desde esta columna.
La religión es irracional por naturaleza con sus “misterios” que hay que creer, aunque no se entiendan, y no es que no lo podamos entender o comprender, es que son sencilla y llanamente desaciertos de la irracionalidad. A partir de ahora, muchos lo van a tener que entender.
Hay filósofos que coinciden en señalar que las religiones monoteístas como la nuestra, pertenecen a las religiones de la salvación, que deben conducir de una realidad temporal a otra eterna, y para conseguirlo imponen una serie de condiciones y reglas de conducta con el fin de obtener cierta transformación del “yo”.
Obligaciones muy estrictas sobre ritos, alimentos y sexo, de aceptar ciertos libros sagrados como verdad permanente era de obligado cumplimiento, pues vienen de Dios o de sus profetas, aceptar decisiones de las autoridades religiosas como infalibles, y no solo es suficiente con creer, sino que además había que “demostrar públicamente estas creencias”, no en balde durante el franquismo, iba la gente a misa de 12 los domingos, para que los vieran salir de las iglesias.
La Iglesia con su autoridad infalible, ha condenado y perseguido a la Democracia, al liberalismo y al libre pensamiento; ha prohibido el proselitismo de otras religiones, y quemado a herejes y homosexuales. ¿Os acordáis de Torquemada?, nunca condenó a la esclavitud, pero siempre han discriminado a la mujer y obligado “moralmente” (a través de sus padres adoctrinados y el miedo a condenarse) a niños y jóvenes a la vejación y humillación de arrodillarse ante otro hombre y confesarle sus pensamientos y actos más íntimos. ¡Qué barbaridad!.
La Iglesia siempre ha protegido a los tiranos católicos, como por ejemplo, con Mussolini hizo el Tratado de Letrán, a Hitler y al Presidente portugués Américo Thomás los admitieron sin más, y a Franco le llevaban bajo palio, pues era Caudillo por la gracia de Dios, como rezaban sus monedas, y dieron la pública comunión a los genocidas Videla y Pinochet, etc. ¿Dónde estará la conciencia de los que aplaudían a aquellos personajes?.
Ahora dicen, que solo ellos pueden adoctrinar, a través de los padres, aunque no se pueda encontrar una sola frase en el programa, ni en ningún texto de esta asignatura de EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA Y LOS DERECHOS FUNDAMENTALES, de adoctrinamiento alguno ni político, ni moral.
Ellos, que admitieron al régimen dictatorial en España, sin elecciones libres, ni partidos políticos, sin sindicatos, con censura previa y férrea, con penas de muerte sin juicio previo, con una asignatura de los Principios Fundamentales del Movimiento (fascista); ahora, los intolerantes durante siglos y siglos, dicen que enseñar y practicar el diálogo sobre la convivencia democrática basada en la tolerancia y el pluralismo, es “adoctrinamiento estatal”. ¡Claro!, con ciudadanos libre pensadores se van a quedar sin “fieles”.
Desde luego estamos muy lejos de aquella funesta manía del adoctrinado Fernando VII, que decía aquello de que “es más fácil creer que pensar”. Pero educar para ciudadanos LIBRES, IGUALES y SOLIDARIOS, es tarea de una sociedad democrática y moderna, y eso es lo que debemos exigirnos para nuestra sociedad.