Las protestas contra el libro sagrado de los musulmanes pueden estar detrás de los ataques de esta semana.
Bruselas recupera la normalidad tras el atentado que este lunes dejó dos muertos y un herido grave cerca de la plaza Sainctelette, una zona muy concurrida y próxima a la Grand Place. Un hombre, vestido con una chaqueta naranja fosforito, abrió fuego «indiscriminadamente» con un fusil Kalashnikov. Acabó con la vida de dos ciudadanos suecos que se habían acercado a la capital belga para ver un partido de fútbol de su selección.
El atacante fue Abdesalem Lassoued. Utilizó una scooter, siguió a unos seguidores de fútbol suecos que subieron a un taxi. Luego abrió fuego contra estas personas cuando bajaban del vehículo, ha explicado la Fiscalía federal belga. Una de las víctimas fallecidas es sueca, mientras que la segunda es de origen sueco pero también tenía un documento de identidad suizo. El herido de gravedad también es de origen sueco.
Lassoued estaba fichado por la policía por trata de personas, residencia ilegal y por poner en peligro la seguridad del Estado. De hecho, un informe del servicio exterior lo describió en 2016 con un perfil radicalizado, dispuesto a luchar en zona de conflicto por la yihad.
El EI reivindica el atentado
Bélgica rebajó este martes el nivel máximo de alerta en Bruselas y lo mantuvo en tres, de una escala de cuatro, para todo el país una vez abatido el autor del los disparos, identificado como Abdesalem L, una persona de nacionalidad tunecina que solicitó asilo en 2019.
Todo indica que es un ataque terrorista dirigido a Suecia y a ciudadanos suecos simplemente por el hecho de ser suecos»
El grupo yihadista Estado Islámico (EI) ha reivindicado el atentado. La agencia Amaq, órgano de propaganda del EI, publicó un comunicado en el que asegura que «un combatiente del Estado Islámico llevó a cabo un ataque armado contra varios cristianos en Suecia, país que participa en la coalición internacional contra el Estado Islámico».
Aunque la muerte de estos aficionados tuvo lugar en Bélgica y allí residía el autor, la pista de los hechos, esto es, su explicación hay que buscarla en Suecia. Como ha dicho el primer ministro sueco, Ulf Kristersson, el atentado estaba «dirigido» contra este país. «Todo indica que se trata de un ataque terrorista dirigido a Suecia y a ciudadanos suecos simplemente por el hecho de ser suecos», dijo Kristersson en una conferencia de prensa.
Nivel de alerta por terrorismo
El primer ministro sueco aludió a que solo hace dos meses se elevó en Suecia el nivel de amenaza terrorista hasta el 4 (en una escala de 5). «Fueron riesgos como este los que estuvieron detrás de esta decisión […] Ahora sabemos con claridad que había motivos para la preocupación», aseguró.
Efectivamente, en agosto, Suecia incrementó su nivel de alerta por terrorismo y lo hizo por las airadas reacciones en el extranjero por las profanaciones del Corán ocurridas en territorio sueco. Esa sería la explicación final de la conducta de Abdesalem L. en Bruselas disparando contra los dos hinchas suecos.
Ahora sabemos con claridad que había motivos para la preocupación», dice el primer ministro sueco
Era la primera vez desde 2016 que Suecia incrementaba su nivel de alerta. La seguridad en el país nórdico empeoró a lo largo del verano, principalmente a raíz de las profanaciones del Corán. El 30 de julio, Kristersson dijo que el país se encontraba en «la situación de seguridad más grave desde la Segunda Guerra Mundial».
El derecho a la manifestación política
En abril de 2022, Suecia vivió varias jornadas de disturbios tras una concentración de signo islamófobo, en la que se convocó a «quemar el Corán». La tensión se mantuvo durante meses. En enero, un ultraderechista sueco-danés quemó un ejemplar ante la sede de la embajada de Turquía en Estocolmo. El asunto llegó a los tribunales.
En febrero, la autoridad policial sueca denegó el permiso a una asociación y un particular para quemar el Corán frente a dos embajadas (Turquía e Irak). En junio, esta negativa fue anulada por el Tribunal de Apelación de Estocolmo. El juez concluyó que el temor de la policía a los problemas de seguridad no era lo suficientemente obvio como para anular el derecho constitucional a una manifestación política, aunque implicara quemar el Corán.
Suecia vive la situación de seguridad más grave desde la Segunda Guerra Mundial», dijo Kristersson en julio
Las quemas continuaron. Hubo dos más en junio y a finales de julio, dos hombres prendieron fuego a un ejemplar frente al Parlamento, en Estocolmo. En respuesta, se produjeron fuertes protestas en el mundo islámico. La más virulenta la referida en Bagdad, cuando centenares de manifestantes asaltaron e incendiaron la embajada sueca en protesta por la convocatoria de Salwan Momika un refugiado iraquí acogido por Suecia desde 2019, que anunció una quema del Corán en Estocolmo.
Finalmente no llegó a quemar el libro sagrado, sino que lo pateó y profanó justo ante la embajada de su país de origen en medio de un considerable despliegue mediático y protestas de grupos de manifestantes, principalmente musulmanes.
También en Dinamarca
A principios de agosto, se lanzó un cóctel molotov contra la embajada de Suecia en Beirut pero el proyectil no explotó. Unos días después, el grupo yihadista Al Qaida llamó a cometer ataques en el país escandinavo. La hostilidad expresada hacia Suecia llevó al país a intensificar sus controles fronterizos.
También hubo quemas del Corán en Dinamarca. El 24 de julio, un grupo autodenominado Danske Patrioter (Patriotas Daneses) quemó un ejemplar frente a la embajada de Irak, lo que originó duras tensiones diplomáticas y desórdenes en Bagdad. Al día siguiente lo hicieron de nuevo, esta vez frente a la embajada de Egipto y el mismo día se quemó un Corán frente a la embajada de Turquía.
El Corán es sagrado para el Islam
Para los musulmanes el Corán es uno de los símbolos más sagrados del Islam. Por eso, musulmanes de todo el mundo no entienden que una protesta implique quemar ese libro. La Organización de Cooperación Islámica (OCI) pidió la intervención de Naciones Unidas. Irak ordenó la expulsión de la embajadora sueca en Bagdad y amenazó con rescindir los contratos de las empresas que operan en su territorio.
Más importante el caso de Turquía, que a partir de la quema de un Corán en enero empezó a elevar su tono contra la entrada de Suecia en la OTAN. A finales de junio, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, advirtió de que «insultar a los musulmanes no es libertad de pensamiento» y cargó contra la «arrogancia» occidental.
Insultar a los musulmanes no es libertad de pensamiento», dijo Erdogan
Lo cierto es que Suecia llegó a estudiar la posibilidad de restringir las quemas del Corán o prohibir las que se convocaran ante embajadas extranjeras, una propuesta que recibió críticas de la oposición política. Pero finalmente no cambió nada.
Kristersson dijo que las repercusiones mundiales de la profanación del Corán no merecían que el país abandonase sus normas de libertad de expresión. Suecia tuvo una ley contra la blasfemia, pero la utilizaron con moderación y la derogaron en la década de los 70 del siglo pasado.