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Carmena, ¿política, prudencia o claudicación?

Aquello nos llevó a este preocupante presente de caridades que tratan de sustituir la garantía de lo público, con dogmatismos y crispaciones que niegan la memoria social y laica que precisa ser divulgada.

Desde un lugar de provincias, apartando mi debida prudencia, me atrevo a clamar mi ánimo contenido y crítico a la Alcaldesa de Madrid y a su vecindario. Soñando superar el griterío de insidias que, supuestamente dirigidas contra tal señora y su equipo, con los tendenciosos altavoces capitalinos nos importunan, pido el respeto que deben al resto este transido país. Ya está bien que con ese españolismo de pandereta distraigan al personal del resto del cuarto trasero, con terrorismos políticamente superados o independentismos atizados, del grave drama de la pobreza , de la corrupción y de la crispación rampantes.

            Empezaba hablando de doña Manuela aunque mi grito desesperado se dirige a ese poder mediático-económico-ideológico bastante más peligroso que un par de titiriteros. Las hojas ponzoñosas de ese poder deforman el bosque de la razón que se necesita en Madrid y en el resto. Desde la distancia quiero lanzar una simple pregunta a las autoridades diversas y ciudadanía que parecen dudar, entre dos hechos concretos que el azar une: ¿Hay alguna proporción entre el trato dispensado a estos titiriteros y el habido para quienes propiciaron muertes en aquella siniestra discoteca? Está claro que hay una manifiesta voluntad de enrarecer la corrupta realidad madrileña y la de bastante más acá.

            He de reconocer, Sra. Carmena, que a usted le ha tocado una plaza difícil. Allá ha tenido que vérselas con la condesa consorte y cordinadora de un importante grupo de corruptos. Éstos, como ella misma, gozan de un blando trato de la justicia y del aparato legal o legislativo que, llegado el caso, eliminan oportunamente delitos. Qué decir de la corte mediática que adula, pese a todo a tan desprestigida persona y a sus aliados políticos, empresariales o clericales con persistente influencia. Además, entiendo la difícil colaboración con esa izquierda de juguete que dirige un PSOE de Madrid incapaz de reponerse del tamayazo pro-Aguirre. Qué no decir de esa confusa voz emergente bien alimentada por el Ibex35 que mantiene tal cual TeleMadrid y o azuza las más ciegas soflamas en favor de lo rancio.

            También he de reconcer, respetable Alcaldesa, que siempre he valorado su honesta y esforzada trayectoria en defensa de la dignidad en tiempos difíciles. Circunstancias que alentaron adhesiones cuando se involucró en el proyecto colectivo de regeneración de esa ciudad en su suicida deriva de pobreza, corrupción y superficialidad. Tras unos inicios prometedores en que puso en su sitio a la denostable y populista rival, parece haber caído en el pragmatismo convencional, cegato cortoplacista que desinflan la ansiada renovación. Trato de explicar por pasos mis temores.

            Creí que en la cosa pública hay que hacer política=concesiones, sobre todo desde la izquierda, y entrar en aquello de gobernar para tod@s respetando las tradiciones de toda la vida. Lo del propio programa con las urgencias de la pobreza y la regeneración, en la medida que se vaya pudiendo con generoso esfuerzo y altruísmo, pero sin pisar callos. Pues prudencia y mucha mano.

            Creí que la autocrítica es aval democrático que dignifica a quien lo ejerce. Los recientes acontecimientos me sugieren una duda. No hubiera sido más oportuna una rectificación sobre Zapata y Mestre a cuenta de una injusta retroactivida. Recuédese que en el primer caso obligó a prescindir en Cultura del concejal previsto. No sabremos si hubiera ido mejor sin aquella concesión

            Creí que con Madrid Informa el gobierno municipal se había dotado de un instrumento democrático ágil y veraz para soslayar episodios como el terrorismo de títeres. Parece que no ha sido así y vesiones interesadas siguen teniendo más audiencia, ahora con adhesión municipal, de algún hecho de dudoso origen.

            Creí, creí, creí Creíamos muchas cosas las personas de nuestra generación que imitando su ejemplar trayectoria de compromiso social, Sra. Carmena, esperábamos una vejez menos atribulada y un futuro tan incierto nuestra juventud. Por eso mismo, también y a nuestra manera, imitamos su desparpajo para arrimar el hombro y, por si sirve de algo, la experiencia bien rumiada. Hubo un futuro atado y bien atado que, por prudencia o necesidad, aceptamos más allá de lo debido. Aquello nos llevó a este preocupante presente de caridades que tratan de sustituir la garantía de lo público, con dogmatismos y crispaciones que niegan la memoria social y laica que precisa ser divulgada.

            Sra. Carmena, comprenda esta reflexión de quien, sin ser su vecino, le afecta su proceder.

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