Por el blog del Dr. Edzard Ernst me entero de la muerte de la Dra. Lisa-Maria Kellermayr, quien se quitó la vida tras volverse el blanco de campañas de matoneo y acoso por parte de grupos antivacunas y negacionistas del Covid, por su pasión por divulgar ciencia:
Durante más de siete meses, la doctora Lisa-Maria Kellermayr, médico generalista austriaca, recibió amenazas de muerte y fue atacada verbalmente por la secta antivacunas. Finalmente ella cerró su consulta, ya no quería salir de casa y, al parecer, perdió el valor de vivir. El viernes pasado la encontraron muerta en su consultorio de Seewalchen, en Attersee. La fiscalía de Wels confirmó que no había indicios de delito. Se han encontrado cartas de despedida. En general se supone que, en su desesperación, Kellermayr se quitó la vida. Un amigo tuiteó: «Al final, pidió ayuda – a los políticos, a la policía y a su asociación médica. [La ayuda] nunca llegó. La policía y la asociación médica se burlaron de ella. Decían que la Dra. Kellermayr sólo buscaba protagonismo. Los políticos la ignoraron. Ahora está muerta».
La médico cerró su consulta a finales de junio, sólo temporalmente, según dijo en un principio, porque no podía seguir pagando los costos de su seguridad, incluido un guardaespaldas. No se sentía suficientemente protegida por la policía. «Desde hace más de 7 meses, a intervalos irregulares recibimos amenazas de muerte desde el escenario de los opositores a las vacunas y de los opositores a las medidas por Covid», tuiteó Kellermayr. Las amenazas llegaron a predecir una «masacre» en su consultorio. En una de las cartas amenazantes, el autor describía en detalle cómo primero torturaría y luego asesinaría a la doctora y al personal de su consultorio.
A finales de julio, ella cerró definitivamente su consultorio. Para la doctora, que amaba su profesión, fue una decisión terrible. Había invertido mucho dinero y energía en ella», declaró a Der Spiegel un día antes de su muerte. Según sus propias palabras, en ese momento había invertido unos 100.000 euros en medidas de seguridad.
Se afirma que Kellermayr fue abandonada por las autoridades austriacas. En la radio austriaca, la policía llegó a afirmar que Kellermayr sólo buscaba notoriedad para impulsar su carrera. Ahora se ha presentado una denuncia oficial en la que se acusa a las autoridades de negligencia.
Increíblemente, la despreciable agitación del culto antivacunas continúa incluso después de la muerte de Kellermayr. La mayoría de los agitadores permanecen en el anonimato. Pero algunos también agitan públicamente, por ejemplo, en Twitter: Harald Laatsch, diputado del [partido de extrema derecha] AfD en Berlín, escribió que la doctora era una propagandista de la vacunación y que probablemente «no quería seguir viviendo con la pesada culpa».
Uno de los comentarios en el post de Ernst menciona que el presidente de la Asociación Médica Austriaca, un tal Peter Niedermoser dijo que Kellermayr «no debería haberse expuesto tanto en Twitter».
Wow! Qué fracaso tan épico de las instituciones — la Policía a decir que la divulgación científica se hace para ganar notoriedad (!), y la asociación profesional de Kellermayr culpando a la víctima.
A veces uno ya no sabe ni qué decir, porque este tipo de casos son casi un fracaso del más elemental sentido común. Creo que nadie merece ser matoneado por pensar diferente, ni por hacer públicas sus convicciones —tan fuerte, alto y reiteradamente como se le dé la gana—. Creo que no es descabellado esperar protección policial cuando se reciben amenazas y se es blanco de campañas de acoso (incluso si uno estuviera diciendo cosas por ganar fama); y que una asociación médica debería acoger y respaldar vigorosamente a quienes les apasiona divulgar datos que contrarrestan las barbaridades antivacunas y negacionistas del Covid, y facilitan que los ciudadanos tomen decisiones médicas [mejor] informadas. Creo que la negligencia y el abandono institucionales a una profesional íntegra y valiente le indican a los matones y acosadores que su estrategia funciona, y que todo esto no hace sino volverse un círculo vicioso que cada vez es más difícil de detener. Y no creo que nada de lo dicho en este párrafo sea de una complejidad de ciencia de cohetes que lo haga imposible de comprender.