Los datos y los hechos. Dos guardias civiles, pertenecientes a la Asociación Española de Guardias Civiles (AEGC), llegaron a pie a Zaragoza desde Alcalá de Henares. 300 kilómetros a pie, en ocho etapas, para pedir horarios y retribuciones equiparables a los del Cuerpo Nacional de Policía.
La confusión. Dichos agentes han declarado que, al divisar Zaragoza, se pusieron contentos por “el especial vínculo" existente entre la Benemérita y la Virgen del Pilar. Uno de ellos portaba un ramo de flores para ofrecerlo a la Virgen, patrona del Cuerpo. Su compañero llevaba un cartel en el que podía leerse: "Lo que el ministro no quiere dar, se lo pedimos a la Virgen del Pilar".
La conclusión. Muchos ciudadanos comparten y apoyan las reivindicaciones de esos dos guardias civiles, dirigidas a la mejora de las condiciones profesionales y la calidad de vida de unos trabajadores. Pero a la vez se percatan de que esos agentes, quizá también su asociación y una buena parte de la Guardia Civil no se han enterado aún de que España es un país constitucionalmente aconfesional y de que las instituciones del Estado (incluida la Guardia Civil) debe respetar y cumplir su carácter institucionalmente aconfesional.
Aclaración. Las devociones personales pertenecen al ámbito privado y en ningún caso han de formar parte del ámbito público, perteneciente a toda la ciudadanía sin distinciones y sin privilegios. Por ello, si entregan un ramo de flores y esperan soluciones de una Virgen católica solo podrán hacerlo como personas individuales, y no como miembros de la Guardia Civil.