Un manifestante iraquí lleva un cartel que dice: «No Estados Unidos ni Irán, No dólar y No Toman, lealtad solo a Irak» junto a la quema de neumáticos para bloquear una carretera durante las protestas contra el gobierno en Najaf. REUTERS / Alaa al-Marjani
La información que se publica sobre el conflicto “pactado” entre EEUU e Irán elude hablar del martirizado Iraq. Un Estado fallido y país de parias que viene sufriendo de las maldades de las dos potencias desde hace varias décadas. No encontramos ningún análisis serio sobre el juego que se traen entre manos los dos países en conflicto, a excepción de la prensa árabe que aborda parcialmente el drama iraquí, víctima de la política de ambos. También podemos ver alguna que otra referencia en los medios occidentales como la caricatura que publicó recientemente The Guardian. En ella aparecen dos líderes, un norteamericano y un iraní dándose la espalda. El iraní le grita al norteamericano: tú eres el gran demonio y el otro le responde: tú eres el mayor terrorista. Pero, de entre las piernas extienden los brazos para darse la mano.
La Administración norteamericana y el régimen de los ayatolás conviven perfectamente en la región de Oriente Medio y cada uno de ellos cohabita con el otro y procura evitar pisar las líneas rojas acordadas entre ambos.
Ya en 1979 EEUU y Occidente en general, después de constatar que era difícil sostener el gobierno del Shah, facilitaron la llegada de Jomeini al poder. El gobierno norteamericano por medio del general Robert E. Huyser, Vicesecretario General de la OTAN neutralizó a los grandes líderes militares iraníes leales al Shah, lo sacó con su familia bajo su supervisión al exilio a mediados del mes de enero de 1979 y, después dio luz verde a Jomeini para que regresara a Teherán. Un avión francés lo trasladó a su país el 11 de febrero del mismo año.
Durante la guerra irano iraquí (1980-1988), Iraq tenía el apoyo de EEUU, la mayor potencia militar del mundo, pero, aun así, no fue capaz de derrotar al ejército de Irán, porque el gobierno de Reagan no tenía ninguna intención de acabar con el régimen teocrático de Teherán. Es más, siguió el juego del gato y el ratón para dejar a los dos países exhaustos, proporcionando armas e información privilegiada a las dos partes para alargar la contienda.
En 2003 el gobierno de Bush hijo invadió Iraq, desmanteló el Estado y se lo entregó más tarde en bandeja de oro al régimen iraní. A partir de este momento hubo una convivencia y una coordinación entre EEUU e Irán en Iraq tanto durante el gobierno de Bush como en el de Obama y Trump. El gobierno de Teherán con el consentimiento y la complicidad de los dirigentes norteamericanos ha potenciado su presencia en diferentes países y especialmente en Iraq. Irán ha utilizado su peso sectario del chiísmo para extender su dominio por medio de las milicias creadas y organizadas por la Guardia Revolucionaria iraní en países como Iraq, Siria, Líbano y Yemen. Iraq se convirtió en la punta de lanza para llevar a cabo la política sectaria de los ayatolás, por medio de limpiezas étnicas, asesinatos y secuestros. La figura de Soleimani salió a la luz como máxima autoridad de las acciones militares iraníes en el extranjero. Tejió una red regional de agentes y aliados conocida como “el eje de la resistencia”. El general Qasem Soleimani, miembro destacado de los Guardianes de la Revolución y comandante de las Fuerzas Al-Quds, recientemente asesinado por EEUU, gozaba en Bagdad de mayor poder que cualquier líder político iraquí. Se movía en Iraq y en el resto de los países con influencia iraní con total libertad. Sus idas y venidas a Bagdad eran muy frecuentes. Se encontraba en muchas ocasiones a pocos metros de las tropas norteamericanas que, si hubieran querido acabar con él, lo habrían hecho hace muchos años.
Muchas milicias compuestas por ciudadanos iraquíes e iraníes fueron creadas en Irán y trasladadas a Iraq después de 2003 como las Brigadas de Badr, Hezbolá y la Armada al-Quds. Estas milicias junto a otras surgidas en Iraq como el Ejército al-Mahdi y al-Hashd al-Sha’bi (La Movilización Popular) que actuaban a las órdenes del general Soleimani participaron activamente en llevar a cabo limpiezas étnicas en Bagdad y en otras provincias como Dialah, Anbar o Salah al-Din, expulsando o asesinando a familias enteras de confesión suní. La misma práctica se ha repetido en la liberación de Mosul en 2017, prohibiendo la vuelta de centenares de miles de familias a sus hogares por no pertenecer a la rama chií que sujeta las riendas del poder en este país.
La injerencia de Irán en los países vecinos, a través de estas milicias ha causado graves fracturas y divisiones entre las propias sociedades de estos países. Su objetivo principal es apoyar a grupos y partidos de confesión chií para expandir su dominio y su influencia y frenar por otro lado el peso estratégico de sus rivales del Golfo liderados por Arabia Saudí.
Con las movilizaciones populares de 2019 que siguen en la actualidad de cientos de miles de manifestantes tanto en Iraq como en el Líbano, el imperio sectario de Soleimani comenzó a tambalearse. Los ciudadanos de estos dos países se atrevieron a exigir un cambio estructural del sistema político cuyo eje central son las milicias proiraníes. De hecho, las fuerzas leales a Soleimani han reprimido las manifestaciones a sangre y fuego. Han asesinado en Iraq hasta ahora a más de 500 jóvenes manifestantes y herido a más de 20.000.
