La llegada de Renzo Fratini a la embajada vaticana abre una nueva era en las relaciones entre España y la Santa Sede
Se abre una nueva era en las relaciones entre España y la Santa Sede. Manuel Monteiro de Castro (Santa Eufemia, Portugal, 1938) deja la Nunciatura en Madrid tras nueve años en el cargo y cede el testigo a Renzo Fratini (Macerata, Italia, 1944), qué tomará posesión en unos días. Se va 'el nuncio del caldito' que durante casi un decenio ha suavizado tensiones entre el Ejecutivo español, el Vaticano y la Conferencia Episcopal, y llega Fratini, un fajado negociador que ha desarrollado el grueso de su carrera en territorios hostiles al catolicismo. «El cambio se notará. No se mueven en la misma onda», dice un buen conocedor de las sensibilidades vaticanas.
Monteiro es un conciliador que se despidió esta semana aconsejando a Zapatero «rezar, leer y trabajar». Especializado en tender puentes, cree que las relaciones entre Madrid y el Vaticano «son buenas». «A Aznar y Zapatero les dije siempre lo que pensaba», reconocía Monteiro, que logró para la Iglesia española el mejor acuerdo de financiación de su historia y trató de tú a tú a un Zapatero que se avino a visitarlo en la Nunciatura.
Interlocutores
Ningún asunto, «por grave que fuera», ha quitado el sueño de este sonriente y menudo prelado luso, cuya política en estos años ha sido «procurar volar alto sin dejarme ver demasiado». Lo explicó el pasado lunes, en su recepción de despedida a la que acudieron el ministro de Justicia, Francisco Caamaño, y un buen puñado de prelados, entre ellos Antonio María Rouco y Ricardo Blázquez, al frente de las dos tendencias que conviven en la Conferencia Episcopal Española (CEE).
Caamaño, Rouco y Blázquez serán obligados interlocutores de Fratini, bregado en países de mayoría musulmana como Indonesia, Nigeria y Paquistán. A buen seguro lucirá ante ellos un talante distinto de su predecesor, y mucho más del gusto de Rouco Varela y de quienes con él combaten el laicismo que a su juicio abona el Gobierno socialista. No en vano Fratini reconoció su «preocupación» ante una «misión importante en un país importante» cuyas relaciones con el Vaticano «no son fáciles».
Para el Vaticano, España se ha convertido en una avanzadilla laicista que legisla en favor del matrimonio gay y amplía la ley del aborto. Monteiro nunca alzó la voz, lo que provocó la animadversión del mismo sector que ahora recibe con los brazos abiertos a su sucesor.