Para Emilio Alonso la idea es un despropósito, especialmente por lo que respecta a la utilización de suelo público de los ayuntamientos para estos menesteres:
A mi me parece muy bien que los musulmanes se entierren como deseen, siempre que lo hagan con su dinero, es decir, que vayan al mercado, inviertan, adquieran un terreno y a partir de ahí y siempre que respeten las normas vigentes que hagan con él lo que quieran: un cementerio, una mezquita o un parque de atracciones… Pero el suelo público, que ya es en sí un concepto bastante lamentable, no debe utilizarse para favorecer a una comunidad concreta.
Pedro Fernández Barbadillo, por su parte, llamaba la atención sobre que la idea podría suponer que el dinero o el suelo público sirviesen para una flagrante discriminación:
Porque además de sus ritos particulares hay que decir que en estos cementerios sólo podrían ser enterradas personas de religión musulmana, así que a todos los demás nos estaría vedado el acceso a algo que hemos pagado entre todos. ¿Qué dirían de los cementerios católicos si sólo se pudiese enterrar en ellos a los católicos?
Además, se mostró sorprendido de que esta iniciativa surja de un partido como el PSOE, “que en los años 30 fue el abanderado de los intentos de hacer laicos los cementerios”.