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Consuelo García del Cid en las III Jornadas de Lucha y represión de las mujeres en el tardofranquismo, junio 2025 (Madrid)

Consuelo García del Cid: ‘El Patronato es la mayor aberración que se ha cometido contra las mujeres, una verdadera Gestapo a la española’

Entrevistamos a la escritora e investigadora Consuelo García del Cid Guerra, quien ha documentado ampliamente los abusos cometidos en el Patronato de Protección a la Mujer y el robo de bebés durante y después del franquismo.

Su nombre es ya sinónimo de lucha por la memoria, denuncia y valentía. Consuelo- como escritora e investigadora- ha dedicado años a sacar a la luz los abusos cometidos en los reformatorios del Patronato de Protección a la Mujer y el robo de bebés durante y después del franquismo. Su obra y largo activismo ha dado voz a miles de víctimas silenciadas, convirtiéndola junto a Emilio Silva en el mayor referente actual en la lucha por la verdad y la reparación histórica en España.

Creo que el acto de petición de perdón realizado este 9 de junio por las órdenes religiosas que gestionaron el Patronato de Protección a la Mujer fue una “petición de perdón-trampa”. Para que un acto de petición de perdón por una injusticia histórica sea considerado sincero debe buscar dos objetivos: la reconciliación y la reparación. Pero estos dos objetivos sólo se consiguen cumpliendo 5 condiciones: 1) admitir abiertamente y al completo el daño causado, evitando ambigüedades. 2) La petición debe ser pública en nombre de la comunidad responsable y sin buscar impunidad en el afrontamiento de responsabilidades legales. 3) Tiene que existir una compromiso de no repetición. 4) Tiene que abrirse un proceso de empatía y escucha a las víctimas. 5) Es condición necesaria facilitar acceso a información sobre los hechos. Los archivos documentales que contienen esta información son fundamentales para respaldar la veracidad de los hechos reconocidos en el acto. Obstruir o restringir el acceso a estos archivos anula la credibilidad del proceso de perdón. No se si coincidirás conmigo, pero tras analizar el acto concluí que faltó el cumplimento de la primera y última condición, ¿piensas lo mismo?

La desorganización del acto del perdón fue tal, que cometieron el error más inmenso de su vida. Hoy he mantenido una larga conversación con la superiora de Adoratrices. Ha sido relajada y cordial. Me he quedado helada cuando me ha dicho que cada superiora estaba leyendo un perdón único que fue repartido a cachos entre las tres. Por tanto, lo que leía cada una, no pertenecía a su cosecha propia. Era un perdón largo, y único. Eso cambia mucho las cosas. La primera que habló, de Oblatas, pedía perdón de verdad. Reconoció hasta los malos tratos. Pero al leer la parte del texto la segunda, tibio a morir, pues no. Y no hablemos de la Adoratriz que se comió todo el chorreo. Sí que pidieron perdón, pero tan mal, tan sumamente mal, que no se entendió. Su inexperiencia montando actos, es catastrófica.

Los anteriores comunicados por parte de Conferencia Española de Religiosos (Confer) a la prensa, eran claramente ofensivos, y además, nos censuraron un audio precioso en honor a las suicidas del Patronato, y me prohibieron hablar de bebés robados. Veníamos calentitas, por así decirlo. En cuanto al resto de cuestiones que planteas, te diré que los archivos han estado siempre abiertos. Otra cosa es que los expedientes sean o no consultables. O por qué no aparece por ninguna parte la contabilidad de cada reformatorio. Nadie se la ha pedido nunca, supongo. Hay dos partes en esto. Una cosa son los archivos históricos, y otra, los de las monjas. Las que tienen ese oro en paño, son ellas, y han desaparecido cientos, puede que miles de expedientes, porque no los pueden mostrar de ninguna manera. Se cometieron tantos delitos, que aunque todo haya prescrito, las dejaría a los pies de los caballos. Existe un claro compromiso de no repetición. Lo asumieron todo. Hablaron con monjas ancianas que reconocieron los malos tratos, las ortigas en la vulva y demás. Lo que es, es. La Confer se curró un año entero de investigación, y en ningún momento nos negó. Cómo se hicieron después las cosas, es harina de otro costal. Las supervivientes no tuvimos nada que ver en la organización del acto. Solo al final, María Palau y yo fuimos convocadas a una última reunón, donde nos mostraron la escaleta. Ya estaba todo hecho.

