Crecen las denuncias por islamofobia en Catalunya mientras el odio encuentra terreno fértil en las redes sociales

Aunque está lejos de la «caza» de magrebíes en Torre Pacheco, el ataque a la mezquita de Piera y el auge electoral en las encuestas de la extrema derecha, independentista y españolista, reflejan un clima social cada vez más hostil y discriminatorio.

Las denuncias por islamofobia se han multiplicado por más de tres en Catalunya desde que los Mossos d’Esquadra comenzaron a registrar específicamente este delito de odio en 2022. El primer año se contaron 22; en 2023 fueron 36, y en 2024, 72. La Policía catalana, en unas declaraciones a El País, atribuyó este crecimiento al buen funcionamiento de los canales de denuncia y a una mayor concienciación, al mismo tiempo que las redes sociales se han desarrollado como un terreno fértil para la difusión de mensajes racistas y xenófobos.

El profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UAB, Jordi Mir, por su parte, no puede asegurar que este incremento esté ligado a una mayor voluntad de denunciar o a un aumento generalizado de los casos. Puede ser una cosa o la otra, o pueden ser ambas. Aun así, percibe una reacción más radical por parte de determinados sectores que se topan con una nueva realidad «que no aceptan».

«Se están cruzando líneas. Históricamente, ha existido islamofobia en nuestra sociedad, pero hay momentos en que se acentúa. Ahora nos encontramos en uno de esos episodios, que tiene mucho que ver con el crecimiento de la extrema derecha«, asegura. La llamada «caza al moro» que ha vivido el municipio de Torre Pacheco (Murcia) o el ataque contra la mezquita de Piera, que debía inaugurarse este verano, son dos muestras evidentes de la intensificación de un clima violento y discriminatorio en el Estado.

El auge de la extrema derecha  

Según el último Barómetro de Opinión Política del CEO, publicado este julio, Aliança Catalana se dispararía hasta los 10-11 diputados si ahora se celebraran elecciones al Parlament de Catalunya. El discurso xenófobo de Sílvia Orriols ―igual que el de Santiago Abascal (Vox)― está calando entre la sociedad catalana, que «busca responsables del mal que padece la sociedad». «Se criminaliza lo diferente, que es visto como un ‘riesgo’ para la sociedad. Tampoco podemos obviar en este contexto episodios históricos muy lejanos como la expulsión de los moriscos o las conversiones forzadas. Hay una larga tradición de identificar la pureza, de seleccionar lo que es aceptable. Justifican los ataques a todo lo que no sea deseable para ellos», continúa Mir.

Desde el punto de vista de Omar Elabdali ―activista de Ripoll nacido en Marruecos―, hay varios factores que potencian la islamofobia en Catalunya: «El ascenso de un partido de extrema derecha que vincula islam y delincuencia; la desinformación en las redes, especialmente desde que X cambió de propietario, y la lógica de los algoritmos que refuerzan la polarización. Todo ello crea una tormenta perfecta para la propagación del odio». Al mismo tiempo, Elabdali considera que hay «mucha infradenuncia» y que la xenofobia popular se ve legitimada por determinados discursos que se reproducen en las instituciones públicas o en el Parlamento.

Omar Elabdali, activista antirracista y antixenófobo: «Las instituciones públicas están encorsetadas por los intereses políticos de quienes las gobiernan»

«Las instituciones públicas a menudo están encorsetadas por los intereses políticos de quienes las gobiernan. Hacen lo que pueden, pero de forma muy desigual. Hacen campañas como el plan Kanpai para responder a la supuesta inseguridad generada por la multirreincidencia, pero no actúan con la misma contundencia contra la desinformación y los discursos de odio«, asegura el activista.

Las redes sociales como catalizador  

Según la Policía, los discursos de odio en las redes se retroalimentan con las noticias falsas. «Cuelgan un incidente, dicen que ha pasado en Francia y repiten una y otra vez que el autor es marroquí. Pero luego lo analizas, y descubres que fue hace cuatro años, en Bélgica, y que el autor no es marroquí», explicó el subinspector de los Mossos Xavier Audina a El País. Las redes sociales están llenas de información no contrastada y de perfiles anónimos, y la unidad encargada de detectar los delitos de odio digitales asegura haber identificado usuarios que actúan repetidamente. «Las redes tienen un papel clave. La falta de verificación y la viralización de las noticias falsas, la compra de bots y la fe ciega en líderes en grupos de WhatsApp ha generado un ecosistema donde el odio se propaga rápidamente», defiende Elabdali. Un buen ejemplo es el dirigente del movimiento supremacista, xenófobo y neonazi Deport Them Now UE, Christian L.F., que fue detenido en Mataró la semana pasada por un presunto delito de incitación al odio tras difundir un comunicado por Telegram donde instigaba a la «caza» en Torre Pacheco.

Preocupa especialmente la difusión de estos mensajes entre la población más joven. Según datos oficiales, el 20% de las personas identificadas por los Mossos d’Esquadra por los 813 delitos de odio denunciados durante 2024 en Catalunya eran menores de edad. El motor de discriminación que más creció fue la LGTBIfobia, seguida del racismo, la islamofobia, la discriminación política y el sexismo, entre otros.

¿Cómo combatir los discursos de odio?  

Elabdali reitera que la lucha contra los discursos de odio pasa, necesariamente, por combatir la desinformación. «En Ripoll ha nacido Teixim Ripoll para fomentar la convivencia y luchar contra los discursos que estigmatizan. También Unió Contra el Racisme i la Xenofòbia (UCFR) está creciendo en toda Catalunya. Hacen un trabajo muy importante de denuncia, formación y movilización», explica. Preguntado por qué medidas se deben aplicar con urgencia, el activista reclama «blindar las instituciones«. «No puede salir gratis difundir odio desde cargos públicos», añade.

El asociacionismo educativo y Òmnium Cultural ―a través de la Escola de Formació Guillem Agulló― presentaron en febrero la guía Cap lloc per l’odi, una herramienta para hacer frente a la xenofobia y la extrema derecha. Los autores alertaron de que determinados discursos penetran con mucha facilidad entre los jóvenes y, por ese motivo, destacaron la labor que llevan a cabo los agrupamientos scouts a la hora de fomentar el pensamiento crítico y crear espacios seguros donde se promueven valores de igualdad y respeto.

En este sentido, Mir considera que, en la cercanía, no hay nada mejor que el «conocimiento» y la «relación». «Vemos claramente cómo se desactivan los discursos de odio cuando la persona que los emite o que los justifica está en contra de los musulmanes, pero dice que su vecino Mohamed es muy buena persona. A partir de tener una relación estrecha generada en un club deportivo, en la asociación de padres y madres del colegio, donde sea, se pueden cambiar posicionamientos xenófobos», reflexiona.

Pensando en los medios de comunicación, las redes sociales, los mítines o los discursos en las instituciones, el profesor admite una mayor dificultad para combatir los discursos de odio «si no se hace un trabajo de debate». «Hay diferentes niveles de trabajo, pero básicamente se trata de no dejarlos pasar. Debemos ser conscientes de que este tipo de mensajes hacen mucho daño, aunque quien los difunda piense que es teatro inofensivo», concluye.