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Momento de la representación, el pasado 7 de junio, de la obra teatral 'El Juicio' en la Casa de Cultura de Cehegín (Murcia). Maravillas Espín

De virgen a diosa romana: un ayuntamiento murciano del PP presionó a una compañía teatral para alterar una obra

La asociación cultural Tesseract modificó el contenido de ‘El Juicio’, una comedia que versa sobre el robo de la patrona del municipio de Cehegín, a instancias del concejal de Cultura, que solicitó el libreto para leerlo y resaltó sus puntos más polémicos, y de la cofradía del pueblo, que amenazó al director con emprender acciones legales contra él

De la Virgen de las Maravillas a la diosa Juno. De un cura representado con cierta sátira a un sacerdote clásico de un imperio extinto. Del actual Cehegín al antiguo pueblo romano de Begastri en un futuro distópico. Son los cambios que la compañía de teatro Tesseract se ha visto obligada a hacer en el texto de su obra El Juicio. La comedia fue representada en la Casa de Cultura del municipio murciano de Cehegín el pasado 7 de junio, tras varias semanas, denuncian los miembros de la propia asociación, de haber recibido presiones simultáneas por dos vías: por un lado, las amenazas directas de la Hermandad religiosa de la Virgen de las Maravillas, imagen que no solo es la protagonista de la función, sino también la patrona de la localidad; por otro, la influencia y las trabas impuestas por la concejalía de Cultura del Ayuntamiento, gobernado por el PP.

Cuenta David Espín, el director y autor de El Juicio, que la compañía tuvo que leer el “texto íntegro” de la comedia delante del edil de Cultura, quien a su vez les iba señalando, a medida que avanzaba la lectura, las líneas, las escenas y las páginas que no le convencían y que podían resultar polémicas. “Fue una situación surrealista que yo nunca había vivido. No conozco a nadie que haya pasado por algo similar aquí en el pueblo”, detalla Espín.

La obra trataba, antes de que Tesseracty el director decidiesen cambiarlo todo a solo una semana del estreno, de cuatro amigos que se encuentran en un bar conocido de Cehegín y tienen la idea de robar la Virgen de las Maravillas de la iglesia y llevársela con ellos de fiesta. Después de esa noche, las autoridades investigan el suceso, y se celebra un juicio al que acuden varios personajes más. Entre ellos, un cura, e incluso la propia virgen, que cobra vida y habla y tiene frases satíricas. “Es una comedia para la gente del pueblo, para que se rían, y también una crítica a la situación judicial actual. En ella, la propia imagen de la virgen era la única que ponía algo de cordura”, detalla Ramón Martínez, uno de los actores de la trama.

Cultura pide el texto y solicita una reunión

La obra comenzó a ser escrita y preparada en octubre de 2024. La intención era representarla en junio. Cuando Tesseract estableció, allá por el mes de febrero, los primeros contactos con el Ayuntamiento para reservar una fecha en la Casa de la Cultura, surgieron los primeros problemas. Explica David Espín que la concejalía de Cultura pidió requisitos “inusuales”. “Cuando ya lo teníamos todo escrito y preparado, antes de comenzar a ensayar, empezamos a notar cosas raras. El concejal nos pidió el texto para leerlo antes de dar luz verde a la función. Nos dijo, tras leerlo, que no terminaba de ver la obra, que le parecía un poco fuera de lugar”, verbaliza el director.

El edil, cuyo nombre es Bartolomé García, emplazó a la compañía a una reunión que resultó ser, prosigue Espín, una “escena ridícula”. En ese encuentro el director leyó el libreto delante del concejal, y éste detalló las partes de la obra que no le gustaban, una a una. “Sabiendo que dependíamos de él para hacerla, y que esa era nuestra ilusión y nuestro objetivo, dijimos: más vale cambiar algunas cosas que quedarnos sin nada”.

Así lo hicieron. El texto se sometió a ligeras variaciones: se sustituyó el nombre que tenía el personaje del cura y la manera en que se iba a representar a la virgen. El propio concejal de Cultura, Bartolomé García, que ostenta el cargo desde las municipales de 2023, explica a preguntas de este periódico que “los textos de nueva creación tienen que someterse a una lectura previa”. “Si hay algunas cosas que veo complicadas o polémicas”, continúa el edil, “me reúno con el director o los actores para hablarlas”. “En ningún caso se presiona ni se prohíbe hacer una obra”, matiza. “Solo se comentan aspectos que pueden ser polémicos”.

