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Decir ‘no’ es una condena a muerte para las mujeres árabes: «Si me rechazas, te mataré»

El asesinato de varias jóvenes a plena luz del día en Egipto, Jordania y Emiratos pone de manifiesto la falta de protección contra la violencia de género y los feminicidios

Imán Arshid salía de un examen en una universidad jordana este jueves cuando recibió cinco disparos que la mataron. Tres días antes, decenas de puñaladas a plena luz del díaen otro centro universitario, esta vez en Egipto, acabaron con la vida de la estudiante Naira Ashraf. Estos dos asesinatos, perpetrados a 400 kilómetros de distancia, se produjeron por el mismo motivo. La violencia nació de un ‘no’. “Mañana vendré a hablar contigo y si me rechazas, te mataré, justo como el egipcio mató a esa chica”, supuestamente escribió el asesino de Arshid en Facebook. 

También en Emiratos, la jordana Lubna Mansour ha sido asesinada por su marido del que se estaba divorciando. Le ha asestado 15 puñaladas al salir de casa. El rostro de la presentadora de televisión egipcia, Shaimaa El Gamal, estaba desfigurado por ácido nítrico cuando la policía ha encontrado su cuerpo este miércoles enterrado en el jardín de su hogar a las afueras de Cairo. Ahora, su marido, un juez de alto rango, está en busca y captura. En Egipto, una de cada tres mujeres es víctima de violencia de género. Cada día se suman nombres a esta lista en toda la región.

Los rostros de Imán, Naira, Luna y Shaimaa se han unido a los de esas mujeres a las que una negativa en el sistema patriarcal las ha condenado a la muerte. “Muchas autoridades ignoran estos problemas de violencia, empequeñecen su daño y su brutalidad, hasta que después de probar el sabor del dolor y del terror, las almas son arrebatadas”, ha tuiteado, compungida, la activista feminista saudí, Lujain Al Hazlul. “Algunos se esfuerzan por justificar las acciones del criminal y buscan purificar su imagen como si allanaran un camino seguro para el próximo crimen”, ha añadido.

A plena luz del día

La lacra de la violencia contra las mujeres ensucia cada rincón del planeta, pero estas muertes perpetradas a plena luz del día muestran la preocupante desprotección a la que se ven abocadas estas jóvenes. “Mientras no tomemos en serio las quejas de las mujeres jóvenes, y mientras digamos que quienes luchan por los derechos de las mujeres están ‘envalentonando’ a las niñas y causando problemas’, este será el resultado”, ha declarado Nehad Abu El Komsan, abogada y defensora de los derechos de las mujeres, en su cuenta de Instagram. Las sociedades conservadores de los países árabes acostumbran a esconder estas muertes bajo la alfombra. 

Por ello, varias organizaciones feministas de toda la región han convocado una huelga general de mujeres para el próximo 6 de julio. “El nivel de violencia es extraordinario, por lo que nuestra acción debe ser extraordinaria, y nuestra pérdida, cualquiera que sea, no será mayor que la pérdida de la vida de las mujeres”, se lee en la descripción del evento de Facebook. Alrededor de 20.000 personas se han sumado a la iniciativa llamada ‘Huelga General de Mujeres del Océano al Golfo: Alto a los Homicidios de Mujeres’. “Ante el contexto represivo en la zona que hace casi imposible la protesta callejera”, defiende el colectivo Conciencia Feminista, proponen protestar por el “genocidio” que están sufriendo “no yendo a trabajar o no haciendo las tareas del hogar”. 

Instituciones contra las mujeres

Sin una conciencia de género que permee las instituciones, las mujeres en Oriente Próximo y el Norte de África sufren la falta de cifras oficiales, de mecanismos protectores y de un sistema judicial que las ampare. “Si bien el crimen es horrible, no carece de sentido: es un resultado perfectamente lógico cuando la sociedad ve a las mujeres como meros accesorios que sirven al placer del género dominante masculino”, escribe el periodista Kareem Shaheen en la Revista New Lines. En Egipto, por ejemplo, casi ocho millones de mujeres fueron víctimas de violencia cometida por sus parejas o familiares, o por extraños en espacios públicos, según una encuesta de Naciones Unidas realizada en 2015.

En 2021, a su vez, se registraron 813 casos de agresión, entre ellos 296 asesinatos, unos datos obtenidos de medios locales y comunicados del Ministerio Público debido a la falta de estadísticas en el país africano, según el Observatorio de Crímenes de Violencia contra las Mujeres en Egipto. Precisamente allí han condenado a pena de muerte a Mohamed Adel, el asesino confeso de Naira Ashraf. La mató cuando rechazó su proposición de matrimonio después de meses en los que tanto ella como su familia denunciaron a las autoridades el acoso al que la estaba sometiendo. Denuncias en vano.

Por su parte, el asesino de Imán Arshid se quitó la vida al ser rodeado por la policía. “Todos los días, la vida de las mujeres se va solo porque rechazan algo: una idea, un principio, una relación o incluso una persona”, ha tuiteado la actriz egipcia Sara Abdelrahman. “¿Cuándo sabremos decir ‘no’ mientras no tengamos miedo a las consecuencias de la palabra?”, se ha preguntado. Pero las violencias no sólo empiezan tras estas negativas.

Los propios sistemas discriminan y castigan a las mujeres por el simple hecho de serlo. Con leyes de nacionalidad que no les permiten transmitir la ciudadanía a sus hijos. Con su obsesión por cubrir sus cuerpos. Con su obcecación por controlar sus vidas y mirar hacia otro lado cuando sus familiares las matan en otro crimen de honor. Con su permisividad con el extendidísimo acoso en los espacios públicos. Este está tan propagado que fue en sus universidades o a las puertas de sus casas donde los asesinos de Imán, Naira y Lubna les dieron muerte. Simplemente porque pueden. Porque les dejan. 

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