Como ya sabrá el lector de El Obrero, Dionisio Correas Fernández (1883-1958) fue maestro nacional, fundador de la Asociación de Maestros Laicos de Madrid y estuvo en la creación de la Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza de la UGT, además de pertenecer a la Agrupación Socialista Madrileña. En la guerra civil tuvo distintas responsabilidades educativas, y fue depurado al terminar la misma. Además, perteneció a la Masonería, en la Logia Ibérica de Madrid. Nos hemos acercado a sus estudios históricos en Acción Socialista, pero, además de su vocación intelectual vinculada al movimiento obrero, también era maestro, como hemos indicado, y la preocupaban muchos los niños, en la misma línea que el socialismo español, asunto que también hemos tratado en este diario digital, y también para esta misma época de la década de los años veinte.
Precisamente, en el mes de septiembre de 1926, nuestro maestro insertó un artículo en El Socialista sobre el comienzo del curso escolar con una serie de reflexiones sobre los problemas de escolarización en aquella época.
En primer lugar, Correas quería que el Estado creara oficinas de orientación profesional, encargadas de proporcionar a los alumnos la información necesaria para que cada uno pudiera elegir la profesión adecuada en función de sus aptitudes. Era algo que ya existía en otros países, y que, según explicaba, estaban reclamando ya los padres en España justo en el momento en el que preguntaban a los maestros de escuela sobre el futuro de sus hijos cuando terminaban la escolarización.
Por otro lado, observaba que muchas madres iban de escuela en escuela en primaria buscando una plaza para sus hijos, constatando la falta de puestos escolares. Era algo que había que solucionar de forma rápida.
Correas era muy contrario al sistema de oposiciones imperante en el momento para cubrir los puestos de maestros en los nuevos grupos escolares de Madrid. Consideraba, y eso no deja de llamarnos la atención desde nuestro presente, que las escuelas privadas elegían mejor sus maestros porque no solamente se fijaban en las “condiciones de cultura” del candidato, sino en sus “condiciones personales, ya de orden moral, ya de orden social”. Para Correas tan importante era la aptitud profesional, como la moralidad, sociabilidad y capacidad de trabajo de los candidatos.
Por fin, se quejaba que se había vuelto a dar a los organismos municipales (Juntas locales) facultades que habían tenido en otro tiempo en la vida escolar, perdiendo los inspectores de primera enseñanza que, por lo que contaban, era mejor que siguieran teniendo.
Su artículo salió el 20 de septiembre de 1926 en El Socialista.