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Cierran en París una piscina tras un baño reivindicativo de 15 mujeres a favor del “burkini”

El acto reabre la polémica en Francia entre defensores de la libertad religiosa y partidarios del republicanismo estricto

“¡Nos bañaremos, nos bañaremos! ¡Incluso si los racistas no quieren, nos bañaremos!”.

Este domingo, los bañistas escuchaban con incredulidad el ruidoso cántico reivindicativo que acompañó el sorpresivo baño de quince activistas feministas y musulmanas que acababan de ingresar en una piscina del distrito 11 de París. Portaban una pancarta con el lema “nadando para todos, detengan la islamofobia”.

Mientras las feministas se bañaban en bikini, las musulmanas lo hacían con burkini. Bien organizadas, todas las mujeres se zambulleron en un acto festivo en el que protestaban contra la prohibición de este controvertido traje de baño. La norma prohíbe el uso en las piscinas de esta prenda que cubre todo el cuerpo salvo cara, manos, pies por motivos higiénicos y de seguridad.

No estuvieron solas: AFP señaló que recibieron apoyo de personas transgénero y hombres de un colectivo creado para este acto. Los demás usuarios reaccionaron de manera diversa a la “performance” : muchos se reían, algunos asistían impertérritos y otros indignados. Uno de estos últimos mostró sus genitales a las activistas.

Este acto reivindicativo provocó la intervención de los vigilantes de la piscina y finalmente de la policía sin que se generara ninguna situación violenta. Tras 30 minutos, la gerencia cerró la piscina y los activistas se marcharon con la fiesta a otra parte.

En el país vecino, muchos ciudadanos atribuyen al uso del burkini una reivindicación del islamismo político, incompatible con el laicismo republicano. Por contra, las musulmanas que lo defienden se quejan de que no pueden acompañar a su prole a la piscina si se prohíbe el burkini, una prenda habitual en los países con fieles del Islam.

Ellas basan su derecho a llevarlo en una cuestión de libertad individual. El “comunitarismo”, está en tela de juicio en Francia sobre todo por los partidos conservadores que lo juzgan como una amenaza existencial a la nación. Se trata de la tendencia a que cada comunidad establezca para ella reglas al margen de las del resto de la sociedad.

El debate esta vivo. ¿Se pueden imponer unas normas únicas heredadas de la tradición republicana en una sociedad multicultural que evoluciona?

Nargesse, una de las activistas musulmanas, de 27 años,y que sólo quiso identificarse por su nombre de pila explicó a AFP que el acto pretendía denunciar la islamofobia: “El objetivo es acceder a la piscina como mujeres musulmanas que usan el velo. Queremos reclamar nuestra elección de usarlo y poder disfrutar de nuestro tiempo libre sin ser molestados por las regulaciones discriminatorias”.

Camille, una activista feminista de 18 años “Es importante que todas las mujeres y todas las personas puedan nadar y disfrutar. No es grave bañarse con una camiseta. Es equivocado invocar razones de salud y seguridad para prohibirlo“.

En un comunicado, el colectivo pidió “el cambio de las reglas de las piscinas” que permita un “ocio para todos”. “Nuestros cuerpos nos pertenecen, los cubrimos o los descubrimos por razones que nos conciernen a nosotras”.

Una acción similar en Grenoble a mediados de junio había provocado otra controversia nacional. El primer ministro Philippe las explicó entonces que las reglas de las piscinas públicas deben ser respetadas y que “ninguna creencia religiosa” puede invocarse para derogarlas.

La portavoz del gobierno, Sibeth Ndiaye, condenó las “asociaciones comunitarias” que intentan “imponer” un debate sobre el burkini “ para el que “no ha lugar”.

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