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Desde Europa Laica: Otra vez más, con la cruz del IRPF a cuestas

LA CONFERENCIA EPISCOPAL HACE PÚBLICOS LOS DATOS DE LA CAMPAÑA DE LA RENTA DEL 2020, con 300 millones en ingresos por IRPF.

EUROPA LAICA EXIGE UNA VEZ MÁS QUE LA IGLESIA CATÓLICA DEBE AUTOFINANCIARSE

EUROPA LAICA EXIGE AL GOBIERNO LA DENUNCIA Y DEROGACIÓN DE LOS ACUERDOS CON LA SANTA SEDE DE 1979

Un año más nos encontramos puntualmente con la campaña propagandística de la Conferencia Episcopal Española (CEE) para mantener la atención mediática en relación con los datos de la Asignación Tributaria de la casilla del IRPF a la Iglesia católica. Esta vez con los datos del IRPF-2019, declarados en la Campaña de la Renta de 2020 y hechos públicos el 2 de marzo de 2021.

Los grandes números publicados por la CEE muestran que la casilla del IRPF a la Iglesia la marcaron 7,3 millones de contribuyentes (incremento de 106 mil respecto a la Campaña anterior), que suponen un 32,15% del total de contribuyentes (disminución respecto al 32,32%), con una recaudación de 301 millones de euros (incremento de 16,6 millones).

Ante ello, Europa Laica manifiesta:

1.- Sigue causando estupor y vergüenza que estos datos no los haga públicos la Agencia Tributaria sino la CEE, siendo que es la Administración Pública quien recauda los impuestos y debe ser garante de los mismos. ¿Por qué esta información se le pasa de tapadillo a la CEE para que la haga pública con anterioridad? ¿Acaso es que la CEE es un organismo del Estado?

2.- La CEE insiste que esta Asignación no sale de los Presupuestos Generales del Estado, lo que es una enorme falacia. Si como dice la propaganda episcopal, quien marca la X “ni tiene que pagar más ni se le devuelve menos” ¿de dónde puede salir este dinero que no sea de los Presupuestos del Estado? Además, este pago a la CEE se hace de forma mensual a cuenta, por lo deben estar consignados ¿en dónde si no, aunque por una argucia contable se trate como disminución de ingresos? ¿Por qué se oculta que esta subvención pública a la Iglesia detrae recursos de la hucha común de los Presupuestos Generales del Estado?

3.- Hay que recordar una vez más, porque siempre se olvida de forma interesada, que el Acuerdo  sobre Asuntos Económicos de 1979 entre el Estado y la Santa Sede indica que “La Iglesia Católica declara su propósito de lograr por sí misma los recursos suficientes para la atención de sus necesidades”, sin depender del Estado para mantener a 116 obispos y cardenales, 17.000 sacerdotes, seminarios, congresos, 23.000 parroquias y demás gastos de culto y clero. Los impuestos no son una dación voluntaria sino una obligación de los contribuyentes y, por tanto, son del Estado para cubrir gastos de interés general, no particulares. ¿Por qué la CEE, no cumple con autofinanciarse? ¿Por qué los gobiernos de turno no exigen lo acordado y siguen subvencionando a la Iglesia católica? Y van ya más de cuarenta años.

4.- Un año más, la interpretación que de las cifras  realiza la CEE pasa por alto la terca realidad de que el porcentaje de contribuyentes que marcan la casilla sigue descendiendo anualmente. Por tanto, ese “amplio respaldo social a la Iglesia” que indica, cifrado en 7.297.646 contribuyentes que marcan la casilla -un 32,15%-, se puede ver desde otra óptica, usando el mismo argot publicitario, señalando que son el 67,85% los que no la marcan, siendo este el mayor porcentaje de las dos últimas décadas, por lo que se quedan en la hucha común los impuestos que pagan. Europa Laica pide que las casillas del IRPF deben desaparecer y, hasta tanto, no marcar ninguna.

5.- Los datos publicados indican que han habido “a favor” de la Iglesia 106.259 más contribuyentes que el año anterior, pero esta cifra oculta que el incremento total de contribuyentes superó las 440.000, lo que significa que la Iglesia católica se ha hecho tan sólo con el 23% de dicho incremento. Un dato más que indicativo.

