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Declaraciones del arzobispo de Sevilla sobre procesiones, inmatriculaciones, cobro de entradas…

En muchas ocasiones cuando desde Andalucía Laica se denuncian las procesiones escolares se contesta desde la Consejería o desde los centros que se trata de actos tradicionales y culturales. Ahora el propio arzobispo de Sevilla no tiene reparo en afirmar que la procesión «es una catequesis viva y si no hay público no tiene sentido», por tanto un acto religioso proselitista tal como se viene denunciando.


Recogemos algunas de las cuestiones planteadas a Juan José Asenjo, arzobispo de Sevilla y publicadas en El Correo de Andalucía:

—En los últimos años se han visto estampas de cofradías procesionando por calles semivacías, ¿debe imperar la seguridad sobre el testimonio público de fe que realizan las hermandades?

—Hay que buscar un equilibrio entre ambos aspectos. Una estación de penitencia sin gente en la calle pierde el 75 por ciento de su intencionalidad, de su utilidad. No olvidemos que una estación de penitencia, además de un procesión de fe, es una catequesis viva y si no hay público no tiene sentido. La seguridad es un aspecto importante que tutelar pero también tenemos que buscar que las estaciones de penitencia tengan cierto esplendor.

—Una plataforma en defensa del patrimonio de Sevilla reclama a la Iglesia los casi 300 inmuebles inmatriculados durante los últimos años, entre ellos la Giralda. ¿Qué opinión le merece esta reclamación que se ha convertido en recurrente cada cierto tiempo?

—Me parece que es una iniciativa con poco recorrido porque ni las leyes autonómicas, ni las leyes nacionales ni las europeas avalan, protegen o dan la razón a ese tipo de iniciativa. La Iglesia, en su momento, en el año 2010, en mi mandato (en Córdoba, en 2006, inscribí la Mezquita Catedral), lo hicimos legalmente. En 1998, un Real Decreto del Gobierno de Aznar, que modificaba el artículo 206 de la Ley Hipotecaria, permitía a la Iglesia inscribir los templos –hasta entonces se podía inscribir el resto de propiedades pero no los templos– y, amparándonos en esta norma, que es legal, hemos inscrito iglesias y catedrales, lo que creemos que es nuestro. De hecho ha habido apelaciones a los tribunales en otras diócesis que no han prosperado, porque somos muy cuidadosos y no somos ladrones, no tratamos de apropiarnos de lo que no sea propiedad de la Iglesia. Son de la Iglesia y, a la vez, de todos. De hecho, la mejor forma de preservar estos bienes es que sigan siendo de la Iglesia. Y tengo un ejemplo: la desamortización fue un caos desde el punto de vista cultural: los monasterios quedaron abandonados y desapareció buena parte del patrimonio artístico. La mejor custodia es la Iglesia.

—Pero les achacan que cobran una entrada.

—¡Claro que cobramos una entrada! Desde 2010 ni el Estado ni la Autonomía nos han ayudado a conservar nuestros monumentos a pesar del convenio del año 1986. Desde 2010 no hemos recibido ni un euro. La Catedral se está conservando y restaurando gracias a la visita cultural. Y estoy muy agradecido a los canónigos, que me dan todos los años 3,5 millones de euros, que con otros 2,5 hacen seis, que me permiten atender a otras iglesias de la diócesis, que, en buena medida, están bien conservadas, porque la Iglesia de un euro hace dos.

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