No me explico por qué la jerarquía de la Iglesia católica está contra la enseñanza de buenas maneras ciudadanas. Me refiero, claro está, a su oposición a la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Esta oposición indica varias cosas sobre la sociedad que no son ciertas. Se supone, por ejemplo, que en la clase de religión, que suele ser la católica, se da suficiente educación a los jóvenes para que sean unos ciudadanos de comportamientos cívicos y solidarios, además de castos y obedientes a los mandamientos de la Iglesia católica. No hay, sin embargo, ninguna evidencia empírica que avale esta suposición. Los jóvenes formados en las escuelas de la Iglesia son tan maleducados, en el sentido tradicional del término, como los formados en escuelas laicas. Yo vivo en la parte alta de Barcelona, donde se asientan la mayor parte de los colegios católicos elegantes de la ciudad. En mis idas y venidas comparto transporte público con la juventud en edad escolar. En esos medios de transporte nunca ningún joven o niño me ha cedido el asiento por razón de mi edad. Ni siquiera me lo han cedido (ni lo he visto ceder a otros) quienes ocupaban los asientos reservados a personas mayores, enfermas o madres embarazadas. A estos jóvenes que atienden escuelas católicas se los puede ver ofreciendo las mismas exhibiciones eróticas que ofrecen muchas parejas en lugares públicos. Y se les puede oír lenguaje obsceno y malsonante, burlas a minusválidos y emigrantes. Se saltan leyes del tráfico y, en general, tienen comportamientos poco cívicos. No sabría decir si esta falta de educación se debe a que son católicos o a que son ricos. En todo caso, esa juventud necesita un buen entrenamiento en educación cívica y buenas maneras. Parece que la enseñanza de religión no basta.
Las nuevas cruzadas político-religiosas. Del Éxodo al Apocalipsis · por Roberto R. Aramayo
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