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Dignidad e indignidad

El Papa lo tiene claro. El sexo, el dinero, las drogas, el porno y el alcohol conforman las cinco “tentaciones” de los jóvenes. En primer lugar, no se debe meter a todos en el mismo saco. Y no parece que estas cuestiones sean una exclusiva del mundo juvenil. Los hay que exhiben el decoro como estandarte y navegan por estas y otras aguas. El dinero da la mano con una cierta facilidad a este tipo de cuestiones. La corrupción tampoco suele andar muy lejos. La erótica del poder económico puede empujar por esos derroteros y actuar como elemento de atracción en este sentido. El acomodo busca excitaciones, evasión y huidas. Eso mismo, desde posiciones sin alto copete, se da en circunstancias en las que se pretenden ahogar las penas con desmesuras de cualquier índole. Pero la auténtica felicidad es otra historia. Es un estado digno y de conciencia.

“Dejad de lado todo lo que es indigno y descubrid vuestra propia dignidad”, afirma Benedicto XVI. Debería referirse, de manera especial, a los profesionales que anidan en el lujo o en los mercados financieros y a muchos de los que ostentan alguna forma de poder. Los abusos de las fuerzas neoliberales contra la clase trabajadora, los falsos demócratas y los dictadores de uno u otro color se llevan el primer premio por méritos propios. Da espanto que el futuro dependa de sujetos de esta especie en buena medida.


Decisiones fáciles
Esto de tomar decisiones difíciles para salir de la crisis sólo perjudica a los que tienen el asiento en el graderío o en ninguna parte. Otros ponen la retaguardia en las mejores butacas y ahí siguen tan contentos. Subir el IRPF a las rentas más altas no está mal, aunque no deja de ser una operación cosmética para dar la impresión de que los ricos también lloran. Este orden de cosas obliga a que los dueños del dinero y los mercados tengan confianza en nosotros. Eso requiere aceptar rayos y truenos a cambio de un plato de lentejas. Uno de los objetivos sagrados es reducir el déficit. Bien, señor gobernador del Banco de España y compañía. Empléense todos los instrumentos disponibles para conseguirlo a nivel estatal, autonómico y local. Que reduzcan drásticamente los gastos no sociales y a partir de ahí se pueden discutir otros aspectos. Esto no es así, claro.


Planes A y B
El plan A del Ejecutivo está en marcha, circula en el tren de los Presupuestos Generales del Estado y empezarán a sentirse sus bondades más contundentemente en 2011. Las “medidas durísimas” para el buen ajuste de las arcas del Estado las aplaude el referido gobernador Miguel Ángel Fernández Ordoñez. ¿Durísimas para quién? La respuesta es sencilla. No sólo eso. Si hubiera que tomar iniciativas adicionales no existe problema y el Gobierno deberá andar ágil por si es necesario un plan B con actuaciones rápidas. La crisis financiera internacional “va a tener una salida con principios progresistas”, afirma Zapatero. Cohesión social, igualdad de oportunidades, desarrollo de los derechos… Que la economía funcione, haya recursos públicos y un mercado sin producir riesgos. Casi nada. Ésta es la predicción meteorológica de la bola de cristal de ZP. “Tardaremos años” en ver la luz y los brotes verdes saldrán con vigor tras los nubarrones oscuros.


La batuta del capital
La ministra Elena Salgado no contempla en principio nuevos ajustes porque confía en que se cumplan sus previsiones. Las autoridades de la Unión Europea mandan y tocan la partitura que dirige la batuta del capital. La economía está controlada por los que la financian. Y ya está. Esto representa una precaria situación, cada vez más acentuada, de los trabajadores, desempleados y pensionistas. La norma es exigir a los demás y no exigirse nada a si mismo. La golfería sigue su trayectoria. Los que controlan la sartén por el mango no arriman el hombro sino el ascua a su sardina. La lucha del ciudadano ha de ser constante y no sirve una huelga aislada que se transforme en pirueta circense.


A merced de las olas
El déficit nos salvó. Eso sí, no significa que no estemos en un pozo. La clave se halla en el saneamiento de las cuentas públicas y en no superar un déficit del 6%, según los jefes del FMI. Los benditos mercados no lo tolerarían el año entrante. Así que la tormenta no tiene arreglo. Si no se alcanzan los objetivos nos castigarán seriamente. Más aún. Y si se consiguen no se paliarán los efectos para las familias. El presente tiene niebla espesa. Las expectativas no mejoran el panorama y nadie sabe cuándo empezará a reducirse el desempleo. Los mercados internacionales y la competitividad son los dioses a quienes debemos rendir culto. La economía no está a nuestro servicio. Nosotros estamos al servicio de ella. Los contribuyentes salvaron a las instituciones financieras, pero el personal naufraga y queda a merced de las olas. La deuda sin pagar paraliza la actividad económica y la estabilidad de uso corriente nos conduce a las recesiones del futuro.


Negocio económico
Dadas las circunstancias, no son nada extrañas las dificultades juveniles para caminar y organizar la vida. Ni resulta sorprendente la generación ni-ni que ni estudia ni trabaja. O los grupos antisistema, un movimiento que, no obstante, ha perdido ideología y ha derivado hacia los destrozos como bien conocen en Barcelona, “capital” de muchos de estos jóvenes de toda Europa. Allí recalará el Papa en su próxima visita a España tras visitar Santiago de Compostela. Rezará, dará misas, bendecirá a la derecha extrema, saludará a la multitud y hará turismo en su “Papamóvil”. Más adelante, en 2011, hará las maletas rumbo a Madrid para la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud. Las contrariedades de la gente joven quedarán resueltas, todos serán felices, comerán perdices y lograrán un trabajo digno y bien remunerado. Todo se compra y se vende. La Iglesia, tal como se presenta, es un método de negocio económico más que espiritual.

Marc Llorente es periodista y crítico de espectáculos

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