Catequistas Escolares. (v. Escuela , Niño)
El título llamativo de esta entrada responde al rechazo que expresan a esta denominación muchas de las personas que imparten clases de religión en los centros de enseñanza oficial, pero que por esa característica de “delegados” episcopales provocan y tienen una problemática muy especial.
El problema de su inserción en la Escuela no se debe a que estas personas sean religiosas, en este caso católicas, ya que cualquier profesor puede serlo en pleno derecho; sino a que han sido elegidos para la misión específica de adoctrinar en la religión católica lo que es opuesto a la aconfesionalidad de una institución Pública.
Las disfunciones que producen en el ámbito académico con su doctrina estos delegados episcopales son varias y de gran importancia (v. Escuela); pero aquí corresponde tratar la de la función propia de los mismos y su problemática laboral.
En sus charlas imponen dogmas opuestos a las ciencias e imparten morales contarios a las leyes y hasta a los principios humanitarios básicos (preservativos, homosexualidad, IVE…)
Esas personas, cuya misión específica es la de adoctrinar en el catolicismo, participan con igual derecho en el claustro con los profesores, y consecuentemente en todas las decisiones que atañen a la organización del centro y de las materias; pueden ser -y lo vienen siendo- jefes de estudios, directores y cualquier otro cargo; y, aunque aparentemente sea de menor importancia, pero es más sensible, son tutores de los niños de cualquier otra creencia o convicción.
Tienen una situación laboral precaria dependiendo del gusto del obispo de turno; y pretenden, y algunos sindicatos les apoyan, entrar en la función Pública. Esto supondría una discriminación por motivo religioso.