Las órdenes religiosas no solo administraron los centros donde miles de jóvenes fueron internadas sin juicio entre 1941 y 1985, sino que además obtuvieron beneficios económicos mediante la explotación laboral de las internas, obligándolas a realizar trabajos no remunerados y quedándose con parte de sus salarios cuando eran enviadas a servir a domicilios particulares o a trabajar en fábricas. La explotación económica y laboral de estas mujeres generó una red de beneficios que aun hoy- cuando ya han pasado 40 años del desmantelamiento del Patronato- sigue sin investigarse bien : los archivos de las instituciones religiosas permanecen cerrados o son de difícil acceso. Creo que intentar evitar la apertura de estos archivos y una investigación rigurosa sobre el lucro obtenido a costa de las víctimas fue una de las razones de esta falsa petición de perdón ¿Coincides con esta interpretación?

Sin la menor duda. Saben que ahora mismo sus subvenciones, tiemblan. Lo pueden disfrazar como quieran. También tuvo mucho que ver la campaña de descrédito en prensa. El Patronato, durante el último año, ha tenido un subidón importante. Hay casi cincuenta investigadoras que trabajan por el Patronato. Se ha avanzado muchísimo gracias a ellas. Las supervivientes estamos muy agradecidas. El Patronato alcanzó un volumen mediático que ha sido imparable. Y eso, a ninguna congregación religiosa le gusta. Las actuales superioras están horrorizadas. No tenían ni la menor idea de lo que fue el Patronato. Era como entrar en cada convento y llenarlo de mierda, así de claro. Y te diré que salvo un par, las superioras actuales me daban hasta pena. Ellas no nos hicieron nada, pero son responsables de la historia entera de su congregación. Es como si de pronto te enteras de que tu bisabuela era nazi. ¿Qué haces?. Pues te lo comes como puedas, pero fácil, no es. Lo fácil habría sido negarlo, pero no lo hicieron. Estaban ante rebeldes, y lo sabían. Pero rebeldes de las de verdad. Y -lo que es peor-, ante mujeres heridas, muy heridas. Y la gente herida es peligrosa, porque sabe que puede sobrevivir. Esta última frase no es mía, Pertenece a la película «Herida», de Louis Malle. Es tan literal para nosotras, que escuece.

El Patronato pagaba una cantidad, y no poca, por interna. No puedo aventurar la cifra porque no me consta. Pero era suficiente como para alimentarnos en condiciones, y tener calefacción el día entero. Se habrían acabado las duchas frías, sin ir más lejos. Los talleres de trabajo procuraban no pocos ingresos. Basta con multiplicar. Trescientos muñecos al día. Ajuares de novia por semana. Trajes y capotes de torero bordados a mano. Se pagaba una fortuna.

Las Adoratrices tenían una monja gallega, hermana de un pintor muy importante. Se llamaba Pilar de Sotomayor. Cómo la llegaron a explotar, y no se daba ni cuenta. Era pintora, y muy buena. Se pasaba el día pintando cuadros enormes para el Nuncio. Esos cuadros costaban una pasta que iba al convento, no a ella, claro, que había hecho voto de pobreza. Por cierto, era un amor de monja. Nunca estuvo con las internas ni se enteraba de lo que nos hacían.

Las peticiones de perdón histórico son un género memorialístico que implica la construcción de una narrativa que interroga las versiones oficiales del pasado y es útil para demandar justicia. Pero las peticiones de perdón van más lejos: no solo buscan reconstruir una interpretación del pasado que sirva para que se reconozcan crímenes y abusos, sino crear las condiciones necesarias para su reparación. Me voy a centrar en la petición de perdón del otro día. Tengo que hacer una confesión que probablemente compartirán muchos lectores: seguí por streaming su difusión y disfruté mucho esta pequeña obra maestra de la historia de los escraches en España :¿ nos podías contar su anatomía, el revés de su trama : el proceso preparatorio, las negociaciones para su organización, las promesas no cumplidas, y las censuras? ¿cuándo concluisteis que todo se trataba de un simulacro de petición de perdón?

