El país organizador de la Copa del Mundo de fútbol no reconoce las libertades de las mujeres, persigue al colectivo LGBTI, restringe la libertad de expresión y explota a las personas migrantes.
Queda poco más de una semana para que arranque el Mundial de fútbol masculino en Catar y no se deja de hablar de alineaciones, selecciones favoritas y quinielas de finalistas. El país anfitrión casi ha conseguido su objetivo: un lavado de imagen capaz de tapar las vulneraciones de derechos humanos que sufren cada día las mujeres, las personas migrantes, la prensa o el colectivo LGBTI. La FIFA, otras federaciones nacionales y algunos medios han contribuido a este blanqueo. No obstante, los códigos de conducta que rigen el emirato dejan bien claro lo que se permite y lo que no, lo que es moral y lo que ni por asomo. Las autoridades cataríes recuerdan incisivamente sus normas y restricciones de cara a la celebración deportiva, mientras compran el silencio de los visitantes y aficionados más maleables. Este es el listado de derechos humanos fundamentales que Catar, uno de los territorios más conservadores y ricos del mundo, todavía no reconoce.