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¿Caridad, solidaridad o deber del Estado?

A comienzo de Diciembre, a juicios de muchos y muchas en Chile se ha vivido veintisiete exitosas horas de amor en pos de las personas menores de 20 años portadores de discapacidad motora del país. El 85% de ellos y ellas hoy son atendidos/as en los centros de la Teletón. Desde el año 1978 todos/as los/as chilenos y chilenas han unido sus esfuerzos y han desplegado una cruzada caritativa que año a año busca financiar esta noble iniciativa. Conforme pasan los años se han ido utilizando diversas estrategias para cumplir con este propósito donde cada vez han ido tomando mayor protagonismo las donaciones desarrolladas por empresarios y familias de acaudalado poder económico.

Este año la institución de la Teletón calificó como exitoso el proceso de recaudación de fondos en cuanto se superó la meta de treinta mil millones de pesos recaudando $32.040.179.848 millones. Asimismo valorando la participación ciudadana y catalogando como el mayor evento nacional que se realiza a través de la TV abierta y las multiplataforma digitales.

Es así como, desde lo personal y haciendo un ejercicio racional me pregunto si como Estado o país somos exitosos al cumplir esta meta. Estamos cumpliendo como país on el resguardo de los Derechos fundamentales de quienes se encuentran en una situación de discapcidad.

Algunos pueden pensar que mi pregunta no tiene relación con los sentimientos que emanan en todos los chilenos y chilenas al lograr la meta que permite atender a quienes se encuentran en esta condición.

Para comprender mi personal cuestionamiento es necesario hacer un análisis anterior, que tiene que ver con qué tipo de Estado queremos construir y como este permitelograr sociedades más justas, que propendan al progreso humano y que en definitiva resguarden los valores y principios laicos que nos conmueven.

Analicemos lo que hoy tenemos, hoy nos regimos por una carta magna ideada y validad en un período negro de nuestro país, marcada por componentes ideológicos que hacen profundizar la desigualdad social y a veces un poco contradictoria en sus declaraciones fundamentales.

La actual Constitución Política de Chile en su primer articulado consigna que las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos, que el Estado está al servicio de la persona humana y su finalidad es promover el bien común, para lo cual debe contribuir (debiendo garantizar) a crear las condiciones sociales que permitan a todos y a cada uno de los integrantes de la comunidad nacional su mayor realización espiritual y material posible, con pleno respeto a los derechos y garantías que esta Constitución establece. Al identificar los derechos y deberes constitucionales, en el articulado número diez y nueve identifica a todas las personas los siguientes derechos, entre otros:

  • El derecho a la vida y a la integridad física y psíquica de la persona.
  • El derecho a la protección de la salud.

Sin embargo, en el caso específico sobre el derecho a la protección de la salud, señala que el Estado protege el libre e igualitario acceso a las accionesde promoción, protección y recuperación de la salud y de rehabilitación del individuo, y le entrega un rol de coordinación y control de las acciones relacionadas con la salud. Diciendo que es deber preferente del Estado garantizar la ejecución de las acciones de salud, sea que se presten a través de instituciones públicas o privadas, en la forma y condiciones que determine la ley, la que podrá establecer cotizaciones obligatorias. Cada persona tendrá el derecho a elegir el sistema de salud al que desee acogerse, sea éste estatal o privado.

Revisando lo declarado en nuestra constitución con respecto a la salud, es posible identificar el rol pasivo que adquiere el Estado en estas materias, los verbos ahí utilizados permiten que el Estado solo en la medida de lo posible se haga cargo del resguardo de los derechos humanos fundamentales. Es así como vemos instituciones de beneficencia haciéndose cargo de la pobreza o de la rehabilitación de miles de chilenos y chilenas.

El Estado es quien debería garantizar y promover los derechos humanos de todos quienes habitan su territorio, y por ningún motivo dejarlo sujeto a estas instituciones que duran mientras existan personas que las sostengan, quedando sin garantías el ejercicio de los derechos de las personas.

En el caso específico de la Teletón, al dejar en manos de instituciones de beneficencia como país no damos seguridad y garantía a la rehabilitación de estos menores, sino que damos  lo que nos sobra en cada cruzada y no hay compromiso sustentable en el tiempo con el hecho, y por ende tan importante misión se sostiene en base a la desigualdad social, donde los que tienen más le dan a los que tienen menos.

Este enfoque vertical, impide buscar un mecanismo nacional que no dependa de buenas voluntades sino que sea por medio de estructuras nacionales y estatales que aseguren indefinidamente el funcionamiento de los centros de la Teletón y la prestación de rehabilitación de quienes lo necesitan.

Volviendo a la pregunta que me inquieta hoy, ¿somos exitosos como país al cumplir la meta de la Teletón?

Puedo afirmar radicalmente que no, dado que la verdadera solución a esta problemática pasa por un enfoque horizontal donde se desarrolle una verdadera reforma tributaria que permita disminuir la desigualdad social y que faculte que iniciativas como estas sean financiadas por el Estado y no queden sujetas a las altruista donaciones de las familias chilenas o a las magnánimas entregas de quienes son afortunados y que pueden donar cuatro mil millones de pesos, que además lo hacen con el fin de rebajar impuestos por medio de la donación.

El enfoque que debemos adoptar es  horizontal, donde se alteren las condiciones de poder económico, de manera tal que desde la igualdad se construyan instancias que garanticen los derechos humanos de todos y todas los que habitamos este país.

Es necesario dejar de lado el enfoque caritativo y paternalista, que solo sirve para redimir la conciencia de quienes tienen mucho más y pasar a un enfoque solidario y de justicia social que transforme las estructuras del  país en las materias propias de la Teletón como de otras temáticas como la educación o el transporte público, entre otras.

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