Tras la proyección del citado documental dirigido por Pilar Pérez Solano, se abordaron con gran interés distintas problemáticas que la propia cinta había removido. Se inició reconociendo la valía del repaso histórico y los méritos cinematográficos ensalzados con vista a los premios Goya. Se destacó también la oportunidad del reconocimiento emancipador para la mujer desarrollado durante esa época.
Entrando en el tema educativo, se completaron aspectos sobre la labor previa, prácticamente desde la Iª República, de la Institución Libre de Enseñanza, los seguidores de María Montessori, Celestin Freinet o de Ferrer i Guardia con su Escuela Moderna. En el ámbito más cercano se glosaron algunos hechos locales, como el proceso de depuración del maestro institucionista Manuel Barraca, o de la provincia como Carmen de Michelena en Beas de Segura, Machado y Urquía en Baeza, y otros en Linares o Peal de Becerro.
Tomando como referencia la breve auto crítica que en el propio documental se hace por el olvido del legado republicano, se citan aspectos como el abandono de una mejor formación del profesorado y la dejación de responsabilidad pública de la educación ante la iglesia. A ese respecto se menciona Lo que era sólido, última obra del autor local Muñoz Molina. Varias intervenciones refirieron la actitud acomodaticia del profesorado en cuanto al mandato constitucional de la aconfesionalidad. A ese respecto se refieren casos de estigmatización de familias y, lo que es peor , de niños o niñas que empezaron a ejercer el derecho de no recibir clases de religión.
En un momento dado, se reconoce una cierta dejadez colectiva sobre la libertad de conciencia, sin reparar en que debilitada ésta, peligra el conjunto de valores democráticos. Se citan la connivencia de ciertos extremismos religiosos (católico, musulmán,…)sobre temas de familia u orientación sexual. Como corolario se citan las distintas actitudes de organizaciones religiosas, Rouco Varela aquí o Wojtyla antes en el Vaticano aparentemente más integristas, o Bergoglio y la cúpula francesa más discretos pero casi igual de influyentes.
Se acaba reincidiendo en relacionar la citada dejadez con la crisis actual de valores y con la responsabilidad que, como generación adulta ante las que vienen, hemos de equilibrar entre lo económico, lo ideológico y lo ético.
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