La elección de León XIV no puede pasar página sobre cómo Trump ha ridiculizado la figura del Papa, representante de Cristo. Una burla recibida por la ultraderecha con silencio cómplice, lo que prueba hasta qué punto es falsa esa supuesta “ofensa al sentimiento religioso” en la que basan sus querellas contra creadores, artistas, humoristas y movimientos reivindicativos a los que sólo atacan por considerarlos la “izquierda enemiga”
Mucho se habla de la elección del nuevo Papa y poco de la ofensa al sentimiento religioso cristiano, católico, del delirante emperador del planeta, Donald Trump, y su comparsa ricachona, hortera y provocadora cuya penúltima trastada ha sido disfrazarle de Papa y, en vez de limitarse a compartir la chanza por WhatsApp o Signal con colegas del curro y familia, subir la imagen, ¿de inteligencia artificial?, a su red Truth Social, con posterior retuiteo desde la cuenta oficial de la Casa Blanca en X.
En cuanto se difundió esta imagen, usurpadora y burlona del vicarius Christi, es decir, de “quien tiene las veces” de Cristo en la Tierra, proliferaron los comentarios en redes sobre la falta de respeto y sobre el doble rasero evidente por el cual la extrema derecha y los grupos ultracatólicos saltan indignados ante la estampita de la Vaca-Sagrado Corazón con la que bromeó Lalachus en las campanadas de Fin de Año de TVE, o por la imagen de Zahara vestida de Virgen en su disco Puta, o contra el cómic satírico El niño Jesús no odia a los mariquitas y las procesiones feministas del Chumino rebelde y el Coño insumiso en Málaga y Sevilla… y más expresiones artísticas y culturales pero, en cambio, no pían ante la imagen blasfema de Trump.





