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Casi-liberales contra el Estado laico

Últimamente veo gente interesada en vincular la cultura liberal con la identidad de la Alianza por Chile. Lo cierto es que la Alianza está lejos de ser liberal y se divide entre aquellos conservadores autoritarios reunidos principalmente en la UDI y aquellos más pluralistas en lo cultural, pero que se caracterizan por su fundamentalismo de mercado.

Para ser liberal no basta creer en el mercado (y ojalá también en su regulación), sino que además hay que creer en las libertades individuales y en un Estado laico que no intervenga la vida privada de los ciudadanos y que separe con claridad las políticas públicas de las creencias religiosas, por legítimas que estas sean.

Aquello que parece un consenso de la democracia liberal en Occidente, fue puesto nuevamente en entredicho por Evelyn Matthei la semana pasada, cuando afirma ante un grupo de evangélicos que su futuro gobierno no se saldrá de las escrituras de la Biblia. Todo lo anterior, a sólo días de que un grupo de jóvenes parlamentarios ingresaran al comando de la candidata para reforzar la “identidad liberal” de la campaña. El plan parece aguarse con los dichos de la candidata.

No es primera vez que Matthei se refiere de forma crítica al Estado laico. En un debate televisivo de primera vuelta, la candidata de la UDI criticó las menciones al Estado laico dentro del programa de Michelle Bachelet. Según dijo Matthei, Chile tomaría el camino de Francia o España, que han cuestionado la enseñanza religiosa en colegios públicos (entre otras cosas). Además, el programa de Bachelet impediría que las futuras autoridades juraran –ante dios– al asumir sus cargos y sólo deberían prometer lealtad a la Constitución y las leyes.

Las palabras de Matthei, dejan bajo sospecha su vocación liberal y la de su equipo. El espíritu que en el pasado, siendo senadora, la llevó a presentar el proyecto de ley de aborto terapéutico junto a Fulvio Rossi, hoy parece relegarse a un discurso concentrado en cautivar el voto duro de la Alianza. La necesidad de levantar a votar a ese electorado confesional parece haber sido más fuerte que la vieja idea liberal de la sana separación entre las iglesias y el Estado.

Lo anterior habla con claridad de un casi-liberalismo. De un liberalismo acomplejado y a medias, aquello que podemos definir con mayor precisión como neoconservadurismo, más moderno y pluralista que el anterior, pero continuador del statu quo  al fin y al cabo. Ha sido la Alianza justamente la que ha frustrado un liberalismo auténtico y sin complejos en Chile, secuestrando a algunos de ellos por parte de los declaradamente conservadores.

Cuesta encontrar, en el mundo, liberales que sólo promuevan la libertad de mercado (y tan radicalmente como la Alianza en Chile) y que sin embargo nieguen las libertades públicas e individuales, atentando tan directamente contra el Estado laico.

La conclusión está a la vista: ese mal llamado liberalismo de la Alianza, no es otra cosa que neoconservadurismo.

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