6.- Sin embargo es de resaltar que aun con este insignificante incremento en el número de declaraciones, y su diminución porcentual global,  la Iglesia católica va a obtener 301.076.846 euros,  lo que suponen 16.647.803 euros más que en el ejercicio anterior, lo que confirma que el mayor peso de los contribuyentes que marcan la casilla son los que disponen de rentas superiores. Esta es una tendencia que se viene repitiendo, y que se ve más remarcada con la pandemia en 2020 y su impacto económico en los contribuyentes de las clases de menor poder adquisitivo.

         7.- Tanto es así, que las aportaciones medias por contribuyente muestran claras correlaciones en sentido inverso al nivel territorial: a mayor porcentaje territorial de contribuyentes que marcan a la Iglesia, menor cantidad media por contribuyente; y viceversa. El porcentaje medio estatal de contribuyentes que marcan la casilla es del 32,15% y su aportación media de 41,26 euros cada uno.

Así, por ejemplo, Castilla-La Mancha, que tiene el mayor porcentaje de contribuyentes que marcan (45,18%) tan solo aporta 23,81 euros de media, por delante de Extremadura (21,94 euros) que es la última. Y en sentido inverso, Guipúzcoa que es la provincia que tiene menor porcentaje de contribuyentes (15,42%) es de las que más aporta (58,66 euros), detrás de Madrid (68,87 euros, la que más) y Vizcaya (62,86 euros). Y así sigue, en general, esta correlación inversa.

Es decir, en general, marcar la casilla a la Iglesia católica presenta una vinculación entre los estratos sociales de mayor poder adquisitivo y los territorios con menor apego eclesial en este tema.

8.- Europa Laica venimos denunciado año tras año que, en contra de la propaganda episcopal de la CEE, el dinero que recibe por esta vía del IRPF, no se dedica a actividades sociales o caritativas, ni a actividades que redundan en beneficio de toda la sociedad (“de lo asistencial y lo económico a lo pastoral y espiritual”, según su comunicado). Por el contrario, en realidad cerca del 75% de la cantidad que recibe por esta casilla no se emplea para esas actividades sino para pagar los sueldos y seguridad social de sacerdotes obispos, arzobispos y cardenales. El resto de esta subvención estatal se destina al funcionamiento de la propia CEE, a las campañas de propaganda para que se marque esta casilla (es decir, que la propia subvención la utiliza para realimentarla !!!), para financiar su televisión TRECE-TV, y tan solo una mínima parte del orden del 2-3% de la Asignación la deriva a Cáritas. Por tanto, no hay tal utilización asistencial de lo obtenido por el IRPF, siendo una falacia lo que indica la CEE de “más recursos para ayudar más”.

9.-  Pero lo del IRPF no es la única financiación anual que recibe la Iglesia católica por parte del Estado. Ahí están tambiénlas exenciones y bonificaciones fiscales de prácticamente todos los impuestos (IBI, ICIO, Impuesto de Sociedades, Patrimonio, etc.), la enseñanza concertada, los profesores de religión, los conciertos sanitarios y asistenciales, etc., y así hasta más de 11.600 millones de euros anuales que Europa laica tiene estimados;  es decir, más del 1% del PIB español.

Por cierto, el Estado también soporta la conservación del patrimonio artístico-cultural de raíz religiosa, ese mismo que ha sido inmatriculado por la Iglesia católica, sobre el que recientemente hemos conocido solo una parte (35.000 bienes de todo tipo desde 1998) sobre los que el gobierno, de forma vergonzosa, se ha lavado las manos sin articular medidas efectivas para su recuperación par el dominio público que es de donde procedían y deben estar.

10.- Europa Laica lleva años denunciando la pasividad del poder político de turno, incapaz de fiscalizar, al menos, las cuantiosas subvenciones públicas y exenciones fiscales que disfruta la Iglesia, hasta el punto que el propio Tribunal de Cuentas ha puesto en entredicho, en su reciente Informe, la necesidad de que tanto por parte del gobierno como de la CEE pongan luz en ese asunto.

Esta pasividad que denunciamos va más allá, porque lo que el Estado aconfesional que mandata la Constitución requiere de forma inexcusable es la denuncia y derogación de los Acuerdos entre el Estado y la Santa Sede de 1979, que son la causa, junto con la legislación derivada, de la anómala situación y estatus de privilegios públicos económicos y de todo tipo de la Iglesia católica. Una asignatura que sigue pendiente para la democracia.

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