Un colectivo de padres, exalumnos y antiguos profesores del colegio público madrileño ‘Calvo Sotelo’ solicita que la escuela recupere su nombre original, que honra el día de la proclamación de la II República.
El 6 de noviembre de 1933 el presidente de la República, el conservador Niceto Alcalá Zamora, inauguró una escuela en el distrito madrileño de Retiro. El colegio iba a llevar su nombre, pero a última se cambió al de ‘Catorce de abril’ por petición del presidente. Alcalá Zamora explicó que la República era mucho más importante que su persona. La apertura de esta escuela no fue una excepción. Sólo en 1933 la República inauguró hasta 18 nuevas escuelas en la ciudad de Madrid y reformó y/o amplió otros 13.“Maestros y libros. Es la gran siembra que ha de hacerse sobre la tierra de España”, había pronunciado pocos meses Marcelino Domingo, el primer ministro de Instrucción Pública.
El ’14 de abril’, sin embargo, perdió su nombre a la vez que los españoles se despedían de la democracia y de la libertad: el 1 de abril de 1939 con la victoria militar de las tropas del general Franco, apoyado en todo momento por los ejércitos de Alemania e Italia. La escuela pasó a llevar el nombre de José Calvo Sotelo, quien fuera ministro de Hacienda durante la dictadura de Primo de Rivera, diputado monárquico por Renovación Española y que fue asesinado el 13 de julio de 1936. De hecho, el régimen franquista le nombró
Protomártir de la Cruzada.
Con la Constitución de 1978 y la recuperación de la democracia, las escuelas, sin embargo, no recuperaron sus nombres originales. El Catorce de abril siguió siendo el Calvo Sotelo; el colegio Pablo Iglesias continuó como Isabel la Católica; el Tirso de Molina, Ermita del Santo; el Alfredo Calderón pasó a llamarse Padre Poveda; el Lope de Rueda adoptó el nombre de Nuestra Señora de la Almudena; el Rosario Acuña pasó a llamarse San José Calasanz; Joaquín Sorolla cambió a Rufino Blanco; y el Emilio Castelar, a Jaime Vera.
Ahora, cuando se cumplen 83 años de la inauguración de aquel colegio por Alcalá Zamora, el colectivo Amigos del Grupo Escolar Catoce de abril, que integra a exalumnos, exmaestros, profesores y un grupo de padres de los alumnos actuales, quiere que el nombre de la escuela Calvo Sotelo sea restituido por el de Catorce de abril. “Queremos recuperar el nombre original como homenaje al esfuerzo que realizó la II República paraluchar contra el analfabetismo y a los maestros que recogieron las ideas de la Institución de Libre Enseñanza”, explica a Público Antonio C. Colino, portavoz del colectivo que este domingo pasado protagonizó una concentración a las puertas de la escuela para reclamar la restitución del nombre.
El colectivo, de hecho, ya ha mantenido una reunión con Francisca Sauquilla, presidenta del Comisionado de la Memoria Histórica del Ayuntamiento de Madrid, para solicitar esta restitución y, previamente, había contactado con Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid, solicitando la restitución del nombre de Catorce de abril. La presidenta de la Comunidad de Madrid, sin embargo, replicó que considera que la “historia” del colegio y la “de sus alumnos está más vinculada” al de José Calvo-Sotelo, “un nombre que no genera agravios entre los madrileños”.
“No parece que haya suficiente razón para cambiarlo, menos aún por el de un régimen que tuvo las luces que tú mencionas, pero también no pocas sombras“, prosigue en su misiva la presidenta, que anima al colectivo a continuar su lucha y les recuerda que la petición de cambio de nombre debe proceder del “Consejo Escolar del centro y/o del Ayuntamiento de Madrid” al Consejo de Gobierno de la Comunidad.
El Consejo Escolar aprobó solicitar el cambio de nombre, pero la petición aún no se ha efectuado porque aún no hay consenso sobre si quieren restituir el anterior o pedir un nombre nuevo ajeno a la huella histórica de los dos hasta ahora mencionados, según informan fuentes de la Asociación de Madres y Padres del colegio a Madrid Diario.
Un país de analfabetos
El 14 de abril de 1931, cuando se se proclama la II República, España tenía una tasa de alfabetización insoportable. El 25% de los hombres y el 40% de las mujeres no sabía leer ni escribir. Es decir, casi 7,6 millones de españoles eran analfabetos. El ministro de Instrucción Pública, Rodolfo Llopis encargó un informe sobre el estado de la Educación que concluyó que España 32.680 escuelas y que necesitaba construir 27.151 más. El Gobierno de la II República elaboró un plan mediante el cual se crearían 5.000 escuelas por año, exceptuando el primer año de todos, 1931, en el que se crearían 7.000 colegios.
El plan de creación de escuelas fue acompañado por otro de enseñanza a los maestros, para mejorar su formación, y el incremento del salario de éstos para atraer al personal más formado. El revés electoral de las elecciones de 1933 supuso un freno para el proyecto y el golpe de Estado del 18 de julio que derivó en la victoria militar del ejército franquista en abril de 1939 supuso su puñalada final.
Con Franco en el poder, hasta 60.000 maestros fueron examinados ideológicamente durante la Guerra Civil y los primeros años de dictadura franquista. Otros muchos, fueron directamente fusilados por el simple hecho de ser maestros. Un decreto de 8 de noviembre de 1936, firmado por Franco, ya apuntaba a la necesidad de una “revisión total y profunda en el personal de Instrucción Pública (…) extirpando así de raíz esas falsas doctrinas que con sus apóstoles han sido los principales factores de la trágica situación a la que fue llevada nuestra patria”.
El profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona Francisco Morente Valero y autor de la obra La Depuración del Magisterio Nacional explica a Públicocómo se hizo esa “revisión total y profunda” de los profesores: “En primer lugar, matando a muchos de ellos. No hay datos exactos del número de maestros y profesores asesinados durante la guerra, pero fueron sin duda algunos centenares de maestros y varias docenas de profesores de enseñanza media y universidad”.
“Además, se organizó una depuración político-profesional de todos los cuerpos docentes. Todos los profesores y maestros fueron sometidos a un expediente de depuración como paso previo para confirmar o no sus derechos profesionales. Quienes no superaron el expediente con total limpieza fueron sancionados de formas diversas y en los casos más extremos fueron separados definitivamente de la enseñanza”, explica Morente Valero.
La colocación de personal en las escuelas, institutos y universidades se hizo de diversa manera. Mediante un decreto de 6 de julio de 1940 Franco nombró a cerca de 2.000 oficiales del ejército franquista, la mayoría alféreces provisionales, “maestros propietarios” de escuela. “El objetivo era doble: dar trabajo a gente que había que desmovilizar una vez acabada la guerra, y garantizar que esos maestros iban a ser franquistas de una pieza”, sentencia Morente.