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Carta a José Saramago

El periódico L´Osservatore Romano arremetía contra ti cuando apenas acababas de expirar centrándose en dos aspectos de tu pensamiento: tu militancia política de todos conocida y, cómo no, tu actitud “irreverente” e iconoclasta hacia la religión católica.
Querría, dado que no puedes defenderte ya, exponerte unas reflexiones que, a buen seguro, suscribirás. Baste decir hasta qué punto quedé entusiasmada al leer tu última novela, Caín, cuya tesis (acusar a Dios del homicidio de Abel pues es su favoritismo absolutamente gratuito hacia Abel lo que provoca la envidia de Caín) venía rondándome por la cabeza desde hacía tiempo.
Por otra parte, en El Evangelio según Jesucristo, otra de tus novelas que desató las iras de la Iglesia,  te preguntabas, nos preguntabas: ¿Quién es este Dios que pide víctimas? No puedo responderte pero lo cierto es que muchas veces me he preguntado por qué cuando Jesucristo resucitó sólo se apareció a sus discípulos y no a los responsables de su crucifixión. Bastóle con elevar una plegaria por ellos ya en la cruz: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. Es el caso que la Iglesia, infalible en su doctrina, ha olvidado por completo esta oración y ha venido justificando las innumerables tribulaciones  sufridas por el pueblo judío por tratarse del “pueblo deicida”¿ Acaso Jesucristo no abolió la ley del Talión? Yo no sé si Dios es vengativo como sostienes (pienso que son los hombres los que son vengativos y es Dios el que es “a imagen y semejanza” de estos y no al revés) pero olvidadizo sí que debe de serlo: ¿Es así como Dios perdona o es que la petición de Jesús no llegó a sus oídos? Con todo, es obvio que, volviendo a mi pregunta inicial, si Jesucristo resucitado se hubiese manifestado a los judíos estos se hubieran convertido y, con el tiempo, no hubieran sido víctimas de la intolerancia religiosa o “chivos expiatorios” de los conflictos sociales y estoy hablando de la historia de España sin ir más lejos. ¿Quién es este Dios que no sólo  pide víctimas (EL AMOR NO PIDE, DA), Saramago, sino que incluso las propicia al incurrir en una falta de omisión? (En rigor, la Iglesia distingue entre “pecados de comisión” y “pecados de omisión”). Es más, con antelación Jesucristo había ¿amenazado? a los escribas: “Destruid este templo y yo lo reconstruiré en tres días”. Tal vez tú, habiéndote desprendido de la existencia mortal, hayas confirmado tu afirmación de que “Dios no es de fiar”.
Dios es olvidadizo, sí. Olvidadizo, si no mentiroso: En el libro de Isaías promete lo siguiente: “Os quitaré el corazón de piedra y os daré un corazón de carne”. Otra vez, la Iglesia, que no se apea de su infalibilidad, olvida la cita y en lugar de cuestionar a Dios (el corazón del hombre sigue siendo como un pedernal salvo excepciones) te cuestiona a ti como hiciera con tantos otros cuyo único delito fue atreverse a pensar.
Jesucristo sentenció: ¡ Ay de aquel que escandalizare a uno de estos pequeñuelos; mas le valiera colgarse una rueda de molino al cuello!” A mí quien me provoca escándalo es el Dios de Caín, el Dios de Isaías y, por supuesto, el “Padre” a quien invoca Jesús en la cruz y que hace oídos sordos a su exhorto. Este padre, más que padre se me antoja padrastro y absolutamente indigno de reverencia. Lo único digno de reverencia es la Justicia, la Bonhomía y, por qué no, la coherencia. Saramago, tu coherencia intelectual, afeada también por L´Osservatore, da lecciones a un dios y unos acólitos que no sé qué hemos hecho para merecer.
NOTA.- Por supuesto que apenas he leído la Biblia: las citas y pasaje a los que me refiero han arraigado en la cultura occidental y son de sobra conocidos. Supongo que, de abordar su lectura, encontraría más citas y pasajes que volverían a escandalizarme. Lo único que he hecho es tomar el testigo de Saramago y abrir una brecha a “la Verdad revelada”.                 

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