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Diversos colectivos sociales, entre ellos Europa Laica, claman contra las agresiones sexuales en la iglesia, ¡verdad, justicia y reparación!

Los colectivos, organizaciones y entidades, creyentes y no creyentes, abajo firmantes,

ESCANDALIZADOS por la plaga de agresiones sexuales, sobre menores y sobre personas adultas,  practicadas por miembros de la Iglesia Católica, cuyo número y forma poco a poco van saliendo a la luz;

DECEPCIONADOS por la falta de medidas concretas y efectivas para atajarlos, que se ha evidenciado en la reciente Cumbre Vaticana de obispos y cardenales (Feb, 2019), en ausencia clamorosa de las víctimas que debieran haber sido los principales protagonistas;

IRRITADOS por los desplantes de algunos líderes de las Conferencias Episcopales, como el presidente de los obispos españoles, Sr. Blázquez, que sigue diciendo no tener competencias para luchar contra semejante plaga de delitos, al parecer ni siquiera en su propia diócesis;

INDIGNADOS ante la política eclesiástica de la omertá, es decir del encubrimiento, para salvaguardar el buen nombre de la institución sin atender al daño causado a tantas personas inocentes…

DENUNCIAMOS

  1. La coacción, las agresiones y los crímenes que tantos clérigos –sacerdotes, monjes, obispos o cardenales- han protagonizado y continúan practicando contra niños, niñas, adolescentes y jóvenes indefensos, como una epidemia de delitos, contraria a los Derechos Humanos y antagónica con los valores más básicos del Cristianismo.
  2. El delictivo encubrimiento o inacción de los obispos, en sus respectivas diócesis, ante tamaño y extendido crimen. Un silencio que contrasta con su locuacidad contra el colectivo LGTBI, contra la llamada “ideología de género”, el aborto, el divorcio, el matrimonio de los sacerdotes, el sacerdocio de las mujeres, las parejas de hecho, el matrimonio igualitario, los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres,… etc. La misma Cumbre Vaticana antes citada (Febrero, 2019) ha eludido cualquier medida práctica y vinculante contra la pederastia en toda la Iglesia. En palabras de una de las víctimas “han legalizado ante el mundo su intención de seguir ocultando y permitiendo los abusos en su seno”.
  3. El desamparo de las víctimas de agresión sexual y sus familias, cuyos testimonios han sido con frecuencia desoídos, acallados a cambio de dinero, o calificados de falsos a pesar de sus reiteradas denuncias.
  4. La responsabilidad que sobre estas prácticas delictivas, le corresponde al discurso teológico y moral dominante en la Iglesia institucional, que deliberadamente ignora el desarrollo de la conciencia ética universal y su plasmación en nuevos códigos como la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Ello explica, por ejemplo, el lamentable y ofensivo comentario del propio Papa Francisco quien, tras declarar que quiere poner fin a este estado de corrupción en la Iglesia, cede a la tentación de justificar la intervención de una mujer en la Cumbre Vaticana con un argumento inasumible para el mundo moderno: ”Invitar a hablar a una mujer, no es entrar en la modalidad de un feminismo eclesiástico, porque a fin de cuentas “todo feminismo termina siendo un machismo con faldas”. Unas palabras sólo concordantes con la línea ideológica de los partidos de la extrema derecha, como VOX en España.
  5. Como caso especial, porque es uno de los más silenciados, merece idéntica repulsa el de las violaciones sexuales a decenas y decenas de religiosas a manos de clérigos varones, en diferentes países.
  6. Denunciamos finalmente la discriminación de que son objeto las mujeres por parte de la jerarquía católica, tanto en el seno de la Iglesia, como en la misma sociedad. Las discriminan cuando las niegan el sacerdocio o las prohíben su participación en órganos de representación, las excomulgan cuando abortan, las agreden cuando enarbolan una batalla contra eso que llaman ‘ideología de género’, y guardan sospechoso silencio frente a tantos feminicidios y actos homofóbicos.

