En aquel tiempo llamaban a su grey a llenar las calles en procesiones sabatinas y a orar en vigilias dominicales exigiendo a los gobernantes que respetasen el mandato bíblico de dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Ponían la cara y la cruz contra la Educación para la Ciudadanía o el matrimonio gay y muchos de los pastores manifestaban su voluntad de llegar, incluso, hasta el martirio.
El demonio era el presidente Zapatero, quien acabó su mandato perdonando a algunos banqueros y teniendo cristiana caridad con los arcaicos Acuerdos del año 1979, entre el Estado español y la Santa Sede, ese lugar de apariciones divinas, desapariciones humanas, no explicables mediante el mortal entendimiento, en el que conviven un mayordomo que filtra documentos secretos con un Papa al que le gustan los zapatos rojos de Prada. Y el verbo lo ponía la otrora oposición del Partido Popular, actualmente en el Gobierno, que comienza a practicar divinamente lo que antes denostaba humanamente. El final ya lo conocen: el demonio se hizo ángel y fue bendecido por el cardenal Cañizares en una charla amistosa del pasado mes de junio, a la vez que el verbo se hizo carne y ya habita entre nosotros en su Palacio de La Moncloa.
Inspirado por tanta gracia, el Gobierno no toca la partida de financiación a la Iglesia católica acordada a través de la casilla del IRPF. En estos tiempos de penuria y de predicar con el ejemplo el Estado entregará cada mes a la Iglesia 13.266.216,12 euros, exactamente la misma cantidad que en 2012 destinada a las retribuciones de los obispos, de sacerdotes y a pagar el funcionamiento de la Conferencia Episcopal.Pero la asignación prevista en los presupuestos para todo el año, cuando se liquide la declaración de la renta, será mayor: 249 millones, tres más que en 2012. Los colectivos laicos protestan por la inmunidad de la Iglesia a los recortes. "La única entidad que no sufre ningún recortes es la corporación católica. El Estado podría haber hecho también aquí un ajuste en la misma medida que harecortado en servicios básicos como Educación, Sanidad y Servicios Sociales" denuncia Francisco Delgado, presidente de Europa Laica, organización que reivindica una escuela pública, laica, y sin religión, dando a la ciencia lo que es de la ciencia y a la creencia lo que es de la creencia, cada una en su lugar físico, sobre todo para que no sea necesario explicar el evolucionismo en la catequesis.
En realidad, los presupuestos no recogen la partida global que el gobierno paga a la Iglesia por los colegios católicos, por los profesores de religión, por la rehabilitación de catedrales, por los capellanes o por los servicios sociales. Se calcula que la Iglesia católica recibe cada año de todas las administraciones públicas (central, autonómica y local) hasta once mil millones de euros, incluyendo el impago del IBI (Impuesto sobre Bienes Inmuebles) y de otros impuestos municipales. Y el recurso de referirse a la necesidad de sustentar la encomiable labor de Cáritas contrasta con el hecho de que la mayoría de sus fondos proceden de donantes privados, de los contribuyentes, tanto de la casilla de “fines sociales” como de la dedicada específicamente a la Iglesias católica, de los presupuestos autonómicos, municipales y de otros órganos estatales. Obviamente, sin olvidar que siempre es más deseable la horizontalidad de la solidaridad que la verticalidad de la caridad, que como virtud teologal implica “hábitos que Dios infunde en la inteligencia y en la voluntad del hombre para ordenar sus acciones a Dios mismo” y que la Iglesia interpreta desde la conocida expresión de que “la caridad bien entendida comienza por uno mismo”.
Decía Roger Bacon, monje franciscano del siglo XIII, que la sumisión a una autoridad indigna y culpable, la influencia de la costumbre y el prejuicio popular eran algunos de los obstáculos que, para alcanzar la verdad, acechaban a todos los hombres. En nuestro caso la influencia se mueve desde el antipedagógico calendario escolar, elaborado en función del santoral, hasta la distribución temporal de dicho calendario, que obliga a observar en que fechas sucederá la Semana Santa para conocer si el último trimestre escolar será uno o trino. E incluso el condicionamiento, casi antiestético, que a favor de la religión católica se hacen desde la administración a la hora de regular el funcionamiento y la organización de los centros o de subvencionar colegios de élite a la vez que se abandona el apoyo a la enseñaza pública.
Y salvo paraadvertir de la desintegración de España o de que el aborto es un crimen horrendo, la Iglesia continúa en contemplativo silencio. Después de pasar por el ojo de la aguja, departir amistosamente con los mercaderes en el templo y pedir al César tanto lo que es del César como lo que es de Dios, ya no se percibe su cara y la cruz prefieren que figure en la declaración de la Renta. Además, el antiguo INRI ha sido sustituido por el IBI, hecho atribuible a uno de los nuevos milagros marianos. ¡Cuánta razón tenía la ministra de Empleo al encomendarse a la Virgen del Rocío para salir de la crisis! Que así sea.
Luis Alfonso Iglesias Huelga es profesor de filosofía y miembro de Europa Laica.