Y el Papa.
Y la Iglesia Católica.
Y los cardenales.
Y los obispos, y los arzobispos.
Y los curas.
Y las monjas.
Y todas las Iglesias del mundo.
Y los banqueros.
Y los integrantes del Club Bildeberg.
Y los antiabortistas.
Y los antimuertedigna.
Y los financieros.
Y los mercados, sean quienes sean sus integrantes.
Y el 95% de los políticos.
Y la policía.
Y los padres de los policías.
Y los hijos de los policías (Salvo Joaquín Sabina).
Y las mujeres de los policías.
Y los huelguistas del fútbol.
Y los colegios no públicos.
Y los inmigrantes.
Y las amas de casa.
Y el 95% de los médicos.
Y el 95% de los padres, en relación a sus hijos.
Y el 100% de las madres (Salvo Binah).
Y los trabajadores.
Y los empleadores.
Y los brujos.
Y los curanderos.
Y los adivinos.
Y los supersticiosos.
Y el 98% de los medios de comunicación.
Y los falsos demócratas.
Y todo el que tiene más de 50 años.
Y los astronautas.
Y los americanos.
Y el 50% del 15-M.
Y el 98% de los jueces.
Y los que dudan de los jueces (y se creen que son de izquierda).
Y las mujeres hermosas.
Y los hombres hermosos.
Y los ahorradores.
Y los peregrinos.
Y los que ven la televisión.
Y los viajeros.
Y los niños.
Y las buenas familias.
Y todos los santos. Y los beatos.
Y todo el que se pone una gorra, aunque sea de aparcacoches.
Y todas las pandillas y bandas.
Y los del botellón.
Y los padres de la novia.
Y todos los que dice que ya no hay derecha ni izquierda.
Y los apolíticos.
Y todos los que dicen que esto no es una democracia.
Y todos los que no son capaces de demostrar lo contrario.
Y los toreros.
Y todos los Reyes que ha habido en España.
Y todos los enamorados.