Para entender mínimamente el porqué de este drama, la iglesia Católica debe hacer un examen sobre las causas y mecanismos que han conducido a esta situación y no limitarse a lamentar sus consecuencias o refugiarse en actitudes defensivas. Y, como consecuencia, asumir al menos dos grandes retos hasta ahora menospreciados:

  1. Cambios de raíz en la formación del clero. Es preciso reconocer, como señala Drewermann, que uno de los mecanismos que más influyen en los comportamientos agresores de los clérigos es “un desarrollo enfermizo de la personalidad y la sexualidad, fruto de una educación eclesiástica que reprime los sentimientos y las emociones, impidiendo la maduración personal”. Y que la causa de este perfil del clérigo radica “en los mecanismos de poder de la estructura eclesiástica, que actúan de forma autoritaria para mantener el poder de una jerarquía que exige sumisión a todos los católicos. Un autoritarismo eclesiástico edificado sobre el concepto de obediencia, entendida como sumisión incondicional a los superiores”.
  1. Acabar con la impunidad de que han gozado los clérigos. La Iglesia ha de asumir definitivamente el nuevo paradigma de la sociedad democrática, según el cual la ley es única e igual para todos sus miembros, sin que quepan otro Derecho y otra Justicia que la civil. Ni el Derecho Canónico ni la Jurisdicción eclesiástica pueden sustituir, ni menos contravenir, el Estado de Derecho. Las agresiones sexuales son delitos, no sólo pecados, para la sociedad democrática.

Para ello, la Iglesia Católica ha de poner en marcha con carácter inmediato medidas concretas como:

-la aplicación efectiva del principio de tolerancia cero para todos. Que el cura o religioso que haya sido condenado por abusar en alguna ocasión de un menor, sea expulsado del sacerdocio. Y exactamente lo mismo para cualquier obispo que haya encubierto los abusos de un sacerdote

-la  obligatoriedad de trasladar a la justicia civil todos los casos de abusos de los que tienen conocimiento las diócesis y la Congregación para la Doctrina de la Fe.

-la reforma de la ley canónica para eliminar el secreto pontificio.                                      -la no prescripción de los delitos de  pederastia,                                                                           -el libre acceso a los archivos de las distintas diócesis,                                                              -la abolición definitiva del celibato obligatorio,

Y, sobre todo, aceptar la crítica que llega desde las propias víctimas. Es a su     autoridad a la que han de someterse el papa, los obispos y todo el clero.

Por todo lo cual EXIGIMOS                    

  1. Que todos los casos de agresiones sexuales, siendo como son delitos, sean puestos por los responsables eclesiásticos, en manos de la justicia civil. (Fiscalía y Juzgados)
  2. Que se cumpla íntegramente el sistema ya universalizado de “Verdad, Justicia, Reparación y garantías de no Repetición’.
  3. Que el Vaticano acepte la creación urgente de una COMISIÓN DE LA VERDAD sobre Agresiones Sexuales en medios eclesiásticos, con sus secciones específicas en cada país, conformada por personas sin responsabilidades o cargos eclesiásticos, y con presencia cualificada de las víctimas de las agresiones sexuales, para que pueda llevar a cabo las indagaciones que correspondan a fin de elaborar un relato fidedigno sobre la magnitud del problema, sus causas, las responsabilidades contraídas, las adecuadas medidas de reparación a las víctimas y las recomendaciones de los cambios estructurales que corresponda implementar en la Iglesia Católica.

CONTRA LAS AGRESIONES SEXUALES EN LA IGLESIA CATÓLICA,

¡VERDAD, JUSTICIA Y REPARACION!

Madrid, abril de 2019

Colectivos firmantes:

Cristianas y Cristianos de Base de Madrid, Redes Cristianas, Mujeres y Teología, Somos Iglesia, Asociación Teólogos y Teólogas Juan XXIII, Católicas por el Derecho a Decidir, Cristianos por el Socialismo, -Comunidades Cristianas Fe y Justicia del País Vasco, Europa Laica y Asociación Proderechos Humanos de España

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