En 1692, en la ciudad de Salem, Massachusetts, un grupo de niñas comenzaron a comportarse de manera extraña. Lloraban, se quejaban de dolores extraños y andaban a cuatro patas. Una de ellas mencionó que estaba bajo el hechizo de una bruja. Tras un interrogatorio se acusó a una esclava de la isla de Barbados. Era fácil para los blancos cristianos afirmar que las prácticas culturales y religiosas de las personas esclavizadas desde África eran demoniacas (¡Lástima que no opinaron lo mismo de la esclavitud!). Luego acusaron a una señora que no era querida por la comunidad y a una prostituta. Lo que vino después fueron ahorcamientos y quemas por ser brujos o brujas. En su momento culminante 200 personas terminaron pagando con sus vidas al ser acusados de brujería.
Mucho antes, en 1486 apareció el libro “Malleus maleficarum” escrito por dominicos. El libro fue adquirido por el Santo Oficio en su pía labor de eliminar la brujería del mundo cristiano. En este libro se dan como ciertos los relatos de que las brujas vuelan en escobas, se comen a los niños pequeños, causan tormentas de granizo y echan a perder las cosechas. ¿Cómo podría de otra manera llegar una plaga a un cultivo o caer una granizada, a no ser por la brujería?
La Iglesia Católica tiene gran culpa de estas masacres en haber creado la inquisición y haber mantenido estas supersticiones, al extender creencias irracionales en demonios, espíritus y en el diablo (¡Y mantiene aún sacerdotes exorcistas!). Fue el papa Inocencio VIII quien en una bula de 1484 declaró: “Ha llegado a nuestros oídos que miembros de ambos sexos no evitan la relación con ángeles malos, íncubos y súcubos, y que, mediante sus brujerías, conjuros y hechizos, sofacan, extinguen y echan a perder los alumbramientos de las mujeres”
Pero las prédicas sobre posesiones demoniacas son un negocio rentable. La Iglesia Universal del Reino de Dios, conocida por su lema “Pare de sufrir” predica constantemente sobre los demonios y su relación con las enfermedades tanto físicas como mentales. Hablan incluso de demonios de pereza, de mal genio o de pobreza. Sus pastores practican exorcismos con frecuencia mientras cobran el diezmo. Las prácticas de esta iglesia han dejado a su líder y fundador, el obispo brasileño Edir Macedo con una fortuna de 950 millones de dólares.
Grupos de escépticos y racionalistas en varias partes del mundo han expuesto a médiums y espiritistas como estafadores. Afortunadamente la era de Internet ha puesto una gran cantidad de información al público para desenmascarar a farsantes como Uri Geller y similares.
Para personas como el padre Amorth, o Dawlin Ureña, aún no les ha amanecido. Sus mentes están nubladas en los tiempos de los vampiros en los Balcanes, en el de las brujas de Salem, en el que los virus y las enfermedades neurológicas no existían.
A pesar que el desarrollo de la ciencia ha eliminado a dioses y demonios el deseo de creer de muchos y el de estafa de otros no cesa en el mundo. Bien lo resumía el astrónomo Carl Sagan cuando dijo: "La vida es sólo un vistazo momentáneo de las maravillas de este asombroso universo, y es triste que tantos la estén malgastando soñando con fantasías espirituales".
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