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Ayuntamiento Laico (pero poco)

Seis años han pasado ya desde que el Ayuntamiento de Sagunto apostara en firme por la laicidad, al menos sobre el papel. El pleno del 29 de marzo de 2016 aprobaba una extensa declaración con propuestas a nivel municipal, exigencias al gobierno central y se sumaba a la Red de Municipios por un Estado Laico. Por último, se pedía en la moción la aprobación de un protocolo de actuación para las autoridades públicas en los actos religiosos, “para evitar la confusión o la alianza entre la función pública y la religiosa, la confesionalidad y la discriminación respecto de otras confesiones o grupos agnósticos o ateos”. Un reglamento que todavía no se ha elaborado. La moción, por cierto, no la presentaba Esquerra Unida. Lo hacía el PSOE (con una enmienda de EU para que Sagunto se sumara a dicha Red de Municipios Laicos).

Básicamente, era una clara apuesta por la separación entre las confesiones religiosas y el Estado, el respeto a las creencias o a las convicciones ideológicas que solo pueden venir de mano de la neutralidad del Estado. Es decir, cumplir con la legalidad y con la aconfesionalidad del estado y de las administraciones públicas que recoge nuestra Constitución desde 1978.

Poco ha cambiado la cosa hasta la fecha, al menos por parte de quienes afirman defender el laicismo y al mismo tiempo presiden actos religiosos y participan de la liturgia en su condición de representantes municipales, como PSOE y Compromís. Y ojo, no queremos decir con esto que las personas que ocupan un cargo público no puedan ir a una misa, una procesión o una ofrenda a la virgen. Indudablemente, cada uno/a es libre de profesar o no una religión, doctrina o creencia, pero a título personal y privado como el resto de mortales. Sin embargo, una legislatura más, seguimos viendo a concejales/as del Ayuntamiento de Sagunto y el propio alcalde fotografiándose en los altares, participando de ofrendas a la Virgen o exhibiendo simbología religiosa en edificios municipales. Todo ello con la peregrina excusa de la tradición, la fiesta o el “respeto” a todas las creencias, bien por no entender el significado más básico de la laicidad o por miedo a perder algún voto por el camino de hacer lo correcto desde la institución.

Precisamente lo que defiende el laicismo es la libertad de conciencia, la libertad de las personas a tener sus convicciones o creencias, sean o no religiosas y, por supuesto, la igualdad de trato a todas ellas sin distinción por parte de las instituciones públicas. Esto es justamente lo contrario de lo que algunos/as, y salvo excepciones, siguen practicando. Cuando las autoridades municipales participan de estas actividades, están practicando un trato preferencial a una creencia religiosa, en este caso la católica, frente al resto de personas que puedan pertenecer a otra religión, que sean agnósticas o ateas. Sin embargo, defender la igualdad es inseparable de la defensa de la neutralidad del Estado en cuestiones que forman parte del ámbito privado como es el caso de la religión. Una neutralidad de los poderes públicos en materia de religión que se rompe con comportamientos como estos.

Y, además, este año añadimos el veto de la Cofradía de la Purísima Sangre a que las mujeres participen de pleno derecho en la entidad. El sexismo y la discriminación de la mujer por el mero hecho de ser mujer no es una tradición ni puede formar parte de una festividad, es un absoluto ataque a los derechos más básicos y la propia Constitución en pleno siglo XXI. Las tradiciones, por encima de todo, se han de ajustar a la legalidad. Esto mismo sería inconcebible en cualquier organización social como una Asociación Vecinal, un sindicato o un partido político.

Pese a no recibir ninguna subvención directa habría que recordar lo que nos cuesta a todas y todos como consecuencia de la Semana Santa el corte de calles, la moqueta que se instala, el gasto en Policía Local o la limpieza de la cera de las calles, entre otras cuantas cosas. Más de uno/a se sorprendería de la cifra mientras se excluye a la mitad de la población del derecho a participar en igualdad de condiciones.

En resumen, que, como dice la propia Biblia en el Evangelio de San Mateo (22: 15-21), “Al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”. Las religiones, cada uno en su casa o en los templos, pero fuera de los Ayuntamientos, del Estado y de las administraciones.

Roberto Rovira Puente y Guillermo Sampedro Ruiz
Concejales de Esquerra Unida del Ayuntamiento de Sagunto

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