El proceso de separatismo lingüístico en el que los constitucionalistas catalanes detectan hispanofobia es fruto de una bien tejida alianza del poder nacionalista con la iglesia católica en Cataluña
En las semanas previas a que Pedro Sánchez sellara con Pere Aragonés, el 27 de julio, un acuerdo para «proteger e impulsar la lengua catalana», la consejera de Justicia de la Generalitat anunciaba el plan de medidas ‘Religions per la llengua‘, el presidente del Govern se fotografiaba con responsables de confesiones religiosas minoritarias y la Abadía de Monserrat era agraciada con la quinta subvención de 166.666 euros en lo que va de año.
Son los penúltimos pasos del procés lingüístico, al que el documento pactado en Moncloa a finales de julio ha dado un empuje. El proceso del separatismo lingüístico en el que los constitucionalistas catalanes detectan hispanofobia es fruto de una bien tejida alianza del poder nacionalista con la iglesia católica en Cataluña, con el trueque indisimulado de monolingüismo por dinero y con unas cifras que responden a la dimensión de la entente Iglesia-Generalitat. El paralelismo, a veces identificación, de fines entre ambas partes no se conocía desde los tiempos del franquismo que añoraba la alianza de la cruz y la espada. Hoy, 11-S, la Diada, analizamos en Vozpópuli los datos.
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Los números cantan: son cientos de miles de euros los que el Govern catalán destina a una iglesia católica con 395 colegios donde estudian en plena inmersión lingüística 252.000 alumnos, más 5.956 templos o centros semejantes desde los que se predica en catalán y se escribe en catalán para tener satisfecho al subvencionador oficial. Del total de ayudas dispensadas por el gobierno independentista a entidades católicas no hay cifra oficial, aunque no baja de los tres millones de euros anuales que se estimaron para el ejercicio 2017. Aparte, las subvenciones a los colegios concertados.
La relación del independentismo con la Conferència Episcopal Tarraconense explica la facilidad con la que cargos públicos de ERC y JxCat han tenido acceso al Papa Francisco. El pasado 15 de junio la consejera de Justicia, Lourdes Ciuró, llevó hasta el Sumo Pontífice el victimismo nacionalista en un breve encuentro para invitarle, casi de hinojos, a la conmemoración del 500 aniversario de la estancia de Ignacio de Loyola en Manresa. La propia consellera colgó en Twitter este vídeo de su emocionante encuentro con el Papa.
Tras informar a Bergoglio de que Monserrat es para los catalanes «un referente espiritual en los momentos difíciles», remató, ya en primera persona: «Nos dirigimos a la Virgen de Montserrat, la Moreneta, para agradecer tanto cuando las cosas van bien como para pedirle ayuda ahora que hemos pasado las horas más graves para nuestro país«. La señora Ciuró, de JuntsXCat, iba acompañada por la consejera de Exteriores del Govern, Victoria Alsina, y la directora general de Asuntos Religiosos, Yvonne Griley. Las tres, junto al delegado de la Generalitat en Italia, presidieron en la Filmoteca Vaticana la presentación del documental El Camí Ignasià,promocionado por el gobierno de Aragonés.
No ha sido esa la primera ocasión en la que Su Santidad ha recibido testimonio directo de los independentistas que combaten al Estado español. El 6 de junio de 2020, con el estado de alarma vigente, Francisco recibió en audiencia a las autoridades municipales de Manresa, que le presentaron el programa del V centenario de la estancia de Ignacio de Loyola, invitándole a los actos.
Al término del encuentro, como se aprecia en el vídeo y celebró en un tuit su autor, el vicealcalde manresano, Marc Aloy, de ERC, entregó al Pontífice Reflexions des de Lledoners, opúsculo espiritualista escrito por Oriol Junqueras en la cárcel donde permanecía en la fecha de la audiencia papal. Aseguró después Marc Aloy, con aquiescencia del alcalde: «Nosotros llevábamos un mensaje, nos llevamos otro mensaje y quien tenga que recibirlo lo recibirá».