Lo cierto es que, sin ir más lejos, la propia compañía Tesseractha representado dos obras de teatro másen la casa cultural de Cehegín, una llevada a cabo en septiembre de 2024, La tierra no revive, el campo sueña, y otra en septiembre de 2023, Jugo. Ambas estuvieron dirigidas por el dramaturgo Antonio Martínez. En ninguna de ellas, confirma Martínez, se solicitó el texto previamente ni se hizo ninguna lectura con la concejalía. Personas vinculadas a otras asociaciones culturales de la localidad, también escritoras de teatro, constatan que Cultura sí suele pedir “la temática de la obra”. Pero en ningún caso el texto completo ni tampoco audiencias conjuntas. La de El Juicio ha sido una circunstancia totalmente excepcional.

“Censura” de la Hermandad de la virgen

La excepcionalidad pasa por la religión. Cuando solo faltaba una semana para el estreno y ya estaban casi todas las entradas vendidas, llegó otra inesperada medida de presión. Pero ésta ya no provenía de las instancias municipales. La Hermandad de la Virgen de las Maravillas, una cofradía del municipio que saca la imagen de la patrona a las calles en Semana Santa, llamó a David Espín, le solicitó también acceso al texto de la obra y concertó un encuentro “urgente” con el director y el equipo de Tesseract.

El resultado final de aquella cita se evidenció en las redes sociales de la compañía teatral. Si el 25 de mayo ésta anunciaba en su perfil de Instagram la representación de “una comedia que narra el juicio de cuatro jóvenes acusados de robar la figura de la virgen”, y matizaban, ya influenciados por las recomendaciones del consistorio, que era una obra “de ficción, con personajes creados para efectos dramáticos y humorísticos, cuyo único objetivo es entretener y hacer reír, sin intención de ofender a nadie”, a la semana siguiente, el 1 de junio, Tesseract publicaba otro post admitiendo que “debido a ciertos impedimentos que se escapan” a su “control y comprensión” se habían visto “obligados a modificar” el texto “con el fin de evitar males mayores”.

La virgen había pasado de una semana a otra a ser la diosa Juno. El personaje del cura se sustituyó por un sacerdote anacrónico. El pueblo de Cehegín cambió su nombre por el de Begastri, como si aún formara parte del imperio romano. La fecha de ambientación cambió del 2025 al 2778. La reunión con la Hermandad fue el detonante. “Les expresamos”, relata David Espín, “que no iba en contra de la fe, ni de la virgen, ni de nada. Pero ellos fueron muy directos. Se sentían ofendidos”.

“Nos pidieron”, prosigue el dramaturgo, “que quitáramos las escenas que ellos señalaron como más ofensivas. Nos pidieron que quitáramos a la virgen de la obra. Nos amenazaron con emprender acciones legales por ofensa a los sentimientos religiosos si la obra se representaba tal y como estaba escrita. Faltaba una semana para el estreno. No nos podíamos quedar sin hacerla con tantas entradas vendidas. Llegamos a la conclusión de que lo mejor era cambiarlo todo”.

“Ellos tienen la libertad de representar la obra; nosotros de buscar nuestra defensa”

El presidente de la Hermandad, Tomás Noguerol, explica a este diario que la cofradía trató de “llegar a un acuerdo” con Tesseract para que éstos suprimieran “el nombre de la Virgen de las Maravillas”. “Los cristianos nos sentíamos ofendidos con el tratamiento que se le daba a una imagen religiosa en el texto. Les dijimos que podían hacer la obra, pero que nosotros íbamos a buscar nuestros derechos y nuestra defensa. Ellos tienen libertad para representar la función, y nosotros para buscar nuestra defensa ante las ofensas”.

Noguerol incide en que había comentarios en el libreto que difamaban a la virgen. Ésta era representada, cuenta, por una mujer de carne y hueso. En un momento dado, caía desmayada y la reanimaban haciéndole el boca a boca. “Nos sentíamos dañados e intentamos llegar a un acuerdo. Eso no es censura”, concluye. La Hermandad, asimismo, tiene registrada oficialmente la marca de la imagen religiosa “para no permitir que se dañe la sensibilidad del pueblo entero”.

La compañía cedió ante las presiones. La obra de teatro El Juicio fue transformada casi al completo. No querían verse envueltos en un conflicto legal. El 7 de junio se llenó el corazón cultural de Cehegín para ver cómo una serie de jóvenes representaban el robo de una diosa romana. Nadie del público supo el trasfondo. La resignación, unos días después, aún dura en el elenco. “El mayor problema de todos es el sistema, que permite que estas medidas de presión tengan validez, y que se pueda denunciar este tipo de cosas. Si no, habríamos tenido una obra de teatro libre, que hablaba del pueblo, y que estaba escrita para que el pueblo riera”, reflexiona David Espín.

El actor Ramón Martínez va un poco más allá: “Yo todavía siento mucha injusticia. Estoy bastante disgustado con que en pleno 2025 se nos haya obligado a cambiar una obra de teatro, que se supone que es cultura, porque a una cofradía y al Ayuntamiento no les gustaba. Está claro que este arte sigue siendo algo incómodo y sigue poniendo a la gente frente a sus prejuicios”.

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