Yo no conocía a la Confer de nada. No había escuchado esa palabra en la vida. Como el Patronato es para mí una misión, tengo alertas de google creadas de todas las congregaciones, y me saltó una noticia que hablaba de una película sobre las Oblatas. Vi un tráiler, y era una propaganda descarada. Escribí al director, que fue muy amable y no daba crédito a lo que yo le contaba. No tenía la menor idea de lo que fue el Patronato, y menos que las Oblatas estuvieran implicadas. Me ayudó, y no poco. Habló con la superiora, y tomamos café en el Círculo de Bellas Artes. Me dio mucha pena. Pero estamos en lo de siempre, es responsable y cabeza máxima de su congregación. Yo nunca he querido hacer daño. A las superioras actuales no se les puede meter el dedo en la llaga, porque no nos han hecho nada. Otra cosa sería que nos pusieran delante a las nuestras, hoy ancianas nonagenarias, pero aún así, resulta que nosotras no somos como ellas, y de sádicas, no tenemos nada. Mejor que nunca suceda, porque más de una superviviente, se desmayaría, y no exagero. El daño causado es inmenso. Desde el primer momento se habló de perdón. Me preguntó en qué condiciones, y dije que público y con rueda de prensa, como así ha sido.

La primera reunión con Confer fue tremendamente incómoda. No sabían dónde meterse. Desconocían por completo lo que fue el Patronato. El oscuro silencio de siempre cuando se trata de instituciones represoras en manos de monjas maltratadoras. Inicialmente, creímos en Confer. Pero con el paso del tiempo, la cosa cambió de forma considerable. Aparecían una serie de monjas nuevas, así como laicos. En la última reunión había un señor rarísimo que hablaba en femenino. «Soy Oblata, nosotras, las Oblatas», y yo no entendía nada. Con una pasividad y falta de empatía descomunal, dijo que habían podido comprobar que todo lo que decíamos, era verdad. Y su tono monocorde me sacó de quicio. Fuimos conscientes del perdón maquillado gracias a las desafortunadas declaraciones del presidente a Europa Press. Eso levantó una alerta máxima, y lo advertí. Se lo dije a la Confer. Y en ese momento quedó claro que no nos tomarían el pelo.

¿Por qué crees que el Patronato de Protección a la Mujer ha sido un agujero negro durante tanto tiempo en la memoria histórica española? ¿qué circunstancias han favorecido ese silencio durante décadas?

Me cuesta responder, porque la razón, es monstruosa. Nos estigmatizaron de tal forma, haciéndonos creer que éramos mierda, que el sentimiento de vergüenza, no te abandona. Sacar a la luz el Patronato, sólo podía hacerlo una ex interna dispuesta a recibir todas las hostias, una suicida como yo. Muchas supervivientes nunca han hablado de ello a su maridos, y sus hijos, tampoco lo saben. Porque se decía que en aquellos conventos vivían muchas putas arrepentidas. Eso es lo que se vendía oficialmente, y la única versión que tenían las personas contadas que sabían algo del maldito Patronato.

Todas, de una forma u otra, estamos marcadas. Tanto como para esperar 55 años para poder hablar de ello, y hacerlo de forma pública, es algo brutal. Hay que tener un par, porque sabes que serás de nuevo juzgada, y como te expongas a los medios, lo tienes claro. Lo primero que te dicen es que por algo será, que algo habrías hecho, y lo dice gente que no sabe nada ni del Patronato y menos de los reformatorios. Como puedes comprobar, el trabajito de las monjas, dejó una huella muy profunda en cada una de nosotras. Pero de víctimas, nada.

El Patronato era un agujero negro de la memoria, y yo lo sabía. Cuando empecé a trabajar, hace ya quince años, apenas encontré nada. Las ex internas, no hablaban. Y eso solo lo puede entender otra superviviente. Es más que respetable.

Cuando el traspaso de funciones de 1981, ningún político sabía lo que estaba firmando. La realidad vivida, estaba dentro, en los conventos, y de eso no se hablaba. Por tanto, no existía. Nadie ha sido juzgado. El Patronato es la aberración máxima que se ha cometido contra las mujeres. Una verdadera Gestapo a la española.

Y de nuevo nos sentimos mierda cuando al entrar en la sala donde tendría lugar el acto, nadie de Confer se dirigió a nosotras. Ni siquiera nos saludaron. Y una compañera me dice que no cambia nada el hecho de que ese perdón fuera único, porque el orden de los factores, no altera el producto. Y tiene toda la razón.

Cuando la rebelión se encontraba en su momento más álgido, tuve un flashback. Estaba presenciando lo que nunca, nunca pudo ser en los reformatorios. Porque era imposible rebelarse. La vida me puso ese sueño delante 55 años después. Fueron quince minutos inolvidables.

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