El religioso presta servicio en el Complejo Hospitalario Universitario de Ourense
COMENTARIO: El Estado sólo debe atender los servicios públicos, la atención religiosa, con independencia de cuántos la soliciten o de cuántos se declaren de esa religión, debe ser asunto de cada una de ellas. Resulta curioso que se trate de justificar la existencia de estos capellanes como si fuese un servicio público, con la cifra del 70% de católicos declarados, cuando sólo marcan la casilla de la iglesia en el IRPF un 35% y eso que no les cuesta nada.
No es fácil maridar religión y ciencia. José Manuel Armesto (Holanda, 1981) es capellán en el Complejo Hospitalario Universitario de Ourense y enfermero en un centro privado. Además, gestiona 11 parroquias rurales y estudia Derecho. Y asegura que “la ciencia puede acercar a Dios”. El Servicio Gallego de Salud (Sergas) gasta anualmente 531.000 euros en pagar a 41 sacerdotes repartidos por toda la comunidad. Cada capellán se embolsa 13.373 euros al año por su trabajo a jornada completa. Armesto defiende la permanencia del servicio tal y como está: “Nos pague la Administración pública o el obispado, el dinero sale del mismo sitio. Nuestra labor está avalada por los acuerdos con la Santa Sede que aprobó el PSOE y que son plenamente constitucionales”.
Armesto destaca que atiende a unas 300 personas diarias junto a los otros tres capellanes del complejo. No ve razón alguna para su destierro de los hospitales porque “el 70% de los españoles se declaran católicos, según el CIS”. “Somos un servicio muy necesario y requerido”, expone.
Su trabajo se centra en administrar sacramentos, asesoramiento en conflictos éticos, búsqueda de residencias o bautizos de recién nacidos enfermos. “No solo los pacientes o sus familiares solicitan nuestra asistencia. Hay mucho personal que recurre a los capellanes para pedir consejo”, dice. Su trabajo como enfermero no le causa conflictos: “Nunca tuve problemas morales, ni siquiera en la administración de la sedación paliativa, que para nada es la eutanasia”. Si el conflicto apareciese podría acogerse a la recurrida objeción de conciencia. No quiere poner barreras a su labor. “Aunque nos centramos en las necesidades espirituales de los católicos, estamos abiertos a cualquier religión o incluso a los ateos. Trabajamos para todos”. La próxima semana volverá al hospital con alzacuellos. Desde el lunes y durante 48 horas consecutivas asesorará a sus fieles entre batas blancas.
El sacerdote capellán Jose Manuel Armesto. / Nacho Gómez
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