La iglesia española (salvo raras excepciones) se unió desde el principio a la rebelión militar y consiguieron LA TRANSUBSTANCIACI?N del golpe militar en SANTA CRUZADA DE LIBERACI?N NACIONAL.
En las grandes agitaciones políticas del S.XX en España la Iglesia Católica ha tenido un protagonismo reaccionario importante: ha reencarnado los valores militantes de la Santa Inquisición, añorando las monarquías absolutas que tantos privilegios y beneficios les aporto a lo largo de la historia.
Muchos ciudadanos veían en la Iglesia una enemiga que legitimaba una estructura injusta de la propiedad y la sociedad,al lado siempre de los poderosos ,y olvidando su "rebaño",una jerarquía eclesiástica integrista que defendía el rechazo a la libertad religiosa y los valores de una democracia liberal.
No se mataba a los curas por motivos religiosos,sino por motivos políticos.
En Andalucía solo un 13% de la población iba a misa, y la gran mayoría de la ciudadanía no conocía la doctrina católica y sus ritos. Tras la caída de la dictadura de Primo de Rivera y la huída de la monarquía, que tantos privilegios otorgaron a la Iglesia, ésta adoptó una postura opuesta desde el principio a la legítima República Española, en oposición incluso a las directrices Pontificias.
Hubo un gran número de clérigos, demasiado entusiastas y comprometidos en inculcar desde sus púlpitos a los católicos la mentalidad de una Iglesia perseguida que había que defender con la espada. Desde mayo de 1931, aparecieron pastorales de grandes Obispos (Gomá, Múgica, Segura, Irurita) contra las reformas que la República pretendía llevar a cabo, crispando la opinión pública. Importantes jerarcas de la iglesia, como el canónigo magistral de Salamanca y Rector del Seminario de Comillas, Aniceto Castro Albarrán, con la publicación del libro "El derecho a la rebeldía (1934), justificaban e incitaban a la rebelión ciudadana contra la República. Este canónigo, iniciada la Guerra Civil fue de los primeros en exponer y defender la "Teología de la Cruzada Nacional".
Contaban con el apoyo de los terratenientes (en contra de la reforma agraria), industriales (contrarios a las reformas sociales), la nobleza (privada de la monarquía que tanto les favorecía y desprotegidos ante las nuevas reformas tomadas por la República), y los militares centralistas y africanistas que se enfrentaban a una reforma militar. Un sector de los católicos ultraconservadores, comienza desde 1931 una propaganda de desprestigio de las reformas republicanas sin precedentes y sin tregua: Jose Maria Gil Robles (apoyado electoralmente por la iglesia española y el Vaticano), Ángel Herrera Oria desde la revista jesuita "Razón y Fe", Eugenio Vegas Latapié, Eugenio Montes y Jorge Vigón desde la revista "Acción española", con artículos que incitaban a la rebelión contra la República legítima, a sus seguidores católicos, y a la sublevación a los militares descontentos.
Los militares sublevados contra la República española necesitaban una ideología que maquillara y legitimara el golpe militar de cara a los gobiernos demócratas europeos y EEUU, en apelación a la ayuda urgente de suministros bélicos tras el frustrado golpe militar y en vista de la Guerra Civil que se avecinaba, y el sentido religioso de Guerra Santa en defensa de la religión fue el pretexto que utilizaron para ganarse la opinión de los católicos españoles y europeos: llevaron a cabo una batalla propagandista internacional, protagonizada por los grandes obispos españoles mediante la "Carta Colectiva a todos los obispos del mundo", encabezada por el primado cardenal Isidro Gomá y Tomás, en agosto de 1937; y en España con las grandes pastorales de guerra que justificaban y apoyaban el golpe militar.
La iglesia española (salvo raras excepciones) se unió desde el principio a la rebelión militar y consiguieron LA TRANSUBSTANCIACIÓN del golpe militar en SANTA CRUZADA DE LIBERACIÓN NACIONAL. El fraile dominico Justo Pérez de Urbel, se empeña en demostrar la relación entre el ideario del Movimiento Fascista en España salido del golpe militar y las doctrinas del Evangelio, e igualarlo a las Guerras de Reconquista (Las grandes Cruzadas medievales) dando así confesionalización y justificación bíblica al golpe de estado contra la República Española y la Guerra Civil que desencadenó.