En el conflicto actual entre EEUU e Irán, sería de máxima ingenuidad pensar que pueda haber una guerra abierta entre los dos. El país de la Revolución Islámica para EEUU es la cerilla efectiva que utiliza para quemar la región de Oriente Medio y para cumplir sus planes en la zona. Solamente apagará la llama de esa cerilla cuando alcance sus objetivos. El régimen iraní tiene fuertes ambiciones expansionistas en la región que EEUU utiliza en su propio beneficio.
La respuesta de Irán al asesinato de Soleimani ha sido acordada con el gobierno de Trump. Antes de lanzar sus misiles “cartón piedra” a las bases iraquíes informaron al iraquí Abdelmahdi, Primer Ministro en funciones, para evitar muertes norteamericanas. Una maniobra para salvar la cara de Jamenei ante sus seguidores y limar las críticas de la oposición al régimen. Con anterioridad, las autoridades iraníes habían recibido un mensaje de Trump por medio del Embajador suizo en Teherán que sugería a Irán que su reacción fuera comedida y adecuada. Irán si hubiera querido atacar en serio, tenía la base norteamericana en Qatar mucho más cerca y la más grande en Oriente medio. Pero solamente ha podido derribar un avión civil y asesinar 176 víctimas inocentes. ¡Es cómo para dejarles conseguir el arma nuclear!.
La muerte de Soleimani y del iraquí al-Muhandis fue motivo de alegría de la inmensa mayoría de iraquíes. Dos asesinos menos, han pensado. Solamente las milicias proiraníes y parte del gobierno iraquí mostraron su dolor por la muerte de estos personajes.
A continuación, las autoridades iraníes obligaron al Parlamento iraquí, que carece de todo tipo de credibilidad, a tomar la decisión de exigir a EEUU sacar sus tropas de Iraq. Un gesto simbólico para agradar a Irán. La votación fue un desastre porque no contó con el número suficiente de votos. Además, ni el Parlamento ni el Primer Ministro en funciones pueden exigir la salida de las bases norteamericanas de Iraq. Existe un amplio y estratégico acuerdo firmado con EEUU que dificulta la retirada inmediata de las tropas norteamericanas del territorio iraquí. También, no deja de ser curioso que los mismos políticos que colocó EEUU en el gobierno de Iraq, pidan ahora la salida de sus tropas. Muchos iraquíes dicen si EEUU sale de Iraq, debe llevar consigo a los políticos que trajo para gobernar el país.
La mayoría de los iraquíes no quieren que EEUU salga en este momento de Iraq. No porque les guste estar ocupados por este país sino porque saben que su marcha significaría la caída definitiva de Iraq en manos de Irán. Y si es así, aumentarán los asesinatos, las desapariciones, los secuestros y el robo de la riqueza iraquí por el país vecino. Las movilizaciones populares actuales que son de mayoría chií no han atacado intereses norteamericanos (el ataque de la Embajada fue obra de las milicias proiraníes), en cambio sí varios consulados iraníes fueron quemados y la Embajada iraní en Bagdad sufrió más de un ataque. El eslogan más escuchado en las calles y plazas de las ciudades iraquíes es: “Irán, barra, barra” Irán, fuera, fuera.
El saqueo de las arcas de Iraq por Irán con el permiso del gobierno iraquí y el conocimiento y la indiferencia de EEUU tiene varias caras. El 90% de las importaciones de Iraq proceden de Irán. Iraq, país agricultor de primer orden, recibe del país vecino hasta tomates y sandías. En 2017 hubo un escándalo que llegó al propio Parlamento iraquí. Resulta que las importaciones de estos dos productos habían alcanzado cerca de cuatro mil millones de dólares: 1600 millones de dólares para los tomates y 2800 millones para las sandías. Un experto afirma si estas cantidades oficiales son ciertas, significaría que Iraq en 2017 ha importado tomates equivalentes a la cantidad total que importan Canadá, Gran Bretaña y España en conjunto y que a cada iraquí le tocarían 10 sandías diarias todos los días del año. Del total de 178.000 fábricas iraquíes se han salvado del sabotaje iraní únicamente unos centenares. Es el lavado de fondos que practica Irán en Iraq con las facilidades que le ofrecen la clase política iraquí apoyada por milicias armadas hasta los dientes. El objetivo es sacar la divisa iraquí para apuntalar la precaria economía iraní y para pagar las armas y los sueldos de Hezbolá libanés y de su líder Hasan Nasrullah y para reprimir a la oposición siria contra el dictador Bashar al-Asad.
Una pseudo-izquierda europea se muestra hoy en día benevolente y comprensiva con el régimen de los clérigos de Teherán por su supuesto anti imperialismo y su fingida tensión política con EEUU. Curiosamente todas las intervenciones del Tío Sam en la región han beneficiado al régimen de Irán desde la destrucción de los Talibán hasta la invasión de Iraq.
Esta izquierda miope se envalentona en criticar la iglesia cristiana, pero se muestra muy complaciente con el sistema teocrático de Irán. Soleimani es de la misma categoría que Ben laden y al-Bagdadi cuyos asesinatos no provocaron ninguna simpatía. En cambio, el asesinato del general iraní ha levantado una ola de críticas en amplios sectores de la izquierda europea contra la administración de Trump.
Pese a los intentos de algunos propios y ajenos de embellecer la imagen del régimen iraní, un sistema retrógrado, ultra conservador y despótico, se sabe que en el fondo nada ha cambiado. Deja a su pueblo hambriento y financia a sus secuaces de Hezbolá y otras milicias que solo siembran discordia y muerte. Irán sigue siendo un lugar inhóspito para cualquier clase de oposición, perturbador para la mujer y penoso para los homosexuales que son habitualmente ejecutados en público, acusados por “sodomía consentida” y calificados de “villanos inmorales”.
Waleed Saleh. Profesor de Estudios Árabes e Islámicos, Universidad Autónoma de Madrid.