Nueva asignatura de cultura religiosa: otro troyano religioso en la escuela.
La frustrada reforma educativa que ha supuesto la denominada Ley Celaá no solo no ha acabado con el adoctrinamiento confesional de los menores, manteniendo dentro del currículo el catecismo católico y a más de 18.000 catequistas sufragados con fondo públicos ( unos 800 millones de euros al año ), además de favorecer la incursión de imanes y pastores evangélicos, sino que también ha consolidado el segregacionismo escolar que supone el mantenimiento de un sistema escolar concertado, mayoritariamente católico, huyendo del concepto, que habrá sin duda que recuperar, de una escuela universal, pública y laica. Cada año se verá con más claridad que es necesario acabar con esa superchería de utilizar el concepto de la libertad de educación para justificar un sistema escolar segregado. Como dijo recientemente filosofo Emilio Lledó “El permitir que el poder económico pueda determinar la calidad de la enseñanza o, lo que es más sarcástico, que el Estado subvencione con dinero público ciertos intereses ideológicos de una buena parte de colegios más o menos elitistas parece, en principio, no solo una aberración pedagógica sino una clamorosa injusticia(..). El mal más terrible que puede instalarse en la consciencia democrática es, por el contario, el cultivo solapado e hipócrita de la diferencia y la desigualdad».
Los legisladores, con esta chapuza de reforma educativa, han dado una buena patada en el trasero a nuestro insigne filósofo.
Pero esta ley no solo ha mantenido, como decimos, el catecismo en la enseñanza, sino que, además, pretende obligar a todos los menores a estudiar una nueva asignatura con el extraño nombre de “cultura religiosa”.
¿Pero qué historia es ésta de la “cultura religiosa”? y ¿por qué se aprobó a última hora, en una enmienda transaccional entre el PSOE y ERC, la posibilidad de esta extraña asignatura que vino precedida de declaraciones favorables de portavoces de la Conferencia episcopal?
¿Se quiere decir que los menores tienen que aprender los ritos religiosos de las religiones o que se tiene que conocer los libros sagrados y los valores religiosos? ¿o que se quiere decir con eso? En realidad, esta asignatura de cultura de las religiones es un nuevo caballo de Troya confesional en el currículo escolar. En aquellos países donde las iglesias han sido relegadas donde deben de estar, es decir, a la puerta de los colegios, la Iglesia católica no se ha conformado y ha comenzado a desarrollar la idea de que había que estudiar el “hecho religioso”, expresión típicamente criptoconfesional, que quiere remarcar, en una expresión, el carácter material y no meramente espiritual de la religión; ¿pero por qué no se habla, por ejemplo, del hecho ateo o del hecho humanista y si del hecho religioso? En verdad lo que se pretende es dar más relevancia a la religión como si fuera esta imprescindible para el ser humano como si éste no pudiera vivir sin religión.
Por eso se quiere dar la importancia de la religión desde la infancia, como un campo epistemológico aislado e imprescindible, incluso benéfico y civilizatorio, y por eso se asocia a la cultura. Es decir, se pretende incrustar, en el currículo escolar, una asignatura que supuestamente también va a educar en la supuesta tolerancia de los valores religiosos; se trata de introducir al alumno en una especie de nuevo ecumenismo promovido por el Estado para fomentar el respeto a las religiones. No, muchas gracias; si se impone este descabellado proyecto como obligatorio no faltarán los abstencionistas y desobedientes a esta patraña pseudoconfesional y desde aquí llamamos a los profesores de humanidades y a sus colegios profesionales y a los sindicatos a que se rebelen contra tamaño desatino. Desde luego que las religiones, como fenómeno social, se pueden y de hecho se estudian en las asignaturas ya establecidas de humanidades, como la historia, la filosofía o la literatura y ello desde una deontología humanista, pero, por el contrario, el estudio aislado del “hecho religioso” o de la “cultura religiosa” etc en el currículo escolar significa la introducción de un troyano multiconfesional en la escuela, con la complacencia de las jerarquías eclesiásticas. El que lo hayan colado, en esta última reforma educativa, indica también la penetración del lobby religioso en los partidos políticos de nuestro país, en este caso en el PSOE y ERC, que son los que promovieron la enmienda de la mano de la conferencia episcopal española.