En Córdoba, el fraile capuchino Jacinto de Chucena, se presentó en el Cuartel de Artillería el 20/07/1936 para ofrecerse al Coronel Ciriaco Cascajo (uno de los impulsores y protagonista del golpe militar en Córdoba y la sangrienta represión que llevó a cabo contra la ciudadanía indefensa e inocente).
Este fraile fue locutor de Radio Córdoba desde el 14/08/36 con charlas incendiárias y arengas político-religiosas animando a la represión y exterminio de republicanos.
El obispo de Córdoba Adolfo Pérez Muñóz, con sus Pastorales desde el púlpito ya muestra su posición integrista contra la República y tras el triunfo del golpe militar del coronel Cascajo, el día de San Rafael (24/10/36) publica una apoteósica felicitación, presenta sus "respetos a tan admirado amigo" y le "bendice de todo corazón y abrazo con devoto y paternal afecto".
En sus Pastorales de mayo de 1938 y las cuaresma de 1939, este Obispo alzaba sus iras contra los "enemigos de nuestra amada patria". De esta forma el clero cordobés bautizaba de Santa Cruzada el genocidio que los militares, apoyados por terratenientes e industriales cordobéses, estaban cometiendo con el pueblo inocente. Y de paso justificaban su presencia y adhesión al golpe militar y la posterior Dictadura fascista.
Santificaban "las conquistas" de los rebeldes con misas de campaña en plazas públicas, alentando la moral de los rebeldes, bendiciendo y eximiendo de responsabilidades mediante la confesión, justificaban las barbáries y crímenes cometidos tanto en el frente como en la retaguardia, bendiciendo los fusilamientos que se perpetraban casi todas las madrugadas.
El padre jesuita Bernabé Copado (Villanueva de Córdoba) capellán de una columna de requetés con la que luchó como "soldado de Dios" por varios pueblos de Andalucía,narra en su libro de memorias con gran fervor y fanatismo religioso los asesinatos de inocentes. Esta participación tan extremista de la Iglesia en la vida política fue lo que motivó la reacción violenta de algunos grupos de la población represaliada.
Las víctimas religiosas en toda España ascienden a unas 7.114. En Córdoba fueron 102 las víctimas. Si comparamos estas cifras con el total de víctimas fusiladas por los rebeldes golpistas en Córdoba capital, estimadas en unas 4.000 personas, podremos acuñar la frase :"Todos los cadáveres no abultan igual".
Este apoyo "desinteresado" de la Iglesia al golpe militar y la posterior Dictadura fascista, se tradujo en una Legislación "piadosa" del franquismo que otorgaba a la Iglesia Católica Española, a su jerarquía e instituciones unos privilegios impensables hasta entonces, con el objetivo de "Recristianizar la Nueva España".
A golpe de Decretos y Órdenes, el gobierno del general Franco dejó en manos de la iglesia la enseñanza, tanto pública como privada, principal objetivo de la iglesia.
La asistencia espiritual católica y el servicio religioso fueron obligatorios en todos los planos de la sociedad: hospitales, clínicas, sanatorios, cárceles, cuarteles, colegios, universidades… todo controlado por Órdenes religiosas dependientes de la jerarquía eclesiástica.
Por Decretos se organizó también el "Nuevo Calendario Nacional de Festividades Religiosas": el "Día de la Inmaculada", Festividad del Jueves y Viernes Santo, Mes de mayo dedicado a la Virgen, Festividad del Corpus Christi, Fiesta del "Patrono de España" el Apóstol Santiago. El Día de Santo Tomás será festivo en todos los centros docentes de España.
Se conceden honores militares a Nuestro Señor y a su Iglesia. Los Cardenales son equiparados a Generales en Jefe, los Arzobispos a General de División, y los Obispos a Generales de Brigada, (Órden de 12/11/1937).
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