La Iglesia Católica del siglo XXI está considerada una potencia económica, porque emplea a millones de personas, posee una ingente cantidad de bienes inmuebles y lleva a cabo inversiones de todo tipo a escala global. Sin embargo, esta riqueza no ha sido ajena a la controversia, dados los principios inspirados en el Evangelio que la fundaron. Las finanzas vaticanas han estado rodeadas de escándalos durante décadas. Benedicto XVI inició el camino de las reformas del Banco Vaticano y su sucesor el Papa Francisco continúa impulsando una línea de transparencia para contrarrestar el debilitado compromiso moral de la iglesia católica tras años de opacidad, acusaciones de corrupción y de lavado de dinero.Contenido disponible hasta el 1 de junio de 2014.
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