Colegios religiosos, subvenciones y el español
La simbiosis de poder político y jerarquía eclesiástica, lo que se llama nacionalcatolicismo, es manifiesta en los intereses cruzados y convergencias en el terreno de la enseñanza y en el de las subvenciones públicas. A la preponderancia de la Fundació Escola Cristiana de Catalunya, con sus casi 400 colegios, se añade que su patronato lo preside Joan Josep/Juan José Omella, cardenal arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal Española.
La fidelidad nacionalista de la fundación, con web corporativa monolingüe en catalán, está asegurada con su secretaria general: Meritxell Ruiz, exconsejera de Educación de la Generalitat, exdirectora general de Atención a las Familias y exdiputada. Ante el conflicto planteado desde la Generalitat para incumplir el 25% de enseñanza en castellano, la FECC dio instrucciones a sus centros de ponerse de perfil ante los padres, remitiéndolos al Departament d’Educació.
Aparte de las subvenciones que reciben por distintas vías los 395 colegios católicos con sus 252.000 alumnos, el Govern tiene un abanico de ayudas económicas para instituciones religiosas, siempre con el requisito de ajustarse a su política lingüística. En ese flujo de dinero público sobresale el lugar sagrado de Monserrat, en el macizo del mismo nombre. Objeto de la curiosidad del Reichsführer Himmler durante su visita en octubre de 1940, mientras Franco y Hitler platicaban en Hendaya; por dos veces parada obligada de Franco para visitar el monasterio (1957) y para saludar a la Moreneta (1966), y siempre lugar de peregrinaje y atracción turística. O de coincidencias simbólicas, como la de Joan Laporta con Oriol Junqueras frente a la basílica, cuando el pasado abril el primero reunió allí a la directiva del FC Barcelona.
Las actividades turísticas, deportivas, de restauración, visitas o de comercio de Monserrat están gestionadas por l’Agricola Regional S.A., aunque la Abadía es objeto de subvenciones específicas a través del Patronato de la Montaña de Monserrat, ente público dependiente de la Presidencia de la Generalitat. La Sindicatura de Cuentas de la Generalitat detectó unas irregularidades en la concesión de 2.000.000 de euros a la Abadía en 2017, que le llevaron a esta conclusión: «El procedimiento de concesión no se ajustó a la normativa en materia de subvenciones, que las subvenciones concedidas no han quedado correctamente justificadas y que se incumplió la normativa de contratación pública».
Aquel informe de la Sindicatura no ha sido óbice para mantener unas subvenciones a la comunidad benedictina de Monserrat, que el año pasado sumaron 1.741.663 euros y hasta final de julio del presente año lleva reconocidas otras por importe de 833.333 euros, todas con el concepto «subvención y entrega sin contraprestación» (cuadros adjuntos). Además, según los datos más recientes, a la Abadía, con canal propio en Youtube, se le han sufragado con 9.668,23 euros la renovación de un ascensor, con 4.948 euros las Publicacions de l’Abadia de Monserrat, S.A. y con 6.000 euros del Institut Català de les Empreses Culturals, la edición de libros.
El actual abad benedictino, Manel Gasch, deja claro en una entrevista el núcleo del nacionalcatolicismo fructificado en Cataluña con estas palabras: «Aquí cada monje piensa lo que quiere, pero como institución no me gustaría quedar identificado, más allá de unos valores básicos de defensa de la lengua, de defensa del país, de defensa de los derechos humanos y civiles… «.
El abad, contra la sentencia del 1-O
Muestra de ese compromiso con la lengua y el país es que el anterior abad lideró la revuelta eclesiástica contra la sentencia del TS a los golpistas del 1-O, pidiendo su «puesta en libertad lo antes posible«. Las movilizaciones y posicionamientos de la jerarquía y la mayoría de entidades católicas catalanas antes y después del 1-O y en torno al juicio en el Supremo son reveladoras, como se recoge en La alianza del hisopo y la estelada.
La mutua deferencia entre iglesia e independentismo se mantiene gracias a que cada uno cumple su misión, de ahí tres gestos de los últimos meses: la audiencia de la ya expresidenta del Parlamento, Laura Borrás, al Grup de Treball Estable de Religions, la asistencia de fuerzas vivas del independentismo (Borràs, Junqueras, Torra, Ciuró, Cuixart…) al funeral por el padre Massot, «puntal de la aportación de Monserrat a la cultura catalana» o la decisión de la Generalitat de conmemorar en 2023 el centenario de Sor Genoveva Masip y los 900 años de la consagración de las iglesias de Sant Climent de Taüll y Santa Maria de Taüll. Aunque la imagen más explícita de la fusión nacionalismo/catolicismo, fue la de la primera reunión formal, en 2019, del fugado Puigdemont con el president Torra, presidida por una talla de la Moreneta.
Gestos y protocolos aparte, la maquinaria de apoyo recíproco sigue su curso. Por parte del Govern es el Departamento de Justicia, a través de Asuntos Religiosos, el que decide los recursos públicos destinados a confesiones religiosas por diferentes vías. Una es la partida anual de 350.000 euros para «subvenciones en materia de asuntos religiosos» dirigidas a comunidades religiosas minoritarias, aunque no todos los destinatarios cumplen ese requisito, como por ejemplo: Diari de Girona, Fundación Catalunya Religió, Fundació Joan Maragall, Hermes (editora de El Punt Avui), Abadía de Monserrat, etc. Otra línea de subvenciones de la Dirección de Asuntos Religiosos es la dirigida a mejoras en lugares de culto, por importe de 500.000 euros, con el condicionante de cumplir la normativa de política lingüística en la lengua usada con los usuarios y en la señalización del recinto, en catalán.
De las ayudas para reformas en lugares de culto, pese a ir dirigidas a confesiones minoritarias, se benefician decenas de parroquias y otras entidades católicas como: Catalunya Religió, Acción Católica Obrera, Ámbito Cultural Benedictino u Obispado de Gerona, mezclados con Comunidad Israelita de Barcelona, Asociación Stop a los Fenómenos Islamófobos, Comunidad Advaitavidya, Diari de Girona (por una página semanal religiosa), revista El Ciervo… También el departamento de Justicia dedica una subvención bienal de 100.000 euros para una cátedra sobre Libertad Religiosa y de Conciencia en cualquier universidad reconocida en Cataluña y cinco ayudas de 8.000 euros cada una para proyectos de investigación sobre asuntos religiosos.
El catalán, preferente en los 7.405 centros de culto
Los Obispados, además, son destinatarios de ayudas puntuales de la Oficina de Apoyo a la Iniciativa Cultural (OAIC) del Departamento de Cultura, del mismo modo que hay capillas, archivos eclesiásticos y museos diocesanos que se benefician de las ventajas de estar registrados en el Cens d’espais de cultura responsables. En Cataluña hay censados 5.956 centros de culto solo de la Iglesia Católica, todos con opción a subvenciones de Asuntos Religiosos y de Cultura. Y otros 1.449 de confesiones distintas a la católica, también contemplados por la Generalitat para subvencionar sus actividades. En total, 7.405 recintos de catorce confesiones religiosas donde la lengua catalana tiene preferencia en las comunicaciones y la señalética para optar a ayudas económicas oficiales de cualquier cuantía.
Bien anudada la alianza del poder nacionalista con la Iglesia católica, terminada de atar con el resto de confesiones mediante el proyecto Religions per la llengua -siempre intercambiando monolingüismo por subvención-, y con el beneplácito de Moncloa obtenido en julio, el procés lingüístico avanza sin freno. El anuncio por un conseller de la Generalitat de que eliminan el 25% de enseñanza en castellano incluso donde lo hayan ordenado los tribunales, es síntoma de un triunfalismo bendecido por la jerarquía eclesiástica y amparado por el actual gobierno de